NUEVAS NOCIONES DE SEGURIDAD A PARTIR DEL USO DE LA APLICACIÓN MÓVIL

La ciencia estudia la dinámica de los grupos de WhatsApp entre vecinos

El WhastApp, la aplicación de mensajería para teléfonos inteligentes, es una de las vías de comunicación más usadas entre vecinos, que lo toman como una red de contención y de contacto para cuidar la seguridad del barrio. ¿Qué características tienen esas conversaciones? De eso se ocupa el paper Seguridad y separación clasista en Córdoba: Grupos de WhatsApp y aplicaciones de asistencia ciudadana para la gestión de la conflictividad que escribió Paula Torres, Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
El motor de esta investigación –enfocada en el fenómeno en Córdoba- surgió cuando, un día de 2015, ella misma fue agregada a un grupo de WhatsApp de vecinos. Un año atrás se había mudado con su pareja a un barrio en la zona de El Tropezón, a diez kilómetros de Córdoba capital -conformado sobre todo por jóvenes de entre 25 y 40 años con chicos pequeños-, y la excusa de armar un grupo por medio de la aplicación fue estar en contacto y conocerse. En un primer momento se conformó con vecinos de una misma cuadra; pronto se sumaron los de calles aledañas y el grupo se consolidó con treinta personas. Lo que sucedió en la interacción motivó a la becaria a investigar al respecto: “Automáticamente apareció como central el tema de la inseguridad”, recuerda Torres.

Construcción de vínculos

A partir de su análisis, llegó a concluir cuestiones medulares. “La interacción vía WhatsApp –explica en su paper- va configurándose como un lugar fundamental para la construcción de vínculos de solidaridad interclase, al tiempo que legitima la separación y la segregación de otro peligroso. Eso permite sedimentar el tratamiento de la inseguridad como eje sintomático de la conflictividad social, justificando la intensificación de las formas de represión y violencia a partir de la separación clasista”.
“Lo que sucedía en nuestro barrio –repone Torres- era que, si bien es muy tranquilo, había muchas casas en construcción. Los vecinos aducían era que en horas de la mañana, cuando todos se iban a su trabajo y quedaban los obreros, se producían hechos delictivos. Entonces, el grupo de WhatsApp en el que me incluyeron en 2015 surgió para estar en contacto y notificar si había una situación sospechosa”. Lo que llamó especialmente la atención de la investigadora fue la rapidez con la que, en el grupo, una persona ajena al barrio se convertía en sospechoso. También, que la interacción instantánea propiciaba la notificación de cada vez más hechos potencialmente extraños. Con ese asombro, Torres sondeó en su entorno y notó que no era la única: los grupos de WhatsApp de vecinos de barrio era todo un fenómeno, y como tal, decidió enfocar sus estudios en la temática.
Antes, ya en su tesis de licenciatura, Torres se había volcado a estudiar los usos del parque recreativo aledaño a Ciudad Universitaria de Córdoba. “Ahí vimos que si bien era un espacio público, las dinámicas de interacción eran diferenciales en función de la pertenencia de clase. Por empezar no todo el mundo accedía a ese parque: al estar localizado cerca de Ciudad Universitaria mayormente accedían estudiantes universitarios. Sin embargo, el parque estaba conectado por un puente con el parque Sarmiento, tradicional de Córdoba, destinado a sectores más populares. Al contrastar lo que pasaba en uno y otro parque, fue muy notorio, por empezar, que había distintos sujetos en esos lugares, pero además distintas prácticas de esos sujetos en el espacio”.
Con ese puntapié, la becaria del CONICET se enfocó en indagar en las diferencias de las dinámicas de interacción. Fue entonces cuando se insertó en un grupo de estudio sobre “Ideología, prácticas sociales y conflicto”, en el año 2015, para tematizar la configuración de la ciudad de Córdoba a partir de la planificación estratégica, desde las políticas de hábitat, alimentación y seguridad. Y en ese marco, no solo analizó el grupo de WhatsApp con sus vecinos; se inmiscuyó en los de otras zonas. Algunos de esos grupos tenían presencia policial; otros, estaban conformados solo entre vecinos.

Seguridad

Otro disparador fue el programa llamado “Córdoba Más Segura”, implementado en 2015, que llegó para inaugurar un nuevo canal oficial entre ciudadanos y fuerzas de seguridad donde canalizar denuncias de posibles hechos delictivos: el de los grupos de celular. Es decir que el Programa formalizó la conformación espontánea de grupos a través de la aplicación móvil. “Cuando me fui sumando a esos otros grupos, pude detectar ciertas regularidades”, explica la científica. Notó diferencias entre los grupos caracterizados solo por vecinos y los grupos en los que participaban policías, y avanzó en el análisis de ese contraste.
Entre los ejes en común y las regularidades que fue detectando entre los grupos, Torres notó el registro de hechos extraños, la identificación de potenciales sospechosos recurrentes y la cuestión de la seguridad no aparecía como un hecho aislado, sino que tomaba protagonismo en asociación a otras temáticas que hacían al interés de los vecinos, como por ejemplo, la belleza de ciertos espacios. “La seguridad apareció asociada a la cuestión del delito, pero también a una necesidad de embellecer ciertos espacios, iluminarlos, cuidarlos –puntualiza Torres-. De que los espacios verdes estuvieran desmalezados, por ejemplo, de la contención de los líquidos cloacales, de las calles. La seguridad se mostró siempre relacionada con otras temáticas de urbanización de los espacios”. (Fuente: Conicet)

ÚLTIMAS NOTICIAS