ENTREVISTA EXCLUSIVA A MARCELA CROVETTO, SOCIÓLOGA

“En el Valle Inferior del Río Chubut se diluye la dicotomía entre lo rural y lo urbano”

89Es socióloga y viaja frecuentemente a la provincia de Chubut. Marcela Crovetto hace ante todo un repaso histórico sobre la agricultura en la región, y es ahí cuando cuenta que el primer asentamiento migratorio de importancia en la Patagonia, ocurrió en el Valle Inferior del Río Chubut (VIRCH), con la colonia galesa. Hay condiciones -desde su perspectiva- allí de infraestructura que han sido determinantes para el desarrollo: “el manejo del riego, el dominio de los cursos de agua frente a suelos no muy adecuados y, en su momento, la llegada del ferrocarril”. Traza distintas etapas locales (población prehispánica, migración galesa, española, italiana, portuguesa y chilena) hasta centrarse en la década de 1980, puntualmente en la llegada de la colectividad boliviana. Hoy en esa zona geográfica -integrada administrativamente por las ciudades de Trelew, Rawson y Gaiman, y localidades más pequeñas como Dolavon y la comuna rural 28 de Julio- se establecen intercambios de bienes, trabajos y servicios que integran entre las zonas rurales y urbanas un conjunto de relaciones sociales específicas. Desde 2007 estudia esos vínculos cotidianos que, en su opinión, diluyen “la dicotomía entre lo rural y lo urbano”. Esos trabajos de campo son realizados por un equipo de investigadores (del área de Estudios Rurales del Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA) que analiza las dinámicas sociales asociadas a los mercados de trabajo agropecuarios en seis provincias argentinas: Chubut, Río Negro, Tucumán, Jujuy, Salta y Misiones.

Contextualiza. Habla largo y tendido de la horticultura y la producción de frutas finas en el VIRCH. Se vale de datos duros: encuestas realizadas a 200 hogares en Rawson, Trelew, Gaiman, Dolavon y zonas aledañas. Ahora indaga acerca del rol que ocupan las diferentes migraciones asentadas en el uso de espacios sociales y en la construcción social de los territorios cotidianos.

Por Mauro Fernándes

P: -¿Qué características particulares presenta la producción hortícola que se realiza en el VIRCH?

MC: -El VIRCH no es un sitio hiperproductivo, ya que hay que tener en cuenta que es difícil producir allí por el clima, el suelo que es salino y las formas de riego. Originalmente los galeses sembraron trigo, incluso obtuvieron premios internacionales por esas cosechas. Sin embargo el desarrollo del trigo en la Pampa Húmeda –entre otras cuestiones- hizo que no se extendiera en el tiempo. Hoy hay un solo productor que siembra trigo en la zona, para la molienda en el Molino Harinero de Dolavon. Durante el período de la colonia galesa hubo producción hortícola, aunque con el tiempo decayó. Muchos de los descendientes galeses abandonaron el campo como espacio productivo y se aglomeraron en Trelew, Rawson o Gaiman. Es decir, ya no se tenía a la actividad agraria o agropecuaria como principal tarea. En la etapa posterior, con la colonización española, portuguesa e italiana, se retomó la horticultura, aunque de forma intensiva y variada se da a partir del asentamiento definitivo de las migraciones bolivianas, que justamente incluyen en su producción productos de hojas verdes. Antes, algunos productos, como la lechuga o la acelga, tenían que llegar al VIRCH desde otras zonas; con el tiempo, en ese valle chubutense (al igual que en el valle Medio e Inferior del Río Negro) se han producido alimentos en fresco no solo para la zona sino también para otros lugares más australes, como ser de la provincia de Santa Cruz. Más allá de las rispideces ocurridas al comienzo en cuanto a la aceptación o no, el asentamiento de la comunidad boliviana en el VIRCH reactivó la producción agropecuaria. Desde hace quince años se inició además la producción de cereza. Hoy el 75 por ciento de la cosecha de cereza en Chubut proviene del VIRCH.

 -¿Qué actores sociales intervienen en la producción de cereza?

-La cosecha empieza en noviembre y no dura más de veinte días. Se tarda aproximadamente siete años para obtener la primera cosecha. En torno a la producción de cereza se generaron varias cuestiones: han sido, y aún lo son, pocos los productores, las extensiones de hectáreas destinadas para la producción han sido reducidas y la mayoría de los productores no han residido en los predios, ya que se trataba inicialmente de inversores o empresarios que buscaban una diversificación del ingreso, políticos o profesionales (médicos o abogados, por ejemplo) que se encontraban en las ciudades. El primer elemento es que el productor no era de origen rural, salvo alguna excepción. En segundo lugar, la producción estaba (sigue siendo igual hoy) pensada principalmente para la exportación. Surgió una pregunta: ¿Cómo se consiguen cosecheros para una producción en la que se exigen requisitos de calidad antes que el producto sea aceptado en el mercado de destino? Además esa persona tenía que trabajar en jornadas que no son menores a las 12 horas. Se realizó una convocatoria a la población local, a través del INTA o de ministerios o secretarías provinciales. Se realizaron (hoy continúan) cursos de capacitación. Los participantes eran miembros secundarios (en términos sociológicos), es decir no eran jefes de hogar, sino esposas o jóvenes que veían en un trabajo de pocos días la posibilidad de obtener un ingreso extra para diversos usos. No era lógicamente una actividad de la que se podía vivir todo el año. Al comienzo la actividad se realizaba de forma artesanal. Hoy se puede hablar de una segunda etapa de expansión: la producción creció en cuanto al volumen de la cosecha y a la incorporación de tecnologías de primer nivel. Hoy ya no alcanza la fuerza de trabajo local. Por su ubicación, el VIRCH no es un espacio que está ubicado en un circuito tradicional de migraciones por cosechas: está alejado de la Cordillera de los Andes y de Cuyo. Sin embargo, según algunos indicios -aún falta realizar algunas constataciones en el terreno- indican que han empezado a llegar los famosos cosecheros especializados del norte del país para permanecer en el lugar durante el periodo de la cosecha. No sería ilógico, ya que otras producciones frutícolas de exportación han presentado las mismas etapas: primero se contrata y se califica a la mano de obra local, y luego se suele recurrir a trabajadores temporarios migrantes, que en algunos lugares terminan asentando en el terreno. Existe una dinámica cotidiana de movilización de personas: de ciudad a la chacra y de la chacra a la ciudad.

 -¿Cómo se compone el grupo de cosecheros asentados en Chubut?

-Se ha generado un movimiento novedoso. Los cosecheros en líneas generales no provienen de una familia con experiencia rural. Muchos son desocupados o amas de casa. Proceden, en su mayoría, de los barrios nuevos que se encuentran emplazados en las periferias.

 -¿Los migrantes bolivianos ingresaron en la producción de cereza al igual quelo hicieron en la producción hortícola?

-En la producción hortícola son más bien productores. El grupo familiar está abocad a la actividad.

 -Y en el caso de la producción de cereza, ¿sería simplemente como venta de fuerza de trabajo?

-Exactamente. Registré que en algunos casos son empleados en la producción de mora o de cereza porque son considerados como muy cuidadosos al momento de realizar el trabajo.

 -Usted destaca la incidencia de los intercambios sociales de bienes, trabajos y servicios entre las zonas rurales y urbanas del VIRCH. ¿Se rompe allí, en cierto sentido, con la dicotomía entre lo rural y lo urbano?

-Encontré varias relaciones sociales que se entablan y que rompen con el estereotipo a través del cual se asocia a lo rural con lo agrario, agropecuario o a una vida más bien rústica, y a lo urbano con la industria, los servicios y la vida cosmopolita. Se diluye esa dicotomía. Obviamente que en el VIRCH hay extremos que se sostienen: Trelew es muy distinto -en todo sentido- a 28 de Julio. No obstante, hay en la zona espacios intermedios que, aunque tengan más o menos de dos mil habitantes, cuentan con más servicios que determinadas localidades más pobladas. Eso último transforma las relaciones sociales cotidianas: se está en una chacra en el medio del VIRCH y se puede estar tan comunicado como una persona que se encuentra en París (Francia). No es un dato menor. También el emplazamiento de los nuevos complejos habitacionales (viviendas a través de cooperativas o planes sociales) introduce un quiebre entre lo urbano y lo rural.

 -¿En qué sentido?

-Es notaria la cantidad de nuevas viviendas en el VIRCH, lo que evidencia una fuerte presencia del Estado en la prestación de servicios. La malla urbana no tiene espacio y cuanto más céntrico esté ubicado el terreno más alto es su precio. Si se recorre el VIRCH por la ruta 25, por ejemplo, aparecen manchones de barrios nuevos. Asentar población urbanizada en espacios rurales transforma el paisaje y construye una nueva dinámica. Por ejemplo, se produce la apertura de calles, se comienza a contar con luz y agua y se implementan nuevos circuitos del transporte público. Si bien ese espacio intermedio aún no se unió en términos geográficos a la trama urbana, la distancia se achicó. En la investigación se corroboró que muchos pobladores que viven en la denominada zona urbana, concretamente en las periferias de las ciudades, se hallaban en algunos casos más lejos de las escuelas o de un puesto sanitario que alguien que se encontraba asentado en los nuevos emplazamientos rurales. A la vez, las poblaciones rurales ya están bastante imbuidas del estilo urbano. En ese sentido el impacto de internet y del celular ha sido muy importante. No hay, por ejemplo, esquilador que no tenga hoy celular. Eso da cuenta de cómo se altera el mercado laboral a partir de la transmisión de datos: se puede saber en qué comparsa se está mejor que en otra, cuáles son las condiciones de trabajo que se ofrecen.

 -La horticultura y la producción de frutas finas, ¿dinamizaron el mercado local?

-Sí, y también la vida social. Hay otros elementos que son importantes indicadores de la vida cotidiana: por ejemplo, la dinámica que se establece con la escuela Agrotécnica (Bryn Gwyn), cuya matrícula es mayormente urbana. Allí algunos profesores tienen perfil de ser productores, pero la mayoría vive en Trelew o en Rawson. Los alumnos que acuden a ese establecimiento se trasladan en transporte público desde las ciudades al colegio, que está emplazado en el espacio rural. En los estudios sociológicos clásicos se observa que el desplazamiento tradicional, a partir del advenimiento de la modernidad, el origen del capitalismo en el agro, la formación de las ciudades y la revolución industrial, se da desde el campo hacia la ciudad. Hoy se registra un movimiento inverso, aunque quizá no sea visto por los habitantes. Las trayectorias cotidianas y la movilidad que se da en el VIRCH no solo ayuda a construir conocimiento específico sobre las nuevas dinámicas sociales, sino también a fundar y diseñar políticas públicas. Hoy el perfil de un poblador rural ya no es el mismo que décadas atrás; lo mismo sucede con un habitante de una ciudad.

 -La población que se encuentra emplazada en las ciudades, ¿toma conciencia de los cambios introducidos en la zona (económicos, sociales, geográficos) por los migrantes, especialmente la colectividad boliviana en la producción hortícola?

-En el imaginario social no parece muy presente el concepto de cambio económico en sí, pero hay un reconocimiento claro de la colectividad y sus actividades económicas; también se evidencia en la práctica con la presencia de compradores urbanos en la zona de chacras y en la feria de la Sociedad Rural. A nivel social, a veces aparece un reconocimiento peyorativo bajo ideas asociadas a que cambiaron el paisaje del valle al “plantar verduras en lugar de flores…”, según he recogido en las entrevistas a actores locales. Presumo que la percepción del cambio económico sí estará presente a nivel gubernamental. En la población está instalada la idea de que el boliviano es una persona muy trabajadora. Pero no se tiene en cuenta el impacto económico que genera la producción hortícola en las manos de la colectividad boliviana.

 

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