BRASIL

Sin novedades: para la TV, es una Copa del Mundo sin sorpresa

TVEs muy posible que al final del Mundial Brasil 2014 se cumpla el vaticinio de la FIFA y los números de las transmisiones televisivas de este Mundial consigan una nueva marca histórica. Pero ninguna cifra récord como las que se esperan logrará empañar la no menos histórica gaffe con la que arrancó el certamen: una ceremonia inaugural seguida desde la pantalla chica con un tono tan vacilante, opaco y desvaído que resultó indigna de un acontecimiento de esta magnitud, empañada todavía más por la omisión de su momento clave. Como sabemos, en aquel ya lejano 12 de junio no hubo una sola imagen hacia el mundo del joven parapléjico que se aprestaba a dar un simbólico puntapié inicial a través de un dispositivo robótico impulsado por el cerebro.

Ese faltante casi escandaloso puso en duda todo el operativo preparado para llevar al mundo las imágenes de una de sus máximas celebraciones deportivas. Para salir airosos del desafío, a los responsables de la televisación del Mundial no les quedaban más que dos opciones: imponer alguna innovación tecnológica de esas que quedan en la historia o manejar con rigor y equilibrio los muchos recursos disponibles para llevar adelante un trabajo que, al menos, no repita la catástrofe de la apertura.

Después de cumplido el primer tercio del campeonato, todo indica que Brasil 2014 no dejará como legado esencial la aparición de alguna novedad tecnológica capaz de inaugurar una nueva etapa. Lo que fue presentado como el principal hallazgo en la materia, el «detector automático de goles» (Goal Technology) , no dejó muy en clara la utilidad de su función, al menos para el televidente, cada vez que fue aplicado. El sistema utiliza 14 de las 34 cámaras dispuestas en cada partido y determina desde la parte alta del estadio si la pelota ingresa o no en el arco. Durante la primera vez que se aplicó el mecanismo (el segundo gol francés a Honduras, marcado por Benzema), la reconstrucción digital de la jugada alejó las dudas, pero las constantes repeticiones terminaron conspirando contra el dinamismo del juego. Después, el dispositivo fue utilizado en varias ocasiones, la mayoría de ellas innecesarias y en acciones que ni siquiera llegaban a entrañar riesgos o dudas.

Con Goal Technology en segundo plano, tal vez a la espera de alguna situación de verdad controvertida que vaya a surgir de aquí en adelante, el atractivo principal quedó en términos visuales para las secuencias aéreas registradas por la llamada SpiderCam o «araña», una cámara en condiciones de desplazarse a través de la parte superior del estadio, de cabecera a cabecera. Ese recorrido normalmente comienza en una toma general de todo el campo, continúa sin pausas con un majestuoso acercamiento al desarrollo de alguna acción y puede culminar tomando casi de frente a algún jugador en instancias decisivas. Esas cámaras, que son manejadas a control remoto y se mueven sobre rieles transparentes ubicados en la cúpula de los estadios, nos dejarán algunos de los registros visuales más extraordinarios del torneo, pero lo cierto es que no se trata de una novedad, ya que había sido utilizada en Sudáfrica 2010. Lo que vemos ahora es un aprovechamiento intensivo de ese recurso, calificado por el columnista de Folha de S. Paulo Marcelo Tas como un ojo electrónico de 360 grados.

Todo lo demás no pasó del aprovechamiento sistemático y por lo menos prolijo (aquella gaffe de la inauguración no se repitió) de los recursos conocidos, a tal punto que cada gol se repitió -no sucedió lo mismo con algunas jugadas polémicas- desde varios ángulos y con la ayuda de los cada vez más precisos y exactos efectos de cámara lenta. Pero al mismo tiempo vale preguntarse por qué un país como Brasil, reconocido por su espíritu creativo en cuestiones de diseño gráfico, no produjo casi innovación alguna en materia de logos, placas o identificaciones visuales, más allá de la presentación de los equipos con la imagen de presentación de cada jugador moviendo su cabeza y cruzando los brazos.

En definitiva, poco y nada hay de nuevo en la televisación de Brasil 2014. Son tan pocas las innovaciones que lo más comentado pasa por otro tipo de novedades: los botines fluorescentes y los peinados estrafalarios de algunos jugadores, y los disfraces y rostros maquillados de los hinchas.

Por otro lado, aquella prueba de transmitir partidos en 3D que tanto llegó a entusiasmar cuatro años atrás en Sudáfrica parece haber quedado en el camino: el sistema demostró no ser tan útil y cómodo sobre todo para seguir jugadas en velocidad. Y las promesas de transmisión en Ultra Alta Definición (UHD) y formato 4K quedan por ahora para el análisis de los especialistas, porque el espectador común todavía no puede apreciar la diferencia con las emisiones convencionales en HD, ya instaladas y difundidas largamente en el gusto del espectador argentino. Desde esta mirada siempre es mucho más apropiado seguir un partido en la pantalla más grande posible y en sintonía HD (la TV Pública, DeporTV, TyC Sports y DirecTV Sports disponen de ella) que, por ejemplo, hacerlo en alguna plataforma móvil (celular o tablet). Esta segunda opción parece más impulsada por la necesidad. Pero a la FIFA todo esto le importa poco: al final del Mundial hará valer las cifras y dirá seguramente que se batió un nuevo récord de televidentes. La novedad es lo de menos.

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