DOS SÍNTOMAS DE LA DECADENCIA NACIONAL: EL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y EL SINDICALISMO MONOPÓLICO. FALTA MODERNIZAR EL ESTADO Y PENSAR EL FUTURO

Lo que no fluye, atrasa

Por Guillermo Sandler

p3Dos causas (no las únicas) explican la decadencia argentina: el régimen tributario y el sindicalismo monopólico. En el año 1997 publicamos un artículo “La globalización económica y su impacto en las finanzas públicas” en donde expresábamos que el mundo estaba cambiando. (..) Y así fue, aceleradamente.
La globalización económica a su vez ha llevado –entre múltiples cambios- a una pérdida en la importancia de la política financiera nacional frente a los mercados de capitales del mundo. La declaración del default argentino no provino por el no pago de la deuda, sino que el mercado de capitales internacionales le puso tarjeta roja al Estado Nacional.
Los Estados nacionales han adquirido nuevos roles. En ese marco, cobra dimensión otro elemento fundamental que es la infraestructura estatal hacia la globalización económica y que debe ser el contar con una red de comunicaciones en materia de autopistas, puertos, ferrocarriles, ríos, aeropuertos, originando un sistema integrado del transporte.
Finalmente a los efectos que los Estados nacionales puedan dar cumplimiento a tales funciones públicas se requiere una Administración Pública orientada a gestionar en base a costos (no gastos) y eficiencia tanto a nivel nacional como provincial y municipal, siguiendo los principios del federalismo económico y no simplemente un federalismo fiscal.

El régimen tributario actual

El orden tributario de una Nación es quizás la columna vertebral de una sociedad democrática y de bienestar para todos. Bien decía el profesor inglés C. Norticote Parkinson, el régimen tributario de un país lo hace grande o lo destruye.
La ciencia de las finanzas públicas establece que un orden impositivo deberá cumplir una serie de condiciones que resultan de su contenido en cuanto financiar la estructura de bienes públicos que demande la sociedad; la segunda será atender cierta redistribución que permita la mejor equidad entre los ciudadanos del país; la tercera función es que el orden impositivo deberá a coadyuvar a los objetivos de la política de corto plazo (nivel de precios, plena ocupación del empleo y equilibro del sector externo). Asimismo debe tener en cuenta la política de desarrollo en el aspecto económico-social referido al crecimiento global, desarrollo regional, uso racional de los factores productivos, la calidad del medio ambiente, condiciones laborales, seguridad.
Finalmente forman parte del orden tributario racional la función fiscal tanto en la obtención de los recursos para el financiamiento de las funciones citadas, la economicidad en su uso para lo cual se requiere una organización eficiente del Estado en cuanto a definir sus funciones, los recursos y gastos interjurisdiccional y de cada unidad política-territorial (Nación, Provincias y Municipios).
Evidentemente, nada de esto tiene que ver con el absurdo régimen tributario argentino. Distinguimos muy claramente entre orden tributario y régimen tributario. El régimen es el conjunto de normas incoherentes en muchos casos y sin criterio económico. El profesor doctor Antonio Margariti afirma que el régimen fiscal argentino es un “perverso galimatías”, que son burlados los derechos y garantías en una maraña tributaria; una jungla legal compuesta por 35 impuestos nacionales, 10 impuestos al trabajo, 23 impuestos provinciales, otros impuestos encubiertos, 27 regímenes de información fiscal y 20 retención y percepción de impuestos ajenos.

El sindicalismo monopólico

A la par hay otro tema clave. El economista alemán Walter Eucken en su “Fundamentos de la economía política, desarrolla una matriz de doble entrada en que destaca 25 formas de mercado. En el primer casillero estable el mercado en competencia perfecta por ambos lados (oferta y demanda) en que el poder económico está prácticamente atomizado, mientras que en casillero 25 se encuentra el monopolio bilateral por ambas partes y el poder económico es absoluto y totalmente ineficiente (Caso CGE-CGT).
En nuestro país las relaciones laborales generadas en la década de fines de los 40 se basan en la Carta del Lavoro de Benito Mussolini del año 1927 más las múltiples reformas que han llevado a lo largo de estos años que no pueden responder a las condiciones y necesidades del mundo actual de economía globalizada y digital.
Al margen de que esta legislación laboral no permite el crecimiento ni el desarrollo del país como lo ha demostrado Margariti, concluyendo que entre la presión tributaria global por parte del Gobierno y la presión sindical sobre los salarios, de cada 100 pesos que recibe el ciudadano por su trabajo, solo 25 pesos ingresan a su bolsillo.
Lo que llama la atención es que la dirigencia sindical no esté a la altura de lo que hemos llamado los ‘visionarios´ y sólo pretenden permanecer aferrados a la vieja consigna perimida, resolver problemas personales y familiares como se puede notar en la actual dirigencia sindical. Son cargos de verdadero nepotismo, enriquecimiento personal y familiar. En muchos casos dueños de empresas o dirigentes políticos usufructuando su poder sindical e incluso paralizando coactivamente actividades empresariales, empresas públicas, funciones sanitarias, hospitalarias, educativas o donde exista alguna ingerencia gremial. Basta mencionar pocos casos emblemáticos: AA, Ferrocarril Sarmiento, Metrovías y los sindicatos de los “trabajadores de la educación” en la Provincia de Buenos Aires.
Lamentablemente el sindicalismo nacional no percibe que la digitalización de la economía mundial -como lo hemos mencionado- llevará inexorablemente al cambio de los comportamientos, entre ellos los laborales, como se percibe ya actualmente en cierto gremio vehicular.

Conclusiones y recomendaciones

Los que hemos vivido los avatares de nuestro país, Argentina se encuentra en una situación óptima para producir un cambio de 180 grados en su decadencia económica, social, política, cultural y de prestigio internacional. Para ello, el actual Gobierno, al que hemos apoyado y seguiremos apoyando a pesar de errores, es necesario que reconsidere su ubicación histórica en este mundo global y convoque a lo mejorcito que exista en el país para que sin ánimo de rencillas políticas, gremiales o culturales comience a diseñar modelos parciales que inserten al país en el mundo que viene para las nuevas generaciones y vayamos saliendo del estado de estancamiento en que nos encontramos desde hace muchos. De no ser así seguiremos en el plano casi secular de la decadencia.
No se resuelven los problemas con más endeudamiento, más gasto público inútil e ineficiente, con blanqueos, con tipos de cambio administrado, con empleo público exorbitante burocrático, con derechos sin obligaciones.
Entre las recomendaciones, ya que existe un Ministerio de Modernización del Estado, sería interesante que, en primer lugar ad honorem, ubique a aquellas personas que puedan aportar alguna idea interesante debido a su experiencia profesional y académica, en segundo lugar que se avoquen a tres problemas sustantivos: diseñar un orden tributario en base al federalismo económico; nueva institucionalidad de las relaciones laborales para la época y dar cumplimiento a la ley de ordenamiento territorial del país, verdadero caos
Muy bien lo decía el profesor Peter Drucker, “No hay países subdesarrollados, sólo hay países mal administrados y la administración no la crean en modo alguno la ayuda de gobierno a gobierno, ni el dinero, la crean el ejemplo, el liderazgo, la asignación de responsabilidades.” (…)

Fuente: * Ensayos sobre Economía del Estado

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