LA TERCERA VÍA ENTRE EL VOTO A MANO ALZADA Y EL DEBATE SIN FIN. LA AMENAZA NO ES EL REPARTO DE PLATA CON LOS GOBERNADORES. ES LA REFORMA LABORAL QUE CONDICIONA LA CGT. HAY MÁS MARKETING QUE OBJECIONES DE FONDO

El neo pactismo

Semana para desenredar tramas. Ayer se reunió el bloque de legisladores de las dos cámaras del Pro para ajustar la nueva cúpula. Hoy van a la mezcladora con los aliados de Cambiemos. También vuelven las reuniones de gabinete y de coordinación, después de la pausa por el viaje a los Estados Unidos. Al mismo tiempo llueven sobre el Congreso los proyectos de reformas, que van desde los cambios al sistema fiscal y de coparticipación hasta el rutinario Presupuesto 2918. El gobierno y la oposición inauguran un nuevo camino para el tratamiento de los proyectos. Durante el ciclo Kirchner proyectos salían del Ejecutivo y eran aprobados a mano alzada en el Congreso controlado como una escribanía a servicio del gobierno.
En el año y medio del ciclo Macri, los proyectos salen con una letra que entra en una negociación a veces despiadada que los modifica y hasta los desfigura en el debate. Ocurrió con la ley de ganancias, que dio varios saltos mortales entre las dos cámaras, o el reciente de responsabilidad penal de las empresas, que también hizo una triple mortal sin red antes de que lo aprobasen los Diputados la semana pasada.

Otro esquema

Este neo pactismo abre una tercera vía: los proyectos en los que descansa la salvación del gobierno, y de la oposición, hacia adelante, tienen que estar cerrados antes del debate. Si les sale, van a figurar en los manuales. Sobran las explicaciones: hay necesidades mutuas insatisfechas que sólo pueden saciar los acuerdos. Macri aporta su experiencia de gobernar una ciudad con una constitución con muchas leyes de doble lectura que requerían mayorías especiales. Solo las logró negociando. Por eso suele decir que puso sacar la mitad de las leyes que pretendía, y que esa mitad que salió no lo fue totalmente como él querría. Ese aprendizaje de gobernador con Legislatura mezquina, y a veces en contra, lo tuvo también Daniel Scioli en los ocho años de gobierno en Buenos Aires. En eso Macri y Scioli comparten experiencias comunes.

Los caciques se resisten

Las dos partes tienen en clara la necesidad de este camino. También de que el asunto que hace peligrar toda esta ingeniería política no son las reformas fiscales, que después de todo se resuelven en un reparto de plata con las provincias. El punto crítico es la reforma laboral. El oficialismo está de nuevo mareado por el 1-2 que le hace el peronismo. Miguel Pichetto dice que su bancada del Senado no va a aprobar nada que rechace la CGT, que cree es la clave de la renovación del peronista pos cristinista. Los caciques sindicales ya adelantaron el rechazo en la superficie del discurso, mientras negocian por debajo la única condición que ponen: que el dinero del fondo de desempleo que se acumule por el sistema que propone el gobierno, quede bajo los garfios de las organizaciones. Ese sistema. que ya se aplica en el gremio de la construcción, crea una cuenta de capitalización a nombre del trabajador, que puede reclamar cuando pierda el empleo. Una suerte de ahorro forzoso que creen puede ser tentador para los trabajadores, que además van a contribuir al nuevo sistema de bloqueo del trabajo.

Sindicatos debilitados

Los gremios aceptan el sistema, pero esos fondos los tienen que administrar ellos, de alguna manera. Los gremios tienen menos fuerza que la que presumen, pero son una bandera útil para hacerle el 1-2 al gobierno, que tiene que blindar la iniciativa para que no haga derrumbar un edificio que perece sólido si el peronismo consigue un mejor reparto de los impuestos, y el gobierno logra bajar el cálculo de las jubilaciones.
Este tipo de reuniones con radicales rancios, como la que mantuvieron Mario Quintana y el presidente de la Convención radical, el abogado laboralista Jorge Sappia, no son frecuentes en una casa de gobierno en la que la palabra “política” no tiene el prestigio que tiene, por ejemplo, en el Congreso. Eso limita las facultades de entendimiento y justifica frases de algunos más lúcidos en el oficialismo, que repiten unos y otros, como la de Horacio Rodríguez Larreta: “Mauricio cree que ejercer la presidencia es la gestión; le he dicho que no es así, se es presidente para hacer política”. Esto lo tienen claro todos los que atienden estos kioscos de la política: la gestión es el medio, la política es la finalidad. Política significa gobernabilidad y a eso se sacrifica todo. Quien crea que el desvelo de los políticos es el nivel del déficit o dele endeudamiento se engañan tanto como quien cree que las elecciones se ganan con marketing. Los políticos quieren estabilidad eterna en los cargos y a eso ajustan los actos de gestión, y las elecciones se ganan con estrategia. El acuerdo que cierran Cambiemos y el peronismo es porque le asegura la mejor vía a Macri para pelear la reelección en 2019 y al peronismo la posibilidad de mantenerse dentro del sistema y aislar la cristinismo en el depósito de cadáveres de La Matanza.

Rarezas del macrismo

Entre los enredos hay que sumar algunos pendientes dentro del oficialismo. Mario Negri tiene reservas para largarse a la carrera de la conducción del partido y, por supuesto, a la gobernación de su provincia. Las rarezas del macrismo suelen aflorar en algunas situaciones que él ya ha vivido. En 2015 una de las senadurías de Córdoba era para el radicalismo y la pretendía Negri. El macrismo prefirió anotarlo a Luis Juez como candidato postergándolo a Negri, sin dar razones más que el cálculo de poder. Juez, ignorando el compromiso con el macrismo, abandonó esa postulación pocos días antes de las PASO de aquel año y se anotó como candidato a intendente de Córdoba con Olga Riutort, ex esposa de José Manuel de la Sota, de vice. Salió cuarto y quedó en una banca de concejal. De ahí lo sacó Macri el año pasado para darle la embajada en Ecuador, de la cual sale eyectado a un puesto en el ministerio de Defensa. Actuó con elegancia el gobierno, porque la canciller de ese país María Fernanda Espinosa llamó a Buenos Aires y amenazó con que, si no lo sacaban a Juez, lo expulsaban de ese país por agraviar a los ecuatorianos. Después de esa saga, muchos se preguntan ¿qué paga el gobierno en Juez, cuyo último registro en las urnas lo puso de concejal en Córdoba?. Interrogantes, por ahora sin respuesta.

Fuente: Zuleta Sin Techo

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