Creen haber encontrado los restos de la aviadora Amelia Earhart

Un nuevo análisis determinó que los restos hallados en una isla del Pacífico en 1940 pertenecen a la legendaria aviadora norteamericana Amelia Earhart, desaparecida en 1937 cuando intentaba convertirse en la primera mujer en dar la vuelta al mundo en avión, publica hoy la revista Forensic Anthropology.
De acuerdo al estudio, llevado a cabo por Richard Jantz, del Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee, los análisis revelaron que la semejanza de los restos encontrados con Amelia Earhart era mayor respecto del 99% de los individuos con los que se los había comparado hasta ahora.
Los restos, encontrados en la isla de Nikumaroro, habían sido atribuidos a un hombre. Pero Jantz usó el programa informático Fordisc con el que pudo establecer sexo, edad y altura partiendo de las mediciones de los restos óseos que había realizado en 1940 el médico D. W. Hoodless, según informó la agencia italiana Ansa.
Utilizando fotos y vestidos de la aviadora, Jantz obtuvo el largo de los huesos de Earhart y concluyó que la «explicación más convincente es que los restos son los de ella». Earhart desapareció junto a su copiloto, Fred Noonan.
La tragedia de Earhart conmocionó en su momento a la sociedad estadounidense. Comenzó el 1 de junio de 1937 cuando, tanto ella (de 39 años) como su copiloto Fred Noonan (de 44) partieron en un bimotor Lockheed 10 Electra desde Burbank, California, con el objetivo de dar la vuelta al mundo. Su idea era viajar –con varias escalas- desde ese punto hasta el pequeño islote Howland -ubicado en el Pacífico- y, desde allí, continuar hasta Hawai.
En principio, habían aconsejado a la aviadora no aterrizar en Howland, pues era una isla tan minúscula que apenas se discernía volando a una altitud elevada. Earhart no hizo caso y solicitó la ayuda de un buque de los guardacostas, el Itasca, para que (mediante un contacto de radio) le informara de la posición de la isla cuando su avión estuviese cerca. Eso permitiría a su bimotor tocar tierra sin problemas, repostar y continuar el viaje. Sin embargo, un problema en las comunicaciones impidió al buque cumplir su misión.
Según declararon posteriormente los marinos, ellos podían escuchar perfectamente como la aviadora les pedía ayuda desesperada, pero no podían devolverle la comunicación. Sin saber donde aterrizar, tan solo fue cuestión de tiempo que la estadounidense se quedase sin gasolina y -según el gobierno de los EE.UU.- se estrellase en el Pacífico. Nunca se encontraron los restos del avión ni de sus ocupantes.

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