EL GOBIERNO NACIONAL PREOCUPADO POR LOS JINGLES FUTBOLEROS CONTRA MACRI. LA PROTESTA MUSICAL REVIVE FRENTE AL MONOCORDE POLÍTICO. EN CHUBUT, EL TOP TEN ES PARA GARZONIO QUE LOGRÓ SU ´MELODÍA` A TRES DÍAS DE ASUMIR

Cantáme la justa

Por Juana de Arco*

Dicen que al entorno de Macri no le gustan los cantos futboleros que lo vienen teniendo al Presidente como protagonista absoluto. La preocupación del establishment parece concentrarse peligrosamente en una especie de censura musical. “¿Afecta al Gobierno la canción contra Macri?”, se preguntó parte del periodismo ayer mismo, metiendo el dedo en la llaga de las versadas expresiones que flotaron en el aire de varias hinchadas de fútbol. Un ámbito que resulta termómetro real e inapelable del ánimo popular, y al que pocos `atendidos´ en la historia política argentina se les hubiese ocurrido censurar. Y eso que hay una larguísima historia de puteadas en versitos y pujas políticas e ideológicas con ritmo pegadizo que han hecho ecos eternos en las gradas de la construcción social nacional, tal como lo explica rigurosamente bien Pablo Posee en su trabajo “Consignas, historia y oralidad…” (Ver http://www.historiaoralargentina.org/attachments/article/1erasjhrnoa/6.2%20POZZI.pdf )

Macri, compadre…

Pero ante esta `preocupación oficial´ por las batucadas masivas hubo miradas divididas por estos días. En general, los analistas coinciden en que los cantitos reflejan el malhumor social y por supuesto, pueden golpear la imagen del presidente, aunque aseguran que el Gobierno no debería hacer nada para detener el fenómeno.
El de Racing de este martes fue el séptimo estadio en el que se escucharon insultos contra Mauricio Macri en las últimas dos semanas. (https://www.ole.com.ar/futbol-ascenso/macri-sacachispas_0_1969603093.html) A eso se sumaron dos recitales, de Guasones y Dancing Mood, y los insultos en la línea D del subte, además de la viralización de cientos de memes, ringtones e incluso la partitura del cantito contra Macri.
Según el sociólogo y analista Marcos Novaro, el fenómeno «obviamente» afecta al Gobierno y «va en línea con el malhumor». Advirtiendo que el problema no es el emisor, sino el fenómeno: «No sólo es manipulable, es gente que está con más malhumor». El analista aseguró que «la imagen está un poco peor» y que «Macri lo está pagando». No obstante, afirmó que «no se puede quejar» luego de dos años «de gracia». «Se acabó la transición», sentenció Novaro.
Celia Kleiman, dueña de la encuestadora Polldata, dijo al sitio LaPoliticaOnline que «hay un efecto derrame» basado en que «estamos atravesando una etapa complicada en lo económico» y que es «evidente que tiene un efecto en el Gobierno si continúa». «A los estadios va gente de toda extracción social y política, que está expresando malestar», agregó Kleiman y recordó que según las encuestas de su consultora, este malestar está asociado directamente a la situación económica. «La víscera más sensible es el bolsillo de la gente», señaló.
Por su parte, la consultora Analía del Franco, indicó que «lo más preocupante es que los cantitos prendan de esa manera, por más que sean preparados». Del Franco analizó que los cantitos «no van a revertir la idea de nadie, pero alimentan un humor social que tiende a irritar». «No son positivos, generan una sensación de debilidad», afirmó aunque aclaró que no cree que los cantitos le hagan perder imagen a Macri y vinculó la expansión del fenómeno con la baja de expectativas de la sociedad respecto del rumbo económico.

Polifonía premonitoria

Independientemente de que gusten o no los cantitos que nos ocupan, y que provengan de arengas ni tan espontáneas ni políticamente desinteresadas, las expresiones se están dando y en ámbitos icónicos. De hecho, el fútbol es posiblemente el deporte con mayor convocatoria nacional, especialmente masculina, y de todos los ámbitos sociales. En su libro “Cuestión de Pelotas”, Pablo Alabarces sostiene que «el fútbol es el mayor fenómeno de la comunicación de masas en el mundo» y «una de las prácticas de identificación más fuerte de los sectores populares en la mayoría de los países de Latinoamérica». Y no se puede ignorar, tal como lo plantea Leila Gándara en “Las voces del fútbol. Análisis del discurso y cantos de cancha” que en la Argentina en torno al fútbol se configura una parte importante de la identidad nacional. “En los cantos de cancha hay una voz supraindividual que se manifiesta, que presenta características de coherencia y cohesión, dado que hay elementos que se repiten y homogeneizan la construcción discursiva aunque sean producidos por diferentes hinchadas. Teniendo en cuenta la masividad de esta expresión, nos interesa, entonces, ver qué dice esa voz que se erige en voz colectiva, qué tipo de visión del mundo asoma en esos cantos de hinchadas. En otras palabras, esta es una forma de ejercer el poder a nivel simbólico. Delinear fronteras de pertenencia e identidad, expulsando a los que se apartan de la `norma´. (…) Más allá de que los intentos de producir la crisis identitaria en el otro tengan o no éxito, en esta práctica discursiva de masas se demarcan concepciones que sin lugar a dudas trascienden el espacio de las tribunas y el evento deportivo. Hay básicamente dos cuestiones que pretenden explicar esta distancia entre el sujeto y su enunciado: una tiene que ver con la dilución del enunciador individual en una enunciación colectiva de la que la primera persona no se hace cargo estrictamente, determinando una situación en la que los mecanismos de control son más laxos. La pluralidad aparece como `desinhibitoria´ y `autoriza´ a decir cualquier cosa.(…) La segunda es la carga situacional, es decir, el contexto de producción discursiva: una situación que se define como una guerra pasional entre dos bandos, donde `todo vale´”. (https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-58111997001000003) Definiciones que más allá de las generalidades, aplican al análisis de los versitos que fastidian al Jefe de Estado.

Garzonio rima con…

Y si se especula con que estos estribillos remixados son un modo de agresión exclusiva al macrismo, caeremos en un error de simplificación. Por estos días, varios coros de reclamos principalmente vinculados a la incertidumbre para el cobro de sueldos y los tiempos que maneja el nuevo equipo Económico de Chubut, circularon por redes sociales, horadando la inercia y reclamando solapada y rítmicamente. “Garzonio le da calor a tu vida…etc Garzonio pagá todo mi sueldo al día”, reza un tema con video incluido, donde evidentemente los empleados públicos dejan un mensaje claro y marcas enunciativas que no dejan lugar a dudas del ambiente que se vive en la Provincia ante la crisis financiera que se atraviesa.

El cantar de la tripas

Las letras de acuse no son para horrorizarse, sino para escuchar. Tienen la suficiente trayectoria como para ser tomadas en serio y para inducir a más allá de lo literal. En la vieja España, por ejemplo, fueron creadas a finales del siglo XIX, para actuar como himnos de las revoluciones liberales, donde, además de los coros revolucionarios, se encuentra el marco de sangre de la primera represión a los cantares de protesta. Ejemplo de ello fue que en 1915, en Estados Unidos, el sindicalista Joe Hill fue asesinado públicamente por difundir frases de temática social musicalizadas entre el círculo de sindicatos cansados.
Cuando las canciones en lengua italiana todavía estaban en fase de gestación, fue el canto social -junto con la himnodia patriótica- la que ofreció un repertorio nacional para aquella población que no se acontentaba con el presente sino que ambicionaba cambiarlo. Este cancionero nace a primeros de 1800 en la llanura Padana, allí donde se da inicio al proceso de transformación del campo en una óptica de centralización de la propiedad territorial.
A través del tiempo, recordando cada aspecto que ha dañado a diferentes países, las canciones de rechazo han dejado huella; la Guerra Civil Española, Francesa y las Mundiales; la música y las cantinelas siempre han sido la expresión de resistencia.
También en la década de los 40 y de los 70, las melodías con letras de inconformidad sonaron con mayor fuerza en América Latina, naciendo voces que cantaban el descontento social, mezclando sufrimiento en letras con acoples del folclor distintivo de cada nación; canciones que abarcaban una gran bibliografía, metamensajes y hasta citas de temas históricos. Sencillamente porque la protesta musical es un arma social que no mata, pero consolida cambios, esos que el monopolio de la palabra oficial estaría ahora desnaturalizando.
Como decía el Marqués de Sade, después de todo “El pueblo bromea cuando se muere de hambre, y canta cuando lo machacan”.

*Soy Juana de Arco, amiga de Juan de la Sota, fiel del Furia, seguidora de la Sombraonline, y ceniza de tantos…

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