POR QUÉ PARA ALGUNOS ES TARDE PARA “EDUCAR” Y ES MOMENTO DE “VIGILAR Y CASTIGAR”

¿Los crímenes violentos en Madryn son una radiografía del revanchismo social?

Por Lazarillo de Tormes

Un relevamiento reciente dejó en evidencia que la provincia del Chubut casi duplica la media nacional en relación a la tasa de homicidios dolosos cada 100 habitantes.
Mientras que el total a nivel país se ubica en los 6 puntos, nuestra provincia arrojó un 10,7 de hechos dolosos, concretamente asesinatos, cada cien habitantes.
Cuantificar la cifra sería hacerle honor a la realidad, teniendo en cuenta que la tasa demográfica de cada provincia puede elevar o disminuir la estadística; en este sentido, sin duda alguna podemos decir que los poco más de 500 mil habitantes del Chubut arrojarían una cifra de homicidios (cada cien) mucho menor, en cantidad, que el total en territorio nacional, que contempla unos 44 millones de personas.
Sin embargo, también resulta conveniente hurgar en los detalles para advertir que, cada cien habitantes, diez (más un “70% de persona”) pierden la vida a manos de homicidios dolosos en la provincia, un dato no menor y que obliga a replantear si, antes que realizar un Mapa del Delito, es necesario trazar un Diagnóstico de Problemáticas.

La sinergia entre la sociedad y la cornisa

Hace pocos días falleció Omar Darío Reuque, un joven de 30 años que fue herido de un disparo en la nuca por un sujeto que aún está prófugo.
El hecho ocurrió en el marco de una discusión, aparentemente “por un tema de fútbol”, según comentaron fuentes policiales a este medio.
En agosto de 2016, Leandro “Ronco” Quilaleo, de 21 años, fue ultimado a puñaladas en un sangriento episodio ocurrido en un vestuario del Club Alumni, por el cual su agresor, un “amigo”, fue finalmente juzgado y condenado a 8 años de prisión tras un juicio abreviado.
Un año más tarde, condenarían a un menor que tenía 16 años cuando asesinó a golpes a René García, un vecino de Puerto Madryn que no tuvo peor suerte que encontrarse, en el momento y lugar equivocados, con un individuo con un importante historial de adicciones y violencia. Este no dudó en arrebatarle la vida con un salvajismo que tuvo como consecuencia algunos meses de internación en el Centro de Orientación Socio Educativo (COSE) y su posterior libertad, atento a su condición de menor ante la Justicia.

Mapa “de-luctuoso”

Existen problemáticas comunes a las distintas localidades; por ejemplo, los homicidios en el marco de “ajuste de cuentas” suponen postales más frecuentes en ciudades como Trelew y Comodoro Rivadavia, mientras que en Puerto Madryn, los delitos como “entraderas”, es decir, robos domiciliarios, arrebatos y grescas en la vía pública forman parte del común denominador delictual.
El “homicidio en ocasión de robo” es casi inexistente a lo largo y ancho de la provincia.
No obstante, una gran parte de los crímenes en la ciudad del Golfo, incluidos algunos femicidios (a excepción del de Diana Rojas, cuyo vínculo previo con el taxista no pudo ser corroborado en la investigación) ocurren entre conocidos.
Conocidos que “se desconocieron” en momentos en donde impera el consumo de sustancias y bebidas alcohólicas: otra postal común en Madryn, sólo que en ocasiones, arroja un final trágico como algunos de los casos citados como ejemplos.

El discurso sin método

Paralelamente, desde el ámbito nacional se continúa enarbolando la bandera de la “guerra contra el narcotráfico”, como si ello hubiera dado resultados en otros países.
Aquél “bluff” que supone combatir el poder de fuego de las organizaciones criminales con “más poder de fuego”, ya hace algunas décadas se constituye como un lugar común de las políticas públicas, bajo la consigna de “vigilar y castigar”.
Ya lo decía Foucault, autor de la obra homónima, “es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar”.
También, a propósito de la moral social, el teórico social y psicólogo advertía que “hay que ser un héroe para enfrentarse con la moralidad de la época”; la frase fue pronunciada hace más de 40 años, pero el derrotero que ha atravesad la humanidad, desde entonces, da cuenta de que los héroes no existen ni han existido, y que cualquier acto heroico desde lo discursivo, principalmente en lo relacionado al combate a la delincuencia, prima de perezoso y, por qué no, de apurado frente a una realidad que se construye a sí misma, con la misma velocidad con la que ocurren los acontecimientos.

El uróboros social

Llegará el día, tal vez, en el que no se diferencie entre políticas preventivas, disuasivas, activas y demás; llegará el momento en que se hable de “abordaje”, en el que tal vez las autoridades logren abordar, con efectividad, la problemática de las adicciones en los jóvenes, entendiendo que la decisión de una persona de quitarle la vida a otra, no es producto de la falta de cámaras de seguridad, efectivos patrullando o de estupefacientes circulando.
Esta última, es producto de una profunda falta de contención, desde lo institucional hasta lo humano, del propio colectivo social que busca exiliar a las víctimas de la marginación, marginándolas y, en lo posible, trasladándolas a una celda.
En este contexto, una buena parte de la sociedad celebra la muerte de un delincuente, ultimado por un efectivo policial; la otra, se pregunta qué harían los que festejan si tuvieran un arma en su poder.
Como dicen en las redes sociales, “la respuesta te sorprenderá”.
Mientras tanto, continúa la premisa del éxodo de los “marginados” hacia quién sabe donde, y continúan levantándose rejas alrededor de las viviendas; continúa habiendo más efectivos policiales en las calles, y continúan los delitos.
Como bien lo decía aquél emblemático físico alemán, quien afirmaba que “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

ÚLTIMAS NOTICIAS