MACRI APUNTÓ A UN DISCURSO REFUNDACIONAL DEL PAÍS AGREGANDO DEBATE SOCIAL AL OPTIMISMO INSUSTENTABLE. ¿ARCIONI REPLICARÁ LA TÉCNICA DE LA CATÁSTROFE Y LA SOLIDARIDAD NECESARIA? TODO INDICA QUE APOSTARÁ A LA ÚNICA ALIANZA QUE LE QUEDA: CON LA GENTE. UNA MARCA QUE APUNTA A LA NECESIDAD DEL CAMBIO Y DE LA ANTIPOLITIQUERÍA

Relatos presuntos

Por Trivia Demir

En su discurso ante la Asamblea Legislativa, el presidente Mauricio Macri hizo un relato refundacional de la Argentina. Años anteriores según detalla Alejandro Grimson académico de la UNSAM, uno encontrará distintos esbozos de narrativas del PRO: aquel que ponía énfasis en la eficiencia de la gestión; otro cuyo acento era la corrupción; otro más explícitamente noventista que detestaba las estatizaciones y el papel activo del Estado. Después de las PASO de 2015 se produjo un giro con la promesa de preservar la AUH, no privatizar Aerolíneas Argentinas, ni modificar YPF. Eso y más sucedió en el pasado. Pero al ocupar la primera magistratura se han planteado desafíos que generaron esta nueva narrativa. Ahora, el de Macri se trató de un relato refundacional de la Argentina donde se afirma que no hay nada para rescatar del pasado y que el presente es un corte abrupto, una nueva era. La historia que narra aunque discursiva y marquetineramente correcta, es cortita y se podría decir que enigmáticamente optimista como para conformar en términos políticos.

Todos los gobiernos tienen relato

Se pregunta Grimson “Pero ¿qué es un relato? ¿Hay gobiernos sin relato? Se acusó innumerables veces al kirchnerismo de tener una narrativa acerca del pasado, el presente, el futuro, con momentos dramáticos, con encrucijadas, con logros. Pero la verdad sea dicha: no existen los gobiernos sin relato. ¿Alfonsín tenía un relato? Por supuesto que lo tenía y estaba directamente relacionado con la recuperación de la democracia y la tensión con las corporaciones. Menem adoptó el relato neoliberal que venían pregonando Neustadt y Grondona. La dictadura tuvo un relato tan potente que se describió a sí misma como el `Proceso de Reorganización Nacional´. En 1973 Perón tenía un relato que llamaba a la unidad de los argentinos. Y en parte esos primeros años setenta pueden entenderse como una lucha entre distintas narrativas peronistas. O sea, no es objetable en sí que un gobierno tenga relato. En cambio, sí es opinable y criticable qué se relata, se incluye y excluye, qué se legitima y condena”. Si alguna vez el macrismo soñó en gobernar sin relato, esa ilusión le duró menos que los cien famosos días de la “luna de miel”.

Y cuál será hoy el relato “arcionista”?

Si al decir del académico, el parto del relato macrista fue difícil, ni hablar de lo que será hoy el del gobernador de Chubut, Mariano Arcioni. Y eso, siempre y cuando la asamblea de empleados legislativos que comenzará temprano, permita sesionar como las expectativas mandan, y en definitiva haya apertura.
Está dicho que la construcción discursiva de la apertura de sesiones es una arenga a los demás, pero sobre todo a los propios y a sí mismo. Por eso, al decir del hijo, muchos extrañarán el grado de improvisación que prefería don Mario al acartonamiento encuadernado que le apuntaba su equipo, porque en estas oportunidades es cuando sale al ruedo el animal político que se tiene o no se tiene. Si no se tiene, como sucedía durante el academicismo buzzista, la lectura monocorde y los aportes ministeriales con sabor a exageraciones piadosas, cumplían a la perfección la formalidad.
Y si el debate interno en el macrismo se dio ayer entre la necesidad de hablar del pasado y concentrarse en los proyectos y el futuro, todo indicaría que Arcioni se las verá por lo menos en figurillas para replicar un relato de esta naturaleza. Siendo el continuador del gobierno del fallecido Mario Das Neves y con una interna de Chubut Somos Todos absolutamente irresuelta, Arcioni aparece hoy por hoy como el `padrastro´ no aceptado por la gran familia que compone el núcleo duro del proyecto gobernante. El interrogante es ¿cómo continuará manteniendo ese imposible equilibrio entre hacerse cargo del fallecido sin apelar a la pesada herencia innegable que representa ni más ni menos que la crisis económica financiera que hoy tiene parada la provincia?
¿Será esta apertura de sesiones el confesionario donde se abrirán aguas definitivas dentro del equipo gobernante? Todo indicaría que sí. Y que la foto de la primera fila donde Mariano Arcioni compartió marquesina nacional con la posible futura candidata presidencial, María Eugenia Vidal y el Jefe de CABA, Horacio Rodríguez Larreta mostró que sería genéticamente aprobado como uno de los Cambiemos de paladar negro con perspectivas a conformar el pelotón 2019 tal vez junto a Gustavo Menna. Un hecho que, con sólo pensarlo en este sentido, provoca no pocas ulceraciones al núcleo duro dasnevista que aún pervive en la estructura de Chubut. Pero además también genera retorcijones en el propio ramillete de Cambiemos que ven un `adoptado´ inesperado que da por tierra con expectativas de propios, y también de otros extrapartidarios que se empezaron a poner amarillos recientemente y no precisamente de hepatitis.

Los párrafos necesarios

Por todo esto, las palabras que utilice hoy Arcioni todo indicaría que, si bien endurecerán el relato en referencia a las trabas a la gobernabilidad que está soportando, puede que apunten a dar señales de construcción conjunta con muchos de estos sectores, con la mirada en el fuerte vínculo con el oficialismo nacional que se requiere para lograr encarrilar la Provincia los dos años que faltan. Después de todo, para marcar la cancha ya ha demostrado que utiliza otros métodos y que los canaliza definitivamente por un equipo destinado a hacer el trabajo de construcción de su propio poder, y donde el rol del ministro Coordinador, Sergio Mammarelli es clave.
En la alusión a los costos políticos que presuntamente nadie quiere pagar sobre los achiques, racionalizaciones y ajustes del estado chubutense, está dicho que no debería haber sorpresas en el relato. Y todo esto resulta un mal menor y políticamente viable cuando la sociedad percibe una catástrofe. Esa catástrofe según el relato arcionista ya no está a las puertas de la provincia, sino que está adentro, y este mes se sentirá con mayor espanto en los bolsillos mismos de la principal industria chubutense: el estado.
Todo este marco de descalabra lleva por añadidura a reclamar con fervor las herramientas que afirma el Ejecutivo necesita para gobernar, tal como el Pacto Fiscal, la Emergencia Económica, la posibilidad de renegociar deuda y ejecutar el `Acuerdo Ciudadano´ que le permita refuncionalizar el Gobierno que funciona en Rawson.
La contradicción legislativa no es poca. La oposición no es que no prefiera que Arcioni machaque sobre la `herencia´ sino que saben que detrás de eso viene atada una polarización que los saca prácticamente de juego a dieciocho meses de una elección, y pone la carga en una propuesta especie de `cambiemos al ex dasnevismo´. Todo con un envoltorio de medidas antipopulares pero necesarias que traerán costos, por acción u omisión. Esta posición
argumental termina convirtiendo peligrosamente al bloque oficialista casi en opositor y le aplica un antídoto a los radicales libres con su propia medicina.

Una felicidad no sustentable

Y si en el discurso macrista se puede decir que hubo pecadillos de exceso de felicidad que devino insustentable, ya que ese optimismo habilita más reclamos sociales, es casi evidente que en el relato de Arcioni que se viene puede haber inumerables expresiones de deseos, pero lo menos que habrá será expresiones de optimismo exagerado. No después del “Chubut es la peor Provincia de la Argentina”, y más allá del repaso necesario por las potencialidades que posee el territorio en términos de recursos naturales y humanos que, si fueran proporcionalmente cotizados en relación a las veces que este apelativo salvó discursos legislativos, los chubutenses seríamos probablemente ricos con guita constante y sonante.

Los dichos excluyentes

Si de algo no se podrá olvidar Arcioni es primero de Das Neves, luego de la realidad económica y financiera acuciante, y finalmente algún lineamiento firme de lo que propone como plan de gobierno propio independientemente de los achiques, para pensar en lo que considerarían la refundación de su propia gestión. Si bien renglones aparte seguramente destinará a la modernización del Estado y las nuevas estructuras ministeriales, todo indica que también lo habrá para la avanzada productiva en energías renovables, gas y perspectivas mineras siempre bajo consideración social. Porque de más está decir que la principal y porque no por ahora única alianza que reconoce el arcionismo es `con la gente´, poniendo distancia con lo que consideraría la `vieja política´. Posiblemente si algo atesora el arcionismo de lo pasado es que ningún relato le puede ganar a la experiencia social, y en ese marco también tratará de capitalizar lo que considera un fracaso de los otros `ismos´: la malversación de la confianza popular por las contradicciones evidentes entre la política discursiva y la práctica. Si logra delinear esta idea con la puesta en marcha de la maquinaria de la gobernabilidad, es probable que esté a las puertas de obtener de ese relato, la ansiada marca propia. Habrá que ver…

ÚLTIMAS NOTICIAS