LA CGT SUMÓ A LAS DOS CTA Y MOVIMIENTOS SOCIALES A LA PROTESTA DEL MARTES 22. LA DISCUSIÓN INTERNA POR EL SENTIDO DE LA OPORTUNIDAD ANTE UN GOBIERNO FORTALECIDO. LA FOTO DE “LOMA” AVILA Y LAS DEFINICIONES PENDIENTES

El ritmo del post feriado

Mientras Mauricio Macri se tomará un descanso después de la extenuante rueda electoral del domingo pasado, sabe que a su regreso tendrá bombos en puerta el mismísimo martes. Es que la CGT sumó ayer la adhesión de los dos CTA y de los movimientos sociales para la protesta del M22, cuyo epicentro será en la Plaza de Mayo.
Juan Carlos Schmid , uno de los integrantes del triunvirato de mando de la CGT, y el número dos de los camioneros, Pablo Moyano , cerraron el apoyo de sus colegas ceteístas Pablo Micheli y Hugo Yasky , y acordaron el rosario de reclamos que reivindicarán el martes en la plaza: rechazo a la flexibilización laboral y al intento oficial de una reforma previsional; defensa de los puestos de trabajo; exigir una jubilación digna y paritarias libres; finalizar con las intervenciones en los gremios, y pedir la aparición con vida de Santiago Maldonado, activista de la Resistencia Acestral Mapuche.
Schmid y Moyano visitaron la sede de la CTA de los Trabajadores, que encabeza Yasky, y sellaron «la unidad en la acción» en un documento. Participaron también de la reunión la jefa de la Ctera, Sonia Alessio, y el docente Roberto Baradel, que sueña con ser el líder de la CTA unificada en 2018.
El triunvirato piquetero, que conforman la CTEP, CCC y Barrios de Pie, también garantizó su apoyo y movilizará a sus adherentes. Este sector reclama la emergencia alimentaria e incluso hoy tenía previsto una reunión con funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social. Con estos nuevos apoyos, en la CGT se entusiasman con reunir el martes a unas 250.000 personas.

Blindados por camioneros

Para evitar que se repitan los incidentes de la marcha del 7 de marzo, la CGT reforzó la seguridad para el martes y ubicará el escenario de manera estratégica para evitar «ataques por la retaguardia», como el que le adjudican a la izquierda sindical y a infiltrados kirchneristas. Ese día, una movilización a la Secretaría de Comercio terminó en incidentes porque los jefes de la CGT dilataron la fecha de lo que luego fue el primer paro nacional contra el Gobierno. Hubo silbidos, abucheos y agresiones. El temor a que se repita la violenta tarde del «poné la fecha, la puta que te parió» está latente.

Ganó la avanzada

El escenario esta vez se ubicará de espaldas a la Casa Rosada, a la altura donde se ubica el asentamiento de los ex combatientes de Malvinas. Por el momento, habrá un solo orador: Schmid.
El dirigente portuario se siente fortalecido tras la ratificación de la protesta y torcer la posición de «los Gordos» (grandes gremios de servicios), que pretendían bajar la protesta y mantener un perfil más moderado en su vínculo con el Gobierno.
En la hoja de ruta de la CGT está previsto convocar para el 12 o 14 de septiembre un comité central confederal (el órgano resolutivo) para «profundizar el plan de lucha», según advirtió Schmid. De esa cumbre, que será una suerte de cabildo abierto sindical con representantes de todas las regionales cegetista, podría surgir la fecha del segundo paro nacional contra la gestión de Mauricio Macri. Ese debate, sin embargo, no está hoy maduro.

Tirante y con suspenso

En esa primera reunión que mantuvo ayer el sindicalismo argentino tras las primarias del domingo se desarrolló en un clima de extrema tensión por las diferencias internas, no solo respecto del plan de lucha vigente y la movilización pautada para el martes que viene, sino por los amagues de ruptura por parte de los sectores enfrentados.
El debate central giraba entre los gremios mayoritarios, que proponen dejar en suspenso la marcha, y los aliados de Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, que reclamaban mantenerla y elevar el nivel de confrontación con la administración de Mauricio Macri.
La disputa encubre, de fondo, las ambiciones de cada espacio con vistas a un reagrupamiento interno tras las elecciones legislativas de octubre y el eventual fin anticipado del triunvirato de conducción que integran Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, atravesado por turbulencias y cuestionamientos. La estrategia divide a los «gordos» de los grandes gremios de servicios, los «independientes» cercanos al Gobierno y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), entre otros sindicatos negociadores, del sector de Moyano junto a Barrionuevo y el bancario Sergio Palazzo, listos para protestar.
Esta semana la Corriente Federal de Trabajadores, el espacio disidente que comanda Palazzo, puso al descubierto una confrontación que hasta ahora se mantenía a puertas cerradas. La CFT dio a conocer un comunicado en el que «exige al Consejo Directivo» de la CGT cumplir «con el mandato unánime» del último plenario, del 28 de julio, y concretar «la movilización a Plaza de Mayo el 22 de agosto».
«Las condiciones por las que la movilización fue decidida no han variado. La política económica del Gobierno sigue empeorando la situación de los trabajadores. Asimismo, la decisión explícita de imponer una reforma laboral, previsional y tributaria regresiva sobre los derechos de los trabajadores y de los sectores más vulnerables de la sociedad, representa una amenaza insoslayable», señala el texto. En paralelo, Palazzo opinaba que «no marchar sería un mamarracho» y actuar «con la lógica de Macri, que defraudó a sus votantes haciendo lo contrario de lo que prometió en campaña».
El bancario metió más presión al señalar que de no hacerse la movilización, el documento dado a conocer en el plenario no tendría validez en ninguno de sus puntos, «particularmente lo que (los líderes de la CGT) escribieron diciendo que no iban a negociar los derechos de los trabajadores». Y agregó: «Sé que hay sectores de la CGT que van a seguir sosteniendo la marcha y un plan de lucha, porque tienen historia y tradición de lucha que no la van a rifar detrás de una aventura oportunista de quedar bien con este Gobierno».

Los que resignaron la bandera

Otros gremios dispuestos a resignar la marcha eran los docentes de UDA, los encargados de edificios de Suterh, alineados con la lectura de los sindicatos mayoritarios de evitar una protesta contra el Gobierno pocos días después del aval que recibió en las urnas. De igual forma avisaron que no irán los del Movimiento de Acción Sindical (MASA) que orientan el taxista Omar Viviani y el ferroviario Sergio Sasia y que días atrás anunciaron su reincorporación a la vida interna de la CGT.
Además del análisis electoral y del plan de lucha, el Consejo Directivo analizó cuestiones más domésticas como un llamado inconsulto de Pablo Moyano (responsable de Organización) a delegaciones del interior y un posible recambio de la custodia del edificio de la CGT, hoy hegemonizada también por el sector del camionero.

La foto de la discordia

En Chubut todo el arco gremial terminaba la semana hablando de los durísimos cuestionamientos por redes sociales que recibió el líder de Petroleros y presidente de la empresa estatal Petrominera, Jorge “Loma” Ávila que mientras se dirimía entre cuestionamientos al candidato mayoritario del Peronismo-Frente para la Victoria por considerarlo extrapartidario y el concepto que remarcó en octubre del año pasado sobre el gobierno y liderazgo de Das Neves como “el hombre que empieza a cambiar la historia de Chubut”, terminó sacándose una foto demasiado amistosa a la vista de sus agremiados, con toda la cúpula chubutense de Cambiemos en el marco de la visita a Comodoro Rivadavia del ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Al decir de algunos trabajadores, la foto sería lo de menos, lo importante son las definiciones políticas que no se terminan de dar del todo. Esquirlas de las PASO, dijera un colega.

Fuentes: AF, LN, propias

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