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Eurnekian lo hizo

¿Quién echó a volar dos aviones hacia el helado sur para llevar a tantos hombres y mujeres a cerrar el más doloroso enigma: el de la identidad desconocida? Fue casi anónimo, pero se supo: fue Eduardo Eurnekian. Además fue el constructor del cementerio y otros tantos aportes. Hijo de padres exiliados que escaparon del genocidio armenio, héroe nacional en el país de sus ancestros, siente a la Argentina y sus símbolos en el corazón y en las acciones. Gran referente en el mundo de los negocios, su perfil en Forbes dice que su fortuna asciende a 2.700 millones de dólares. Pero parece que a diferencia de otros afortunados, sabe derramar. Gracias a él, 214 familiares aterrizaron en Mount Pleasant para llegar a Darwin a homenajear a sus seres amados y participar de un homenaje tremendo. “Recemos por aquellos que perdieron la vida en el conflicto del Atlántico Sur. Por los 649 militares argentinos, los 255 militares británicos y los tres isleños”. Ocho soldados de la Guardia Escocesa, incluido un gaitero y los soldados de la British Force South Atlantic Islands (BFSAI) mantenían sus armas en posición de honor y respeto. “Pidamos ser constructores de la paz entre los pueblos y trabajar por una cultura del encuentro, sin divisiones, odios y guerras”, cerró la plegaria el sacerdote

Esos pilotos que valen oro

El viaje emblemático no podría haberse realizado si las manos diestras que mantuvieron el rumbo soberano. El primer vuelo 682 partió 3:50. Media hora más tarde despegó el otro avión, vuelo 684. “Me siento honrado de llevarlos al destino de Malvinas en este viaje humanitario”, sostuvo el comandante Hugo Pascual antes del despegue. Lo que no dijo Pascual es la emoción que sentía al volver a Malvinas, ya que durante la guerra había volado tracker. Hoy es uno de los principales pilotos y directivo de Andes Lineas Aéreas. Otro de los pilotos, Rafael Cornejo Sola, también había volado esas mismas naves. En el primer avión viajó Roberto Curilovic, gerente de desarrollo de negocios de Aeropuertos Argentina 2000 y ex piloto de Super Étendard durante la guerra. El 25 de mayo de 1982 su escuadrón hundió el Atlantic Conveyor.

La humanidad detrás de la guerra

Geoffrey Cardozo, el coronel británico que tuvo la difícil tarea de recoger los cuerpos de los campos de batalla y darles digna sepultura en 1983 estuvo en el acto junto a los familiares “Estas familias esperaron 36 años para encontrar a sus hijos. Hay mucha angustia contenida pero también mucha emoción. Yo siento que estamos viviendo un milagro”. El trabajo de Cardozo fue clave en la identificación de los cuerpos. Cuidó a cada soldado “como si fuera mi propio hijo”. Los envolvió con una sabana y les puso dos bolsas mortuorias de plástico, en las que anotó cada dato del combatiente que no había podido identificar. Por último, los colocó en un ataúd, y sobre la tapa volvió a escribir las precisiones: dónde había sido encontrado, qué pertenencias tenía, qué datos físicos podía rescatar. “Lo hice con honor y respeto por si algún día quería identificarlos”. Ahora se logró devolverles su identidad y descansan en paz.

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