UN REPASO DE LO QUE SE FUE Y LO QUE VIENE EN ECONOMÍA Y POLÍTICA

Año nuevo, ¿vida nueva?

Por Daniel Muchnik*

COLUMNETA 1 DE ENERO“El último día del año, no es el último día del tiempo” escribió el magnífico poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade ( 1902-1987). Para agregar después: “El último día del tiempo, no es el último día de todo”. Son imágenes sugestivamente esperanzadoras, que para algunos resulta un imperativo vital absorber. ¿Podemos, podremos, se puede acaso incorporarlas a la vida nacional?
Recientemente hemos festejado los 30 años de vida democrática. De una democracia que muchos han desperdiciado, siendo ella el único esquema de convivencia donde la libertad y el respeto es un imperativo. Sin dudar las condiciones son mejores que las vigentes en la crisis de 2001/2002. Pero la protesta social ha perdurado, con distintos rostros. Están los piquetes, ocupando el espacio público, reclamando cada uno por su problema al que no se le ha prestado solución porque el Estado está vacío de soluciones. Un estilo que empezó en la gestión del menemato, cuando el gobierno del riojano comenzó a desprenderse de los activos del Estado, privatizándolos, y dejó en la intemperie a miles de perjudicados.
Hoy los piquetes, que obstruyen el tránsito, la libre movilidad, terminan por perjudicar a los que quieren pasar, que son muchos y que tienen sus propios problemas. Los que tienen auto no son burgueses egoístas encerrados en sus intereses, no son sus enemigos. ¿Pero que ganan los piqueteros perjudicando a la otra parte? ¿Comprensión o quizás un profundo rencor? ¿Es esto democrático? ¿Ayuda a la democracia? ¿Es una forma de queja que la justicia o el poder debería limitar? ¿Cualquiera puede hacer lo que quiera ¿Los manifestantes? ¿Tienen otros canales de reclamo de sus necesidades? ¿El poder político los escucha acaso o los margina y los lanza a la desesperación?

Mucho pendiente

Según un reciente trabajo del ex ministro de Economía Jorge Remes Lenicov, sólido piloto de tormenta en aquella tragedia posterior al default a comienzos de 2002, en éstas últimas tres décadas hemos andado a los tumbos. El crecimiento promedio en ese período fue del 2,5%, la pobreza no ha podido ser revertida. Los indicadores marcan que llega al 27% de la población (con el 8% de indigencia), el 50% de los hogares argentinos no tiene cloacas.. La deuda social persiste pese a lo andado. A eso se suma la deuda económica, aunque muchos hablen de un crecimiento importante entre 2003 y 2007. No se transformó en mejoras significativas, que se requerían desde hace tiempo. El país tiene, por ejemplo, la misma estructura productiva de los años 90: el 45% del Producto Bruto es generado por los productos del agro. La industria ha achicado considerablemente su presencia en la producción general, lo que refleja desaparición de puestos de trabajo, de inversiones y de avances tecnológicos. Seguimos pendientes de las cosechas para conseguir los dólares indispensables. ¿Se cumplen acaso los ciclos a los que nos tiene acostumbrado el país o todo se origina por la mala gestión de los funcionarios?
Lo que nos lleva a preguntarnos si existe, si hay decisión tomada en el oficialismo y en la oposición sobre realmente qué tipo de país hay que consolidar. Porque quizás tienen fuerza de decisión los que creen que la industria nacional es ineficiente y no sirve para nada y nos tenemos que arreglar a empujes de exportaciones de lo que sea y de importaciones sin límites. Por lo que estaríamos retornando a los años de Martínez de Hoz y de Cavallo, ideológicamente hablando. Es que si seguimos con igual rumbo, que es el que tuvimos hasta ahora, la crisis va a empeorar y llegaremos a una instancia de decisiones drásticas.
Una demostración de la desidia en construir un modelo sólido de crecimiento es que terminaremos 2013 con una inflación creciente. Las estimaciones privadas consideran que las alzas de noviembre pasado y este diciembre son las más altas desde la hiperinflación de 1990. Si esa patología se la pretende revertir con Acuerdos de Precios se ha elegido mal la medicación. La experiencia histórica lo demuestra.
Otra encrucijada es el nudo gordiano de todo el universo energético nacional, pésimamente gestionado, demagógicamente administrado. Las empresas de electricidad no fortificaron la infraestructura de provisión, más allá de los subsidios, más allá de solicitudes permanentes que elevaron para que se ajustaran tarifas. Se sabía allá lejos y hace tiempos que la compensación del barril de crudo nacional no era rentable, comparado con el resto del mundo. Se dejó de producir. Hoy importamos energía (de todo tipo y consistencia) y combustibles por 13.000 millones de dólares. En un momento de retracción de las reservas que tan difícil resulta conseguirlas. Cavallo constituyó las reservas con préstamos internacionales. Este gobierno las consiguió con las exportaciones primarias, no con créditos. Eran reservas genuinas. Otra vez: las licuaron los errores estratégicos. Tiempos para revisar.

* Cronista

ÚLTIMAS NOTICIAS