Página de cuento 631

Las ballenas, ¿Son extraterrestres? – Parte 1

Por Carlos Alberto Nacher
Cnacher1@hotmail.com

Según dicen algunos iniciados en el estudio del cosmos, es probable que estemos rodeados de extraterrestres que nos espían. Estas teorías, por la inestabilidad en el orden social que podrían provocar si fueran comprobadas, no salen de trasnochadas charlas secretas en sótanos, catacumbas y otros lugares por debajo del nivel de la calle.
Entre muchas otras, hay una hipótesis que afirma que las ballenas, estos animales ejemplares de los que quedan pocos idems y pocos items también, provienen del espacio exterior.
Esta afirmación explosiva, que por sí misma generaría una tremenda incertidumbre en las masas, está basada en algunas evidencias que, según dicen, no admiten la menor duda.
La primer pregunta es: ¿cómo llegaron al mar?
Muy simple: volando desde arriba para abajo, lo cual no tiene nada de reprochable. Sí podía haber sido cuestionada esta afirmación en siglos pasados, cuando nadie podía creer que algo más pesado que el aire pudiera volar; pero ahora que vuelan aviones y cohetes mucho más pesados que dos ballenas juntas, no hay nada que demuestre que una ballena no podría volar.
Asimismo, la humanidad hace apenas unos 600 años estaba segura que la Tierra era el centro del universo, y ahora, ¿qué me dicen?, ¿eh?.
Además, existe el viejo dicho popular tan conocido: «éste se piensa que las vacas vuelan», refiriéndose irónicamente a alguien que cree cualquier estupidez, ya que aparentemente nadie vio nunca a una vaca volar. Sin embargo, el acerbo cultural argentino habla, en algún verso campero, de algo así como «de las aves que vuelan me gusta el chancho, porque vuela bajito como el carancho», y nadie en su sano juicio se animaría a refutar estas coplas, tan tradicionales y respetables como el mismo Martín Fierro, la biblia del gaucho. Es probable entonces que, como los chanchos, las ballenas vuelen también bajito (dado su importante peso), y entonces pasen desapercibidas para el ojo humano.
La segunda pregunta es: ¿adónde van cuando no están acá?
Muy fácil: a una base suboceánica con tecnología tensorial, situada en alguna parte de los mares, en un foso a 11000 metros por debajo del nivel del mar.
Sí lector, no se quede con la boca abierta y siga leyendo un poco más.
En primer lugar, entre los estudiosos del tema nadie sabe adónde emigran, es como si desaparecieran por arte de magia, pero, ¿cómo pueden desaparecer semejantes animales, los más grandes del mundo de hoy, sin dejar rastros?.
Nadie responde a esto, aunque nosotros afirmamos, sin lugar a dudas, que dentro del organismo de una ballena adulta se puede montar fácilmente un verdadero laboratorio móvil de la más alta tecnología humana, ni hablar de los extraterrestres, que tienen un cerebro altamente deshumanizado, es decir, mucho más profundo y que además cuentan con estructuras de materiales biominerales, con una gran resistencia a las altas presiones, por lo que podrían sumergirse bien hasta el fondo sin sentir ni la más mínima atmósfera de presión en la piel.
La tercera pregunta es: ¿a qué vinieron?
Qué pavada: obviamente, a observarnos. Estas criaturas tratan de acercarse lo más posible a los barcos de avistaje de ballenas que pululan a su alrededor durante su estadía en estas costas, siempre teniendo mucho cuidado de no dañar ni alterar el hábitat de los especímenes humanos que se les acercan, para evitar alterar el sistema ecológico.

Continuará…

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