PERSPECTIVAS DE PODER Y UN POSIBLE MAPA MACRO RUMBO A 2015

Política de verano

ROMANALos gobernadores de todas las provincias -a excepción del correntino Ricardo Colombi y la santiagueña Claudia Ledesma Abdala de Zamora-inician el recorrido de la segunda y última parte de su mandato. En los hechos será 2014 un año bisagra para la mayoría de ellos que, sin chances de pelear la reelección, buscarán abrirse nuevos caminos políticos hacia las generales de 2015. Otros, en cambio, los próximos doce meses harán un tránsito hacia la consolidación de su gestión en un intento por permanecer en el gobierno cuatro años más, aval constitucional de por medio.
Esa posibilidad de pelear por otro mandato sólo la tendrían los actuales gobernadores de Chubut, Salta, Río Negro, San Luis, Córdoba y Chaco; también los de Santa Cruz y Formosa donde impera todavía el polémico sistema de la reelección indefinida.
El resto de los distritos se enfrentará en 2015 a una renovación total de los cargos ejecutivos, que se dará en simultáneo con el recambio en la Presidencia, la cámara de Diputados y el Senado de la Nación.
Con distintos panoramas, todos -los que se van y los que planean quedarse-ingresarán en 2014 con los números de las legislativas de octubre pasado en la mano. Para bien o para mal, ese resultado fue un termómetro que alcanzó a todo el arco político.
El fin de época que significa el 2015 hará que este año iniciado se convierta en una antesala que definirá, en mayor o menor medida, el futuro mapa político en el que se dividirá el país.
Los tres gobernadores que acarician el sueño presidencial, Daniel Scioli, el entrerriano Sergio Urribarri y el chaqueño Jorge Capitanich, se enfrentan al desafío de dar un vuelco cualitativo en sus respectivas gestiones que les signifique la carta para exhibir cuando llegue el momento de las definiciones por fuera o por dentro del PJ.
Si de gestos se trata, Capitanich tomó la delantera. Su designación al frente de la Jefatura de Gabinete nacional parece haberle acortado el camino hacia la vidriera de 2015. Pero, paradójicamente, ese atajo puede resultar en su consolidación como figura presidenciable o puede definir su franca desaparición del tablero mayor.

La llave a 2015

Como hábil político que es, el chaqueño sabe que su gestión como nuevo administrador del kirchnerismo es la llave que le aseguraría un futuro más allá de los límites provinciales.
De reojo, Scioli olfatea que el desembarco se traduce en un nuevo cerco del oficialismo sobre sus planes presidenciables. Y eso es, precisamente, la pulsión que lo lleva a encarar -en brutal desafíolos temas de la agenda que le marca la provincia de Buenos Aires.
Nadie duda a esta altura de que el problema de la inseguridad es el talón de Aquiles de su gestión. Por ello, el mandatario está dispuesto a hacer lo que tenga que hacer para revertir en el corto plazo la gravísima situación que se vive especialmente en el conurbano, donde está el voto que define la suerte de todo candidato a la Casa Rosada.
Pero la crisis de delincuencia es un flagelo endémico que arrastra años de quiebre social y algo de desorientación y compromiso político. Parece difícil que en poco más de un año pueda haber un giro brusco hacia la pacificación de las calles bonaerenses, que hoy han ganado no sólo los delincuentes comunes sino las bandas de narcos que se dispersan ya por varias zonas del país.
Mientras que el exmotonauta despliega toda su artillería en afinar la maroma que hoy parece asfixiar sus chances, desde el litoral llega la aspiración de Urribarri, que se entusiasmó incluso con ser él y no Capitanich el heredero de Juan Manuel Abal Medina.
Hoy es ya un axioma dentro del peronismo que los gestos de Cristina de Kirchner -en especial los que involucran a su Gabinete-son señales inequívocas de la jefa de Estado sobre sus preferencias en la disputa por la sucesión.

Los esperanzados

Fuera de ese trío de presidenciables, el malón de gobernadores peronistas que se queda en 2015 sin chances de reeditar incluye a José Alperovich (Tucumán), al riojano Luis Beder Herrera, al sanjuanino José Luis Gioja (fuera de discusión ahora por el trágico accidente que sufrió hace unos meses), el mendocino Francisco «Paco» Pérez y Oscar Jorge (La Pampa).
Todos -en público o en privado-fantasean con enmiendas que les permitan forzar un nuevo mandato o saltar de lleno a la pelea por la sucesión presidencial aunque dentro de un esquema con chances acotadas por el propio PJ.
El lote de los gobernadores que sí cuenta con respaldo constitucional para permanecer otros cuatro años incluye, entre otros, al jujeño Eduardo Fellner, al salteño Juan Manuel Urtubey, al chubu-tense Martín Buzzi, al rionegrino Alberto Weretil-neck (como vice heredó el mandato tras la trágica muerte de Carlos Soria) y el cordobés José Manuel de la Sota; Gildo Insfrán en Formosa, Daniel Peralta en Santa Cruz y Claudio Poggi en San Luis.
Una mención aparte merece Chaco. Tras el salto del gobernador Jorge Capitanich al Gabinete nacional se abre un interrogante sobre cómo se computarán los años en la provincia a partir de este reacomodamiento. El actual gobernador a cargo es Juan Carlos Bacileff Ivanoff, vice de Capitanich que ocupó ese lugar en la fórmula que le garantizó al oficialismo dos triunfos consecutivos en la provincia.

Y por casa?

En Chubut, a pesar de la derrota legislativa del gobernante Frente para la Victoria a manos del exgobernador Mario Das Neves, el entorno de Martín Buzzi ya empezó a trabajar por su reelección.
«Requerimos de más tiempo, así que vamos por eso», dijo la subsecretaria de Relaciones Institucionales de la Provincia, Rosa González, e integrante de la agrupación «La Mosconi» que impulsa un segundo mandato.
Los argumentos de quienes sostienen que es necesario reeditar van en la misma línea: cualquier gestión necesita más de cuatro años para completar los proyectos.
La idea de varios mandatarios de conquistar la reelección es, por ahora, sólo trabajo de los brazos políticos que rodean a los gobernadores. Pero se espera que con el correr de los meses y con el sinceramiento además de la escena nacional, lleguen también las acciones concretas en muchos distritos. Los gobernadores saben que en las provincias para ganar las elecciones deben poder sostener el liderazgo. Habrá que ver quien lo tiene y quien lo logra mantener.

Fuente: Ambito Financiero

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