COSAS QUE IMPORTAN

La nueva medicina

La Nueva MedicinaDra.Patricia Chambón de Asencio
(patriciaasencio@gmail.com)

“Yo soy yo y mi circunstancia”
– José Ortega y Gasset –

El 3 de diciembre fue el Día del Médico; vocación que decidí abrazar con auténtico fervor a mis jóvenes dieciocho. En todos estos años del ejercicio de la Profesión, trabajando para ayudar a personas a recuperar la Salud, he comprobado con dolor que una gran parte de las enfermedades se sostienen por ignorancia y desconocimiento de las verdaderas causas e interacciones que subyacen al proceso de enfermar.
Mi formación como médica estuvo regida por el Paradigma Mecanicista aplicado al arte de curar. Es decir, la interpretación de la enfermedad se hacía desde un esquema referencial materialista e individualista. Según este modelo, enfermamos porque “bajan las defensas” o porque “algo que comí me hizo mal” o porque “me faltan vitaminas” o porque “es genético” y “…si mi abuelo y mi padre lo tuvieron, es esperable que yo también lo tenga”.
Los avances de la Ciencia, en los últimos 20 años, tuvieron un fuerte impacto sobre esta vieja forma de ver la enfermedad. Hoy ya sabemos que “cómo” comí es tanto o más importante que “lo qué” comí. Porque puedo estar ingiriendo una dieta perfectamente balanceada, pero si mi vida toda está plagada de conflictos, malestares, ansiedades y miedos… de nada sirve. Gracias a las últimas investigaciones, sabemos también que la carga genética que cada uno hereda no es determinante, es decir que si mi abuelo y mi padre murieron de tal o cual enfermedad no tengo, indefectiblemente, que morir de lo mismo… a menos, claro está, que decida repetir los comportamientos de mi abuelo y de mi padre que les produjeron esa enfermedad. Hoy también sabemos que el ADN de los genes se modifica de acuerdo al ambiente y al clima emocional circundante. Sabemos que las emociones que se relacionan con el Amor, como la confianza, la empatía, la solidaridad, la benevolencia y la compasión, producen efectos positivos en la relación médico-paciente, mejorando los resultados del tratamiento. Esto va más allá de lo que desde hace mucho tiempo se conocía como “efecto placebo” que fue relegado, por desconocimiento, al nebuloso plano de la sugestión.
También sabemos que los sentimientos que se relacionan con el Amor generan en el cuerpo sustancias que favorecen los sistemas de autodefensa, regeneración celular y cicatrización. Hoy podemos comprobar, a través del desarrollo de la tecnología que nos permite investigar el campo intracelular y molecular, que las emociones son vehiculizadas por sustancias llamadas neuro-transmisores, encargados de producir los efectos pertinentes sobre los diferentes sistemas y órganos del cuerpo. A partir de esto, se está abandonando la antigua visión de una Salud regida por las leyes determinantes de la genética y las eficaces combinaciones de drogas, para dar paso a una Salud Integral que es el resultado del equilibrio armonioso entre el individuo y su entorno.
Esta interacción entre individuo y entorno, explica algunos fenómenos que hasta ahora pasaban desapercibidos. Es el caso por ejemplo de personas que registran picos de hipertensión arterial en el consultorio del Médico, y que luego, cuando regresan a sus hogares, se normalizan. Se encontró que dichas personas tenían que esperar largas horas en condiciones ambientales poco confortables para que el Médico las atendiera. A esto, también se sumaba la preocupación de ausentarse de su hogar o su trabajo, lo que hacía que durante la espera se generara descontento, tensión, ansiedad, que se traducían en un marcado aumento de la presión. Con lo cual, la persona terminaba inexorablemente con un diagnostico de hipertensión y el consiguiente tratamiento farmacológico.
Desde la visión del Antiguo Paradigma Mecanicista no se “ven” ni se consideran todas estas otras variables. Sólo se “ve“ al paciente que entra al consultorio sin tener en cuenta el entorno que lo rodea. Aunque se registren en una historia clínica los antecedentes familiares y sociales de ese individuo, a la hora de hacer el diagnóstico y elegir un tratamiento prima la visión escindida, que no permite “ver” al paciente en forma integral, como una totalidad. Esta misma visión se transmite al paciente quien explica sus síntomas de forma disociada, sin relacionarlos con sus emociones, con sus vínculos interpersonales, con la forma de vida que lleva. Así este modelo disociado se va perpetuando y generando la creencia generalizada que la salud depende de una pastilla, de un buen diagnóstico hecho por aparatos de última tecnología o del destino genético.
Esta mirada disociada de nuestra realidad es la responsable de tanta incoherencia a todo nivel. Incoherencia que nos aliena y nos enferma cada día más. Esta visión disociada cercena nuestras capacidades sanadoras como seres humanos integrales. Nos mecaniza. Nos aleja de nuestra verdadera esencia.
Es necesario cambiar de Paradigma, ampliando la visión e integrando los distintos aspectos de la realidad. Es tiempo de tomar conciencia de que la Salud es el resultado de un proceso interactivo entre nosotros, nuestros pensamientos, emociones y acciones con nuestro entorno familiar, social y natural. Del equilibrio armonioso de estas variables surgirá este delicado concepto que llamamos Salud Integral.
No tendremos dudas a la hora de elegir qué es lo más saludable si mantenemos la coherencia entre lo que es bueno para nosotros, para los demás y para la Naturaleza.

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