ESCRITOS DEL NUEVO TERRITORIO

Al filo del yin y yang

Por Alejandro Lodes

El bien y el mal existen en cada acto de nuestras vidas, no es posible evitarlo ya que es una parte nuestra, como una mancha imposible de quitar.

El atardecer empieza a teñir el cielo, y luego de terminar su entrenamiento, Haohmaru va hasta la taberna más cercana para embriagarse y poder descansar de una buena vez. Él sabe que lo necesita para apagar sus voces internas y ponerle una pausa a todo. Estando allí puede percibir que a los lugareños no les agrada tener un guerrero solitario cerca, pero a él no le importa ya que sólo desea sus tres sakes que ha ganado. Intenta apagar sus instintos una vez más, pero es silencio lo que necesita ahora y es cuando se marcha e inicia su partida hacia el oscuro callejón que lo llevará a su casa. En la vida nada es simple como siempre, y una sombra violácea se acerca frente a él.

Aunque intenta ignorarla, para evitar un combate innecesario, no se aparta de su vista y entonces enfurece gritando levemente “El acero de esta katana puede cortarlo todo, incluyendo tu miserable existencia!”, mientras se prepara para desenfundar. La calma se torna en violencia cuando unos dientes aparecen en la sombra que toma forma humana.

No creo que te animes a hacerlo” – Susurra el esbirro mientras se le acerca y le muestra un rostro muy familiar… su propia imagen.

Empieza a nevar y como si se tratara de un espejo la sombra puede imitar sus movimientos. Inician una batalla sin sentido donde cada golpe lastima sus cuerpos, y sin importar quien golpee primero ambos sienten el dolor. Es cuando una distancia los separa brevemente.

Deja que te muestre esto” – dice su oponente al morderse un dedo pequeño hasta arrancarlo junto con una sonrisa maléfica. Al mismo tiempo Haohmaru siente un suave calor por su mano derecha mientras siente la sangre corriendo. Él también ha perdido un dedo. El dolor no le molesta pero debe aceptar que en ésta batalla no podrá usar su sable, no al menos como lo esperaba.

Su dedo no le importaba, pero hasta ahora solo había tenido cicatrices superficiales luego de tantas batallas… Habían herido su orgullo, ya no era una persona entera.

Parece que realmente me has enfadado!” – Grita Haohmaru y desenfunda. Inesperadamente usa su katana, y con ganas de vencer corta ambos brazos de su oponente, sabiendo que el destino haría lo mismo con los suyos. La sangre fluye como un río sin curso, entonces adopta la posición de loto enseñada por su viejo maestro.

Ambos sangran y sabe que es una cuestión de fe o elección. Debilitándose poco a poco y sin brazos para luchar, sus recuerdos felices lo mantienen con vida. La sombra parece arrepentida del encuentro, puede verse en su rostro una gota de sudor al mismo tiempo que sus ojos se cierran. Aquello que lo llena de tristeza se retira junto al esbirro.

Soy mi propio enemigo y lo he derrotado” – Pronuncia mirando al cielo, desvaneciéndose y pensando en su cercano final. Es entonces cuando despierta del trance sintiendo que ya no es el mismo.

El entrenamiento ha terminado” – Dice el sabio maestro mientras le muestra que está intacto. Puede sentir todo su cuerpo y se siente más fuerte que nunca. Haciendo una oración, junta sus palmas y recita “No hay mejor enemigo que uno mismo, esas son las batallas que debemos vencer”.

Un nuevo día ha comenzado para todos, que nada los detenga hasta completar el entrenamiento.

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