CRISIS EN CAMBIEMOS EN EL PEOR MOMENTO: ROZAS SE FUE ENOJADO CON MACRI. CON ESTA SALIDA RADICAL Y LA DE SANZ, SUBE LA COTIZACIÓN DE NEGRI. FUERZA LA RENEGOCIACIÓN DE POSICIONES DENTRO DE CAMBIEMOS

Un portazo con resonancias

Por Ignacio Zuleta

Al fin alguien le puso un poco de tensión a la desganada campaña electoral: Ángel Rozas cerró una reunión del interbloque de Cambiemos en el Senado con el anuncio de su renuncia a la presidencia de esa entente del oficialismo. Y provoca una crisis importante en la alianza de gobierno en plena campaña electoral y adelanta, por la fuerza, la renegociación de posiciones de los aliados de Cambiemos que se esperaba con la nueva integración del Congreso.
El senador por el Chaco pasó el día en cabildeos más o menos rabiosos, masticando bronca porque Marcos Peña no lo incluyó en la reunión de jefes parlamentarios del lunes. Pero más porque Mauricio Macri ni le avisó la semana pasada que visitaría su provincia, Chaco.
Dejó que corriesen las horas hasta el final del día y cuando los integrantes del interbloque se levantaban de la reunión los sorprendió: “- Quiero decirles que renuncio a la presidencia de este interbloque”. Hubo conatos de pánico, pero fue inflexible: “es indeclinable”. Argumentó el desaire chaqueño, que intentó minimizar Federico Pinedo. “- Eso no es Macri, no hay que darle importancia. Si a nosotros también nos hacen cosas parecidas”. Para evitar los anticuerpos le había huido al diálogo con sus pares del radicalismo nacional que, a modo de red, administran la herencia vacante de la conducción del partido. Hombres como Mario Negri, Gerardo Morales y Ernesto Sanz, que de ellos se trata, se enteraron cuando ya era un hecho consumado.
Carlos Marino, un pampeano que responde directamente a Enrique Nosiglia, intentó conversar con él antes de la reunión de la despedida, pero no lo logró. Algo sabría, pero Rozas lo esquivó hasta el final.
Antes de esa reunión mantuvo un críptico diálogo por teléfono con Negri en el cual se quejó de que no lo habían invitado a la reunión con Peña del lunes. En la reunión de coordinación de gabinete de ayer había una silla con el nombre de Rozas, pero la dejó vacía. Negri minimizó el hecho, pero escuchó: “Tengo que cuidarme la salud. Ya sé lo que tengo que hacer”, remató Rozas. Algún testimonio de esta queja llegó a Olivos, pero la respuesta fue de baja intensidad: un mero mensaje de disculpa de Paula Bertol, Secretaria de Relaciones Parlamentarias y Administración de la Jefatura de Gabinete. “- Fue mi culpa, me olvidé de invitarte”. Fue el máximo desprendimiento de la oficina de Peña.

Basta de destrato

Lo grave del gesto de Rozas es que su gesto individual, y diríase inconsulto – esperable en un partido sin conducción más que la formalidad de José Corral – expresa el malestar del radicalismo por el destrato que dice recibir de sus aliados del Pro. EL contexto es lo que le da un significado mayor al ademán personal. Antes de ahora en la cámara de Diputados se habló de desintegrar el interbloque para dejar al partido en libertad de negociar con el Pro sin dejar la alianza electoral cada proyecto de ley.
La pelea entre la mesa de Olivos que integran los entornista íntimos de Macri con el ala política del Congreso, se extendió durante todo el año pasado. Los políticos se quejaron de improvisación y de decisiones inconsultas de Olivos que los obligaron a salir como bomberos a dar explicaciones y enfrentar a la oposición. Ocurrió en casos como el contrato con el Correo, las denuncias de Panama Papers, la baja de las jubilaciones, la eliminación de pensiones por discapacidad.
El pliego de quejas incluye algunas sobre Gabriela Michetti por su manera de conducir las sesiones, en las que suele apartarse del reglamento, no cumple los acuerdos de Labor Parlamentaria y hasta le ha negado alguna vez palabra al oficialismo. Este trato reproduce, en palabras de Rozas, la desconsideración a los ministros del partido en las reuniones de gabinete, en las que dice, les cuesta tomar la palabra.

Desdramatizando

Rozas en las explicaciones que dio algunos interlocutores discretos sostiene que su decisión no implica que la UCR abandone Cambiemos. También que es algo personal que tienen que escuchar en el gobierno y también sus correligionarios. Cree que Mario Negri es un buen candidato a presidente del partido, pero si acepta debería también dejar el interbloque, aunque mantener la jefatura de la bancada UCR. Aunque para él, Negri sería el candidato más oportuno. Tiene reservas a favor de Federico Storani, aunque entiende que expresa una sobre carga de radicalismo `ancien régime´.
Esta renuncia de Rozas compromete también la posición de Negri, que pasa a pagar más como valedor de la alianza. Ha tomado funciones que ejercía Ernesto Sanz dentro del gobierno, y sin Rozas en el interbloque, duplica la cotización.
También entiende la dimensión de la crisis que su gesto implica para el oficialismo. Por las razones de su salida ningún radical del bloque puede aceptar la conducción del interbloque. En la reunión de Labor Parlamentaria de ayer miércoles, ya estará a cargo del interbloque su vicepresidente, el conservador por Corrientes, Néstor Braillard Poccard.

Se adelantó la interna

Para el radicalismo es un golpe de tensión porque adelanta y pone en la superficie posiciones encapsuladas hasta ahora. Uno es el debate por el poder dentro de Cambiemos que sobrevendrá después de las elecciones. Desde el 10 de diciembre de abre el turno reelectoral de Macri y la intención de los radicales es ponerle un candidato a vicepresidente en la fórmula de 2019. Eso es lo que encierra, más allá de las palabras, el debate interno por los bloques, por el Comité Nacional – que renueva la presidencia del partido a fin de año – y los cargos legislativos.
Ese debate va a forzar reacomodamientos internos en el oficialismo del Congreso. Ya está blindada la cúpula de Diputados con Monzó-Negri-Massot. Pero en el Senado la llegada después de diciembre de Humberto Schiavoni es un golpe de macrismo que puede hacer tambalear la precedencia que, hasta ahora, ha tenido el radicalismo en el manejo del interbloque. Schiavoni es el presidente del Pro nacional y reporta a Macri. En el Senado mandan hoy Gabriela Michetti y Federico Pinedo, identificados con el antilarretismo y el antimarquismo desde la puja del 2015 por la candidatura a jefe de gobierno.
Con Schiavoni, Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña tendrán en el Senado una correa de transmisión de más confianza. Eso debe haberlo ponderado Rozas al tomar la decisión de dejar el interbloque. Schiavoni y los nuevos senadores Pro que ingresarán a la cámara son una amenaza a la jefatura de Rozas. Lo saben todos, por eso es entendible que se sienta agraviado; es porque lo han agraviado. En el oficialismo especulan con un salto de 15 a 29 senadores en el interbloque de Cambiemos después de diciembre. Es una diferencia que convoca a nuevas peleas de poder.
Para el gobierno también es una explosión que deberá controlar. Macri es presidente porque armó con los radicales y la Coalición Cívica el Partido del Ballotage. Esa es la clave de su gobernabilidad y también la que puede asegurarse un nuevo mandato. El destrato hacia sus aliados puede hacer peligrar la alianza. El Pro y la Coalición son dos formaciones verticalizadas detrás de Macri y de Elisa Carrió. El radicalismo, en cambio, es todo lo contrario a un partido mansurrón y pacífico. Menos hoy, cuando no tiene conducción. Macri debería moverse con ellos como un gordo en un bazar. Si quiere mantener el Partido del Ballotage no basta con arreglar con uno, hay que arreglar con muchos. La UCR es una peña en permanente debate: Eso lo caracteriza frente a los demás partidos.

Fuente: ZuletaSinTecho

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