TAL VEZ NO HAYA QUE ESPERAR TANTO TIEMPO

En el siglo que viene, los crímenes se resolverán por WhatsApp

Por Lazarillo de Tormes

La sociedad madrynense ha fallado nuevamente una prueba esencial, que es la del pensamiento crítico y el análisis de la información. El día lunes comenzó a circular, y se viralizó rápidamente, un audio a través de WhatsApp en el que una mujer advertía, de manera fehaciente, la presencia de una “red de pedófilos” que acechaban escuelas de la ciudad: “Hay unos señores que se presentan a las escuelas diciendo que van a dar tácticas de estudio y capacitaciones, vienen de Buenos Aires y resulta ser que es una red de pedófilos, así que tengan cuidado; no den direcciones ni números de teléfonos ni nadie, porque de esta manera los rastrean; profesores, no permitan que entre cualquier a la escuela, están yendo a todas las escuelas de Madryn, por favor que esto se difunda; ya está hecha la denuncia en Fiscalía”, relató, agregando que “a mi hijo lo llamaron”.
Como las malas noticias y las alertas se viralizan más rápido, varios celulares comenzaron a recibir el mensaje, acaso la “advertencia” de una madre preocupada por la seguridad de su hijo y de los del resto de las familias de la comunidad; poco a poco, empezaron a surgir las dudas y otro tipo de alarmas, las de las “falsas cadenas”, presas de la tan mencionada posverdad.

Todos activaron rápido

Primeramente, resultó ser que no existía denuncia o exposición alguna realizada en la Fiscalía.
Ante la preocupación bien fundada de muchos padres, la Policía y el Ministerio Público Fiscal actuaron de oficio y asistieron a una de las escuelas, la 703, para recabar datos respecto de quiénes eran los misteriosos individuos que “rondaban” las aulas brindando capacitaciones sobre técnicas de estudio. La Brigada de Investigaciones hizo lo suyo y de inmediato puso en marcha una investigación para determinar si había existido un delito, o bien si existía algún riesgo, basándose en la información respecto de los capacitadores en cuestión.
Rápido de reflejos aunque tal vez para protegerse ante un posible caso de pedofilia, desde la Supervisión Región II del Nivel Secundario, enviaron un mail a los directivos de los establecimientos locales, informando que “están suspendidos los ingresos a las aulas por parte del personal que ofrece un taller de Técnicas de Estudio”.

¿Quién se beneficia?

Horas más tarde, uno de los responsables de la empresa que brinda las charlas en los colegios fue entrevistado en Canal 12, donde recordó que no era la primera vez que brindaba sus servicios en Puerto Madryn, sino que la relación laboral con algunos establecimientos databa de 2015 y que tenía algo así como 25 años de trayectoria.
Además, dio cuenta de algunas de las incongruencias del viralizado audio, donde se acusaba a un tal “Petrelli”, apellido que nada tenía que ver con ninguno de los dos capacitadores, además de que aseguraba, la mujer, que ya había radicado una denuncia en Fiscalía, lo cual finalmente se corroboró que nunca había sucedido.
Tal como ocurrió meses atrás con la famosa-infame contaminación de las cremas heladas de una conocida cadena, el final fue el mismo y, tras viralizar contenidos de dudosa procedencia en lugar de preguntarse “a quién le conviene tal o cual cosa”, quién o “quiénes” pueden estar detrás de una denuncia de tal calibre, la sociedad buscó preservarse, cerrando los ojos ante el pensamiento crítico y, por si acaso, reenviando la cadena, “para que no se corte”.

La verdad, en papel (higiénico)

Lo cierto es que, al día siguiente, trascendería, por medios extraoficiales, que la “maniobra” habría venido de parte de una empresa que brinda servicios similares y que, mal que suene, la sociedad fue utilizada, una vez más, para “eliminar a la competencia”.
Lamentable, pero cierto.
Reza una frase de un novelista inglés que “con el dinero sucede lo mismo que con el papel higiénico; cuando se necesita, se necesita urgentemente”, y lo cierto es que la opinión pública ha sabido ser testigo de que mucha gente, en los tiempos que corren, suele hacer cualquier cosa por dinero. O por conquistar o recuperar alguna porción del mercado de trabajo, algo que según algunos ya mencionan, puede haber ocurrido en este caso.
Lamentablemente, en el camino de la viralización de rumores, historias y noticias con poco fundamento, la única víctima es la propia sociedad, presa de la “posverdad”, aquella verdad que, por llegar con tono convincente a través de algún medio convencional, es aceptada y reproducida, sin preguntarse cuáles pueden ser las intenciones.
En definitiva, una vez más, el pensamiento crítico ha fallado, y evidentemente queda un largo camino por recorrer.

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