LA INACCIÓN MACRISTA POR AMPLIAR LA BASE POLÍTICA LE OCASIONÓ EL CRECIMIENTO OPOSITOR. DAS NEVES APRESURA EL FRENTE ELECTORAL QUE LE GARANTICE TRANQUILIDAD EN 2017

Clases y alumnos

Entramos a la última quincena del último mes del año con un escenario bastante complejo política y económicamente. A nivel país Cambiemos no termina de convencer con sus idas y venidas, pese a la paciencia que los gobernados que los votaron vienen teniendo merced a la expectativa generada de recambio, luego de doce años de kirchnerismo peronizado. La consultora CCR dio a conocer la evaluación que la población tiene sobre el gobierno del presidente Mauricio Macri, así como de la situación económica general y personal. Según su última encuesta, los resultados mostraron un marcado deterioro a lo largo del año con acento en el segundo semestre. Sólo un 12% de los encuestados consideró que el Gobierno está haciendo bien las cosas políticamente mientras que un 84% de los argentinos cree que la situación económica es mala o muy mala.
A nivel provincial, se podría decir que Chubut aguantó estoicamente el vaciamiento de las arcas públicas, logrando sostener los pagos y reactiva en mínima medida algo de la obra pública. Todo merced a una nueva toma de deuda y pese al trabajo a media máquina que logró sostener el Gobernador el primer semestre debido a su situación de salud. Pero como los relojes políticos no consideran el mismo calendario gregoriano, los períodos que verdaderamente valen para hacer balances son los electorales. Y en eso se puede decir que la gestión de Mario Das Neves fue ampliamente más productiva que los cuatro años anteriores juntos: logró recuperar el poder por poco margen, pero terminó fidelizando a la mayoría de los Municipios a costa de gestión, carisma y autoridad (porque este año billetera nadie puede decir que se aplicó). Además empardó las manos en el Legislativo, empujó los cambios esperados en el Judicial y disfrutó del desfiladero opositor por los Tribunales. Además, afrontó los cambios de Gabinete espontáneos, forzados e inesperados que se dieron estos doce meses, estoicamente y sin mayores sobredimensionamientos ni resentimientos de estructura, por lo menos hasta ahora.
La semana que cierra resultó probablemente el momento más claro del fortalecimiento y reencuentro de Das Neves con su perfil conductor, al liderar en el Congreso de la Nación la cruzada patagónica para recuperar los reembolsos por puertos que intenta bajar Cambiemos. Esto implicó un disparador oportunísimo para reencontrarse con la acción, con la alianza massista y mostrar sus condiciones reales de operación, donde le lleva algunos cuerpos de ventaja a varios gobernadores.
Con esto, se desataron otras cuestiones como replantear su alianza con el PRO y el Radicalismo y en ese marco, repensar el aclamado Frente Electoral que se llamaría Chubut Para Todos y que ahora expondría menos aliados, pero más definiciones y proyección. Para esto, este sábado liderará el Encuentro Provincial del partido gobernante “Chubut Somos Todos” en el Gimnasio Municipal de Gaiman y, entre los puntos salientes del orden del día, se evaluará la realización de alianzas de cara a las elecciones legislativas del año próximo. El Frente Peronista de Gustavo Mac Karthy y el “Celesteblanquismo” populista que responde a Adrián Maderna, serían probablemente dos de los sectores que se sumen a engrosar “oficialmente” la militancia de la pulserita verde que caracteriza a los dasnevistas puros.

Escenarios cambiantes

Como dice el columnista Ignacio Fidanza, Ganancias, resultó ser así un punto de quiebre en las relaciones de poder. “La Argentina no defrauda al que le gusta la política. Sólo hay que tener la precaución de ponerse el casco. Con velocidad de vértigo reconfigura liderazgos, ciclos ideológicos, procesos económicos. (…) Salvando las distancias, Massa se erigió esta semana como un eje que articuló debates de cuestiones tan propias de un Gobierno como puede ser definir a que sectores se le aumentarán impuestos y que nivel de carga fiscal soportarán los salarios. Negoció con los distintos bloques de diputados, con el líder de la bancada mayoritaria del Senado y con los gobernadores. Eso, es una descripción bastante lineal de lo que se conoce como gobernar. Lo notable es que en esa ecuación estuvo ausente una figura habitual: El Poder Ejecutivo.
Es decir, el pasado martes la Argentina inauguró otra experiencia en su largo recorrido de excentricidades: Un parlamentarismo ad hoc, limitado a las fuerzas de la oposición, construido sobre la marcha, con las urgencias del último minuto que nos caracterizan. Los diputados se dieron incluso el lujo de mandarle un mensaje a corporaciones como la minería: Lo que arreglen con el Presidente, si no está validado por este cuerpo, se puede revertir. La pregunta del millón, más allá de la adrenalina de la política, es ¿quién va a invertir en la Argentina con esas condiciones? Bien mirado lo que ocurrió fue la cristalización de lo que anticipó Monzó, la conciencia crítica –no escuchada- del macrismo. La mezquindad o pereza para ampliar la base política del Gobierno, terminó generando un vacío de poder que Massa aprovechó hasta la última gota. La coalición que se formó en torno al dictamen de Ganancias supera por varios cuerpos el tamaño del oficialismo. De esa magnitud es el problema que tiene ahora Macri, por desoír una advertencia sensata: En política conviene desactivar las amenazas, sobre todo antes que existan.

Ojo con el autoengaño

El Gobierno está ingresando en una dinámica muy peligrosa, advertida hasta el aburrimiento: Creer que el relato que construye en los medios afines es la realidad y no una intervención para tratar de incidir sobre la realidad. En los principales diarios se publicó hasta este mismo martes -en base a fuentes oficiales-, que los gobernadores iban a torcer la voluntad de Massa y Bossio, diezmando sus bloques.
Esta fantasía llegó al ridículo de anunciar el apoyo de Mario das Neves al proyecto de Cambiemos, el mismo día que el gobernador explotaba en los medios de su provincia contra el Gobierno, por sacarle los reembolsos a los puertos patagónicos. Es decir, la pereza llegó al punto de no chequear en Google.
Por eso la derrota de esta semana tiene proyecciones muy inquietantes. Confirma que los gobernadores peronistas siguen profundizando un giro que iniciaron al voltear la reforma política: El período de gracia del Gobierno terminó. ¿Por qué? Porque la recesión está lastrando su recaudación y porque se cansaron de las promesas del Gobierno de giro de fondos y obra pública, que no se terminan de concretar.
Revela también que como en Terminator, el peronismo parece haber iniciado un proceso de reagrupamiento de sus partes.

La embriaguez del poder

Pero nada de esto parece afectar a la Casa Rosada y ese es el primer dato muy negativo del presente. Con la misma indolencia que encaró otras situaciones delicadas -Milagro Sala-, Macri permitió que su ministro del Interior, Rogelio Frigerio, principal interlocutor con los gobernadores, partiera a China en el momento crítico de la negociación. Lo hizo pese a que no tiene dos Frigerios, pero sí muchos burócratas para seguir lidiando con los chinos.
Es evidente que al Gobierno le está faltando conducción política, alguien que marque el pulso del día a día de las inevitables negociaciones, que organice los frentes de batalla y que entienda cuando llegó la hora de bajar el martillo.
Una jefatura táctica que establezca prioridades y organice los distintos frentes de batalla y negociación, que presione y afloje, y baje el martillo cuando haya que hacerlo.
La Casa Rosada podría haber negociado un proyecto común, Massa y otros sectores esperaron esa señal hasta el lunes a las once de la noche. El Gobierno eligió jugar una guerra de nervios y no tuvo la sensibilidad para percibir el momento justo en que esa amenaza se había convertido en papel mojado y había que acordar.
Pero por detrás de esa actitud anida un debate mas denso: Macri debería convocar a la oposición peronista a integrar un gobierno de coalición y sellar un pacto de gobernabilidad.
No es un secreto que esa propuesta se choca con el rechazo de Macri, Marcos Peña y Durán Barba. Que es el núcleo de pensamiento que hoy gobierna. Por eso, frente al fracaso, el recurso de doblar la apuesta e iniciar una campaña contra el peronismo, apostando a profundizar la grieta y fidelizar el voto propio.
El recurso fácil de convertir todo fracaso político en un intento de golpe o apelar a la memoria histórica de un peronismo que “no deja gobernar”, implica no sólo transitar una senda gastada, sino además hacer propio un discurso de la derrota, hasta ahora más asociado al radicalismo. Mismo reflejo que se observa ante los reclamos internacionales por Milagro Sala. Un gobierno que lejos de abrirse se cierra en una apuesta a conservar el apoyo de su núcleo más fiel, que es el antiperonista. Un programa de minoría”. Habrá que ver…

Fuentes: NA, LPO, propias

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