ENTREVISTA A ALBERTO JOSÉ SILVEIRA, PRESIDENTE DE LUCHEMOS POR LA VIDA

“En Argentina, hay que revertir las más de 7 mil muertes al año por accidentes de tránsito”

FOTO ALBERTO JOSÉ SILVEIRAEn 2012, 7.485 personas murieron por accidentes de tránsito, lo que da un promedio de 21 muertes por día. Hay además alrededor de 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados por año. Los datos surgen de la asociación civil Luchemos por la Vida, que desde hace 23 años trabaja para reducir esos altos índices.
“Para muchas personas puede parecer una utopía, pero es posible lograr que algún día no mueran más personas por accidentes de tránsito. Para eso existe y trabaja Luchemos por la Vida.” Así lo explica a El Diario Alberto José Silveira, presidente de la asociación.
A pesar de tratarse de solo dos días, durante los fines de semana se registra casi la mitad de las muertes por accidentes de tránsito (46 por ciento).

-Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad producida por accidentes de tránsito, según datos de Luchemos por la Vida. ¿A qué se debe?

-Indudablemente, a la forma en que conducimos y nos comportamos en la vía pública, donde en líneas generales transgredimos todo. No se usan los cinturones de seguridad, los cascos se utilizan poco y nada, los límites de velocidad no existen para muchos conductores y todavía hay varias personas que conducen después de haber ingerido alcohol o drogas. Hay temas básicos de seguridad que, si se los trabaja adecuadamente, pueden salvar vidas y revertir la espantosa meseta de más de 7 mil muertes por año que hay en la Argentina. Pero, lamentablemente no se hace. La población en su conjunto no está comprometida para realizar cambios concretos en el sistema de tránsito. Además, las autoridades, ya sea a nivel nacional, provincial o municipal, tienen una gravísima responsabilidad porque no hacen cumplir las leyes básicas. No hay un sistema aceitado de controles eficaces y sanciones efectivas, que es lo que justamente ha cambiado la realidad en los países desarrollados. En esos estados hay entre 7 y 10 muertes diarias menos que en la Argentina, en relación al número de habitantes y de vehículos circulantes.

-¿Se trata básicamente de un cambio cultural?

-Sin duda, se trata de un cambio cultural que, de acuerdo a la experiencia de otros países, tiene un camino bien marcado. No es que seamos un pueblo peor que otro. Simplemente no se hace lo adecuado. No hay la suficiente educación, que es a lo que básicamente Luchemos por la Vida se dedica: generar conciencia en la población. Pero esas acciones deben ir acompañadas por distintos sectores. Hay que apuntar a la educación sistemática de las escuelas primarias y secundarias. Lo más grave es la ausencia del Estado, que no asume su responsabilidad de controlar, sancionar y dar el buen ejemplo, a través de sus funcionarios en el uso y puesta en práctica de la seguridad vial cotidiana.

-¿Qué sucede con las licencias de conducir?

-En el mejor de los casos las licencias de conducir son entregadas luego de una serie de pasos burocráticos y de un examen profundo de conducción segura. Eso es dejando de lado que en muchos lugares hay corrupción o favores políticos. Hoy en día el examen de conducir se limita en el mejor de los casos a estacionar en tres movimientos y ver cómo se conduce marca atrás, que paradójicamente está prohibido por la ley. Tiene que existir una buena formación previa y un examen intenso de conducción segura.

-El 54 por ciento de las víctimas fatales son menores de 35 años. ¿Son quienes menos recaudos toman?

-Sí, en parte tiene que ver con eso. Es tal vez el grupo etario que más está en la calle. Tiene relación además con la falta de conciencia. A esas edades, se ve a la muerte como algo muy lejano. Eso implica que los jóvenes asuman riesgos innecesarios, sobre todo la franja que va entre los 21 y 23 años, que son los que más causan accidentes y más los sufren.

-En la Patagonia, ¿se puede percibir una característica particular en cuanto a los accidentes?

-Es una región que tiene distancias muy largas, y hay personas que creen acortarlas circulando a 150 kilómetros por hora. Esa acción causa accidentes y muertes, porque se parte de la presunción que la ruta está desierta y hay poco tránsito. Piensan que pueden andar a cualquier velocidad y no toman en cuenta que un simple reventón de un neumático o el cruce de un animal, puede terminar en una catástrofe, sin necesariamente tener que colisionar con otro vehículo. Otro problema de la Patagonia -al menos en una parte de ella- tiene que ver con la maquinaria petrolera, que implica mayor circulación de vehículos que ocupan más espacio y generan determinados peligros, que en algunas oportunidades se transforman en accidentes.

-Dependiendo de las zonas, hay también caminos de ripio. ¿Son mayores las dificultades en esos sitios?

-Obviamente no se puede circular a la misma velocidad. Ofrece mayores peligros, por los pozos, la falta de señalización y de marcado de los límites horizontales de las rutas. Hay muchos conductor que no tienen en cuenta esas cuestiones. Eso se da en todo el país. Hay caminos asfaltados que, por el estado que presentan, parecen de ripio.

-Justamente, ¿cómo evalúa el estado de las rutas?

-Lo peor que tienen las rutas en el país es la falta de marcación, equívoca o errónea. Si un camino lleno de pozos está bien marcado, es más seguro que una cinta asfáltica sin buena marcación. Indudablemente, si habría más autopistas para ir a diferentes lugares, todo sería mucho más seguro y rápido. Las autopistas hoy no llegan a cubrir más de 2 mil kilómetros.

-En cuanto a los de víctimas fatales en accidentes de tránsito, hay un número alto que corresponde a quienes circulan en moto…

-La moto es un transporte que se lo ve como muy barato. Los altos números van unidos a la falta de conciencia, la falta de preparación porque casi nadie tiene licencia para conducir y sobre todo al capricho de no usar un casco. Hay alrededor de 2.500 muertes de personas por año de personas que en el momento del accidente se encontraban conduciendo motos o ciclomotores.

-En la Patagonia cuando ha participado de conferencias, ¿con qué inquietudes se ha encontrado?

-La circulación a alta velocidad, es lo que me han comentado distintas personas. Los que trabajan en seguridad vial no tienen conciencia de la gravedad que eso implica. No lo ven quizá como un problema.

-¿Eso lo observa en otras regiones del país?

-Sí, pero me llamó la atención particularmente en la Patagonia. Al ser amplias las distancias, hay personas que quieren ganar tiempo a través de la velocidad, sin medir las consecuencias.

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