UN MENSAJE POLÍTICO, SIN DÓLAR NI INFLACIÓN. EL NUEVO MAPA SINDICAL Y LOS AMAGUES QUE VIENEN

Recuperando el discurso

romanaEn clave política, casi críptica, con tono peronista y con doble uso del balcón a la militancia K. Así fue la reaparición pública que eligió Cristina Kirchner en la Casa Rosada. El mensaje de la Presidenta, con el que anunció la nueva asignación para jóvenes, estuvo dirigido a mostrar que mantiene las riendas del Gobierno y a minimizar su ausencia de la escena en el último mes. Los dardos fueron para sus clásicos adversarios, a quienes acusó de mentir sobre su estado de salud, aunque esta vez no dio nombres y buscó dar por sobreentendido a quiénes se refería.
«Con qué caricatura me encontraré mañana sobre esta cadena nacional?», bromeó en obvia referencia a los diarios.
Cristina habló de la política y pasó por alto los temas que fueron foco de atención de la sociedad —y del propio Gobierno- en los últimos 30 días: el dólar, la inflación, los cortes de luz y la inseguridad.
En cambio, la Presidenta envió dos señales muy claras. Defendió a La Cámpora (al mencionar un ataque denunciado por militantes de esa agrupación) y aseguró que ella está‘desprovista de ambiciones‘, en lo que sonó a una nueva mención sobre el 2015.
También, ubicó el plan de asistencia presentado como un eje vital del modelo para el largo plazo. Y lanzó -eso sí- un aviso para los gremios: “Dentro de poco tenemos que hablar”

Los ‘gordos’ unidos

“Es increíble: los gremios que antes más criticaban al Gobierno son los invitados a la Casa Rosada”, se sorprendía en diciembre un delegado regional de la UOM, al ver a su jefe Antonio Caló visitar a Capitanich junto al mercantil Armando Cavallieri, el taxista Omar Viviani, José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Andrés Rodríguez (UPCN).
Los dos primeros eran una piedra en el zapato para Cristina hace sólo un par de años: Cavallieri lideraba la resistencia a Moyano junto al resto de Los Gordos (históricos gremios de servicios) y Viviani, luego de la crisis del campo, era de los moyanistas que más incitaba al camionero a romper.
El distanciamiento de Cristina con Moyano luego en 2012 cambió el mapa gremial. La presidenta se empecinó en potenciar a los gremios industriales como la UOM y el Smata, que así terminaron enrolados en una central obrera junto a los enemigos de quien era secretario de la CGT.
Su conducción unipersonal había enfurecido al resto de la comisión directiva y ya en 2011 el camionero sólo reunía en calle Azopardo a sus principales laderos, todos de gremios chicos: Juan Carlos Smith (dragado y balizamiento) y Omar Plaini (canillitas). Esta semana quedó claro que en este año y medio Cristina lejos estuvo de contener a quienes se le habían acercado por hartazgo a Moyano: Roberto Fernández (UTA) y Omar Maturano (maquinistas) fueron a la reunión que el camionero y Barrionuevo hicieron en Mar del Plata.
“Con el negro tengo muchas diferencias y se las dije. Pero ahora estoy por una CGT unida”, confesó Fernández antes de viajar a Mar del Plata. Su paritaria el año pasado terminó mal, con un tardío acuerdo de los choferes de larga distancia y nadie del Gobierno que lo contenga.
Maturano también tuvo un 2013 difícil: su relación con Florencio Randazzo no mejoró y en uno de sus encontronazos lo sorprendió con un paro vespertino.
Los observadores finos dicen que Barrionuevo y Moyano podrían amenazar con un paro casi total, que paralícenla economía e impida a la gente ir a trabajar. No llegaron a lograrlo en noviembre de 2012, cuando lanzaron una medida de fuerza junto a la CTA de Pablo Michelli.

Los miedos

Moyano, además, sumó un dolor de cabeza para Cristina: el vicepresidente de su CGT es Guillermo Pereyra, secretario general del gremio de petroleros con asiento en Río Negro y Neuquén, donde está nada menos que el yacimiento de Vaca Muerta.
Con él, también, se perdió una oportunidad: lo tenían de director en YPF pero lo ignoraron cuando le pidieron que no excluyera el rol de las provincias en el decreto reglamentario de la apropiación. Pereyra se fue de la petrolera y ahora, además, es senador nacional por Neuquén.
Julio De Vido y Carlos Zannini intentaron salvar el mal cálculo de Cristina: se reunieron varias veces con Pereyra para pedirle que no paralizara los yacimientos. Dicen que el último ruego fue la semana pasada y se lo dieron Zannini, Capitanich, Kicillof y Galuccio.
La reunión que la nueva CGT tendrá en un mes en la sede de la calle Azopardo, en la que nadie descarta que pueda haber el anuncio de una medida de fuerza, va abriendo aguas para replantear algunas estrategias y reorganizar fuerzas. Habrá que ver…

Fuentes: Cronista, Ambito Financiero, LPO.

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