HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Volver a las fuentes… con el cántaro un tanto cachuzo

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

El otro día, releyendo algunas de las ediciones pasadas de esta columna, me di cuenta que en muchas oportunidades pierdo el hilo matriz que debería unir temáticamente todas las entregas. O sea, me voy por las ramas y olvido que mi misión es traerles semanalmente historias interesantes y con un dudoso criterio de divulgación científica. Así que este sábado trataré de centrarme en ofrecerles, sin más, datos curiosos que puedan llevar información inútil a sus ya atribuladas conciencias. Para agradecimientos, amenazas, colaboraciones, propuestas de matrimonio, donaciones y óbolos, dirigirse al mail de referencia.
A ver, para arrancar no más, ¿usted sabe qué pasaría si una persona se quedara gritando durante ocho años, siete meses y cinco días?. Ni idea, ¿no? Habrá producido energía sonora suficiente para calentar una taza de café. A decir verdad, realmente no parece valer la pena tanto esfuerzo, considerando el precio de los microondas.
Pero por otro lado, si alguien consiguiera exhalar flatulencias constantemente durante seis años y nueve meses, habría producido suficiente gas como para crear la energía de una bomba atómica. Que, reconozcamos, por más desagradable que parezca, es bastante más útil, aunque habría que ir controlando la dieta básica de los talibanes.
¿Sabía que el corazón humano produce presión suficiente como para arrojar la sangre a diez metros fuera del cuerpo? Verdaderamente impresionante, pero a menos que uno sea un especialista de efectos especiales de películas de terror clase B, no le veo mucha salida laboral.
Otro dato intrigante es que el orgasmo de los cerdos dura aproximadamente treinta minutos.
Ehhh… ¿Qué decir…? Podría traer a colación la creencia en la reencarnación, pero, ¿se puede elegir qué especie nos va a tocar en la próxima vida?
Hablando de metamorfosis, es importante saber que una cucaracha puede sobrevivir hasta nueve días sin su cabeza hasta finalmente morir de hambre. Aunque, piénselo bien… ¡Treinta minutos!
De todas formas no trate de olvidar al porcino golpeando su cabeza contra la pared en forma continua, porque además de hacerse un considerable daño, gastará aproximadamente 150 calorías cada media hora. Y no creo que sea conveniente acudir a la guardia del hospital con una concusión y encima desnutrido.
Tratando de mantener la veta insecto-sexual de nuestra nota, es interesante el hecho que el macho de la Mantis Religiosa o Mamboretá no puede copular mientras mantenga conectada su cabeza a su cuerpo, por eso la hembra antes de iniciar el acto sexual, lo decapita. Sin lugar a dudas, si retomamos el tema de la reencarnación, cerdo si, Mantis Religiosa no, si se puede optar.
Huyendo de la Salomé de los insectos nos encontramos con que una pulga puede saltar hasta 350 veces el largo de su cuerpo. En comparación es como si un hombre saltase toda una cancha de fútbol. ¡A la pipeta! ¡Treinta minutos…! ¿Cuántas canchas de fútbol se pueden saltar en ese tiempo?
Y la pulga justo viene a caer al agua, también, ¿quién la manda saltar 350 veces su largo sin poder ver más allá que su patita? Y cae al lado de un bagre, que tiene más de 27.000 papilas gustativas. En serio, por más gourmet que pueda ser un bagre, ¿qué puede haber tan sabroso en el fondo lodoso de un río?
Abandonemos a la pulga y al bagre, ya que es mucho más atrayente lo de los leones, que pueden aparearse hasta cincuenta veces en un mismo día. Mmmhhh… Cincuenta veces… Treinta minutos… La eterna discusión sobre la calidad o la cantidad.
Otro dato del reino animal que no deberíamos dejar de lado es que las mariposas tienen el sentido del gusto en los pies. Afortunadamente el hombre lo sigue teniendo en la boca. Y ni le cuento los cerdos, que le tiran margaritas, y ellos siguen en lo suyo.
Y hablando de boca, no sabía que el músculo más fuerte del cuerpo humano era la lengua. Aunque si nos quedamos una tarde en una peluquería, comprobaremos que es también el más filoso.
Recuerdo también haber leído, en esa misma peluquería, que el ojo del avestruz es más grande que su cerebro. Es maravilloso como la naturaleza nos emparenta a algunos de nosotros con el reino animal. Y que las estrellas de mar no tienen cerebro. Acá estoy tentado de incluir un chiste machista, pero prefiero mantener mi cerebro del tamaño de mi ojo en su lugar.
Para terminar, dicen que el delfín es un animal casi tan inteligente como el ser humano, pero hay también otra cosa que nos empareja con estos odontocetos, los seres humanos y los delfines son las únicas especies que hacen el amor por placer.
¡¿Ehh?!
¿Y el cerdo, qué?

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