ENTRE EL MUNDO VIRTUAL Y “LOS JUEGOS DEL HAMBRE”

La nueva tendencia de las redes antisociales

Por Lazarillo de Tormes

Esta semana, la ciudad de Puerto Madryn vivió un episodio particular: un hecho virtual se transformó en un problema real.
Tal es así que, ante el comentario de un empresario local respecto del accionar de la Prefectura en la ciudad de Bariloche, donde un aparente simpatizante de la comunidad mapuche resultó muerto de una herida de bala, desembocó en una violenta protesta; esta última se desprendió de una manifestación que tuvo lugar en la Plaza San Martín, para culminar con una serie de pintadas y “escraches” al empresario turístico, encontrando sus oficinas vandalizadas con aerosol.
También, lo mismo ocurrió en la vía pública y ante la mirada de sorpresa de efectivos policiales, que no intervinieron en el hecho dadas las consecuencias y el evidente “costo político” que, en la Argentina de hoy, puede provocar el impedir que un manifestante continúe dañando los espacios públicos ante la consigna de alguna causa común, a nivel nacional, por la cual desea pronunciarse.

La posverdad en el periodismo

La pregunta no debería ser el “por qué” de la aparente intolerancia demostrada por el autor del comentario -que “felicitó” al Gobierno Nacional por el accionar que devino en una muerte-, sino, “por qué” un hecho tan insignificante como unas líneas vertidas en una red social, provocaron la intolerancia de tantas personas, que optaron por combatir la violencia ideológica, con violencia auténtica y con poco respeto por los espacios compartidos entre los integrantes de la comunidad madrynense.
“Es difícil ser tolerante cuando el Estado caza pibes y precinta niños y niñas”, decía alguien por ahí, acaso justificando que, bajo la premisa de una verdad que aún no ha sido establecida ni siquiera por la Justicia, la exacerbación del sentir popular parecería ser la única respuesta ante tanta injusticia.

¿Quiénes somos?

Hechos como el ocurrido el lunes, también dan cuenta de la necesidad del colectivo social -acaso un recurrente protagonista de esta columna semanal- de hallar culpables “de una vereda o de la otra”, sin preguntarse el “por qué” de ciertas situaciones, ubicándose en el medio de la cuestión y analizando el “dato duro”, en lugar de abonar a tal o cual teoría.
Así de mal estamos, que, en la Catedral de Buenos Aires, a propósito de la búsqueda del ARA San Juan, submarino del cual a ciencia cierta no se sabe nada, porque nada ha transmitido la Armada tras una decena de conferencias de prensa, que una pintada pareció remitir al pensamiento de algunos, que con un total desprecio por la vida humana, escribieron en las paredes del histórico edificio -nuevamente, con aerosol-, “44 menos”.
Podríamos concluir que el país se encuentra en una crisis ideológica tal, que los agotados ciudadanos, acaso agobiados por los problemas cotidianos, ya no desean analizar la realidad -siquiera la propia- y resuelven por escoger aquella teoría que resulte más accesible, de la góndola de la opinión pública.

El elefante en la sala

A tal punto se ha llegado, que tras la conclusión de 55 peritos que realizaron la autopsia de la familia de Santiago Maldonado, hay quienes aducen nuevas teorías de la conspiración y continúan sosteniendo que la Gendarmería es responsable de la muerte del joven artesano.
Del otro lado de la vereda, están quienes afirman que la familia del muchacho de 25 años continúa sosteniendo dicha hipótesis no por la angustia de haber perdido a un ser querido y por la “mala fe” con la que se manejó la información desde el Estado, sino para conseguir una millonaria indemnización, una (pos)verdad que parecería haberse instalado y que dividió las aguas, al tiempo que nadie optó por realizar un rebaje y lamentar la pérdida de una vida humana, sin distinción de raza o credo.
Así también sucedió con la desaparición del submarino ARA San Juan, donde ya comenzaron a deslindarse responsabilidades hacia el Gobierno Nacional anterior, mientras que están quienes endilgan la autoría del hecho a la actual administración y, como si fuera poco, otros sugieren que fue hundido por un submarino de bandera inglesa, convocando a un nuevo conflicto armado.
En algún punto, la teoría se convirtió en la práctica y, de tanto teorizar, tal vez la realidad continuó siendo aquello que nos pasaba, mientras estábamos demasiado ocupados, prestándole atención a las redes sociales. Para pensar.

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