LA FAMILIA DE LA JOVEN ASESINADA EN 2016 ESTUVO EN PUERTO MADRYN PARA REALIZAR DILIGENCIAS EN EL MARCO DE LA CAUSA

“Hasta el día de hoy, me pregunto por qué”, dijo el padre de Diana Rojas

Los padres de Diana Rojas y las hermanas de la joven estuvieron ayer en Puerto Madryn para tomar contacto con la fiscalía y el abogado de la querella en la causa por el femicio de la estudiante de derecho acaecido, en mayo del año pasado, en un descampado a la vera de la Ruta Provincial 1.
Alfredo Rojas y Margarita Martínez, viajaron desde la localidad de Nogoyá junto a Julia y Adriana, sus otras dos hijas, para entrevistarse con autoridades de la Fiscalía y del abogado que los patrocina, en el marco de la primera audiencia del juicio oral y público, que debía comenzar el pasado 23 de octubre y que fue postergada para el mes de febrero, luego de que los abogados del imputado, Dante Donnini, renunciaran a su defensa.
“La primera vez que miré de frente al asesino, nos resignamos a aguantar su presencia”, sostuvo, en diálogo con el Diario, Alfredo, padre de la estudiante de Derecho de 25 años, cuya muerte causó un impacto tan severo en la comunidad de Puerto Madryn, como así también, a 2 mil kilómetros de distancia, en Nogoyá, Entre Ríos, donde hubo diversas marchas en apoyo a la familia.

Diario: – ¿Cómo ha transcurrido la estadía en la ciudad, en el marco de la postergación del juicio para el mes de febrero? ¿Han podido dialogar con autoridades y avanzar en cuestiones relativas a la causa?
Alfredo Rojas: Afortunadamente, hemos tenido contacto con las autoridades, con el abogado (Carlos Villada), parte de la Fiscalía, que nos ha atendido, y hemos hecho cosas importantes, no fue un viaje inútil, y en ese sentido estamos conformes. Nosotros llegamos acá y yo tenía acá una familia conocida de mi ciudad, en Entre Ríos. Vinimos al domicilio que nos brindaron; nos han tratado muy bien y no vamos a olvidar nunca de cómo nos ha tratado la familia Fontana y su hija. Por supuesto, a nosotros nos cuesta mucho porque tenemos que volver a viajar, y tal vez no es tanto el hecho de tener que venir tres o cuatro veces más, ya que lo haríamos por el caso de nuestra hija, pero se nos hace muy difícil porque, más allá de toda esta cuestión que hay que aguantar y el dolor de uno, que no es fácil y menos aún, viniendo por lo mismo, en lo económico a veces se complica mucho; somos una familia de trabajadores, con mi señora jubilados, los sueldos son muy bajos y no disponemos de mucho dinero para estos viajes de mucha distancia, algo que complica las cosas. También, queremos agradecer a la senadora Nancy González, que nos ha facilitado el poder viajar acá y de vuelta a nuestra provincia. Además, queremos volver cuanto antes, ya que venimos a hacer solamente lo necesario.

D: – Fue un proceso judicial complejo y se extenderá hasta dentro de algunos meses. ¿Cuáles son sus percepciones sobre el avance de la causa y qué expectativas tienen desde la familia?
AR: Tenemos mucha confianza en la Justicia, porque desde el primer momento en que vinimos, nos atendieron muy bien, y la gente siempre nos atendió con la misma actitud, explicándonos cuál es la causa de la demora en el juicio, que no es por culpa de ellos, sino que es algo que puede pasar en este tipo de casos; ahora, debido a que el asesino se quedó sin defensa, hizo que se postergara el proceso.

D: – ¿Están convencidos de que la persona imputada es, efectivamente, el asesino de Diana?
AR: En ese sentido, estamos convencidos, porque las pruebas que se investigaron desde un primer momento dieron como único responsable a esa persona. Por eso, creemos que el asesino único es esa persona, y hay pruebas suficientes en su contra, respecto de lo que sucedió con nuestra hija, para que pueda ser condenado.

D: – ¿En algún momento se preguntaron el “por qué” del hecho concreto?
AR: Hasta el día de hoy, como padre, me pregunto por qué. Pero uno no llega a entender nunca; nuestra hija era una persona como cualquier otra chica, no hacía mal a nadie, simplemente estaba haciendo lo suyo, tratando de terminar sus estudios para ser alguien en la vida, como cualquier estudiante y persona. Eso, uno nunca lo termina de entender, y la conclusión que saco es que le tocó a ella dar con una persona, de estas que hay en la vida, que no tendrían que estar en el mundo. Que están para hacer maldad, únicamente, y esa creo que fue la causa de lo que le ocurrió a nuestra hija.

D: – Diana tenía muchos amigos y personas que la apreciaban en Puerto Madryn, al igual que en Nogoyá. ¿Cómo la recuerdan, por estos días, en su ciudad natal?
AR: Allá, ella tenía sus compañeros y amigos del colegio, y la verdad es que la sintieron mucho y la siguen sintiendo, ya que ella era muy compañera con todos. Tenía una forma de ser que animaba a quienes la rodeaban. Incluso, tenía mucha dedicación hacia el estudio, en nuestra casa, a veces se encerraba dos o tres horas en la habitación y se la pasaba estudiando. Era una persona dedicada con lo que hacía.

D: – Al enterarse de la noticia y conocer algunos detalles de cómo fue encontrada Diana, también trascendieron versiones en las que, en varios casos, se estigmatizó la figura de su hija. ¿Qué sensaciones les provocó?
AR: Fue muy difícil, como hasta ahora. Hemos sufrido mucho todo este tiempo, esperando que todo llegue a un final favorable, en el sentido de que se haga Justicia, ya es algo que no se puede creer, además de que es un caso como otros que se han repetido en muchos lados. Incluso, en nuestra provincia, donde, en el último tiempo, también ocurrieron casos similares al de nuestra hija. Nuestro pasar es muy difícil. En este momento, estamos en la misma ciudad en donde ella estaba residiendo, y venir y no encontrarnos con ella, es algo muy fuerte. Simplemente, ver los lugares que frecuentaba, la universidad donde estudiaba, es muy difícil.

D: – ¿Cómo se vivió todo este proceso, como hermana de Diana y, también, como mujer, teniendo en cuenta las características de la causa?
Julia Rojas: Cuando me entero de lo que había pasado, estaba estudiando. No lo podía creer. Salí corriendo y, hasta el día de hoy, todavía no lo entiendo. Yo la espero. Me indigna, porque Diana era una chica que no tenía maldad, y me sentí mal porque estaba lejos de mí y no pude protegerla o, de alguna manera, ayudarla. Cuando nos enteramos, no lo entendíamos, pensábamos en principio que era una broma, que en algún momento nos iban a decir que no era ella, pero, con el transcurso de las horas, salíamos corriendo para todos lados, recibíamos mensajes, llamados. Fue una locura. Estábamos desesperados. La verdad es que, cada cosa que escuchábamos, era como que nos pasaba a nosotros. Nos indignaba. Llorábamos. Nos abrazábamos con mi otra hermana y nos horrorizamos, porque era algo terrible.

D: – ¿Eran muy unidas entre el grupo de hermanas?
JR: Si bien teníamos peleas, como cualquier hermano, cuando nos necesitábamos, estábamos. Éramos de contarnos cosas, y conmigo, ella no se escribía todos los días, por cuestiones de obligaciones de cada una, pero siempre nos apoyábamos.

D: – ¿Cómo se vivió el hecho en Nogoyá?
JR: En mi pueblo, fue algo muy sentido, porque mi hermana era muy querida. Nosotros tenemos muchos conocidos, compañeros de estudio, profesores, vecinos, porque allá es casi como un barrio. Teníamos muchas amigas y conocidas en común, la verdad es que fue un golpe que marcó mucho, en general, tanto en Madryn como allá. Nos acompañaron familias que también han pasado por situaciones similares o iguales a la nuestra. Hacíamos marchas para que se resuelva rápido y para que, en un principio, no se dijeran cosas que no correspondían, que se pusieran en el lugar nuestro, que respetaran el dolor de nuestra familia. Dentro del dolor, teníamos que tratar de escuchar y hacer como que no escuchábamos, porque fue muy horrible escuchar ciertas cosas. Mi hermana era muy elegante, una chica muy hermosa, pero no significa que, por el hecho de que ella se vistiera como se vestía, saliera a la calle a provocar o a buscar que le pasara lo que le pasó. Se dijeron muchas cosas feas. Es más, en un principio, cuando pasó todo esto, hasta mi hermana, Adriana, recibió mensajes en los que trataban de ‘cualquier cosa’ a mi hermana.

D: – ¿Quién remitía los mensajes?
JR: Familiares de esta ‘bestia’, una hermana que siempre estaba presente en las audiencias. Quería hablar mal de mi hermana, y a nosotros nos indignaba, ya que, de alguna manera, decía que mi hermana se había buscado que le pasara lo que le pasó, y no es así.

D: – ¿Qué sensación le dio la primera vez que tuvo enfrente, durante una de las audiencias, a quien está acusado de ser el asesino de su hija? ¿Qué percepciones tuvo sobre él durante el proceso?
AR: La primera vez que miré de frente al asesino, nos resignamos a aguantar su presencia. Sabía que esto era para largo y que había soportar eso, más allá de que uno no se siente bien, pero tuve la fuerza de estar tranquilo, porque si tenía una actitud que no correspondía, ello no nos iba a devolver a nuestra hija. En eso fui muy consciente y tuve esa fuerza desde un primer momento. Al observarlo, vi que quería hacer el papel de inocente, porque estas personas tienen esa ‘audacia’; siendo que el señor fiscal estaba leyendo la causa y las pruebas en su contra, él tenía una actitud que daba a entender que eso no podía haber sido. Son cosas que duelen, pero tuve la fuerza de soportarlo y sabía que no quedaba otra alternativa que esperar esto que estamos esperando, que es la condena que merece esta persona.

D: – ¿Cuál es la opinión de la familia respecto de la versión del imputado, que refiere haber sido ‘secuestrado’ aquél fatídico día, además de haber apuntado a la participación de terceras personas en el hecho? ¿Piensan que es un relato fabricado?
JR: Definitivamente. De alguna manera, se busca con eso cambiar lo que realmente hizo, inventando cosas como para que la investigación se dirija para otro lado y no para el que las pruebas señalan. Él puede decir muchas cosas, pero las pruebas están y no hay otra persona. Todo el daño que causó está comprobado, porque las pruebas están.

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