EL BIÓLOGO PONE EL FOCO EN LA PRESERVACIÓN DE LOS MARES A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LA ESPECIE

El «Oscar verde» que ganó
García Borboroglu le pone valor a Chubut

En momentos precisamente en que el debate que se viene en Chubut es por los recursos extractivos cuya mayor reticencia se centra en los peligros potenciales para el medio ambiente y la vida, de acuerdo al modo de producción y la capacidad de contralor público que se aplican sobre los procedimientos privados, un investigador del Centro Nacional Patagónico de Puerto Madryn recibió el máximo premio que se le otorga a quienes trabajan por el conservacionismo y puso al tope de la fama “verde” a la Provincia a nivel internacional. La noticia no es nueva, pero se filtra en un momento político clave en términos de modelo de desarrollo provincial, cuando el entusiasmo por el conservacionismo, el turismo sustentable y la puesta en valor de los recursos paisajísticos y la portentosa biodiversidad chubutana, comenzó a perder puntos en los discursos políticos y sobre todo en las acciones de gobierno.
El gran protagonista de este repunte es Pablo García Borboroglu, investigador de Cesimar/CCT Cenpat Conicet y fundador y presidente de la Global Penguin Society que recibió el Premio “Whitley Gold Award” (Premio de Oro Whitley), en reconocimiento a la trayectoria y contribución sobresaliente a la conservación, por su trabajo mundial en ciencia y conservación en pingüinos y en áreas protegidas marinas. Este premio es conocido en el mundo de la conservación como el “Oscar verde” de la ciencia.
La selección del ganador del Whitley de Oro es altamente competitiva, dado que se otorga sólo a una de las más de 190 personas de 80 países que han recibido el Premio Whitley tradicional en el pasado. La ceremonia se realizó en la Real Sociedad Geográfica e incluyó miembros de la Familia Real, celebridades, filántropos y ambientalistas de Europa.
“Traer a la Argentina un premio del calibre del Whitley Gold Award es un gran honor y una tremenda satisfacción – dijo el investigador-. Es muy gratificante que casi 30 años de trabajo en conservación sean reconocidos por una organización de tanto prestigio y visibilidad mundial. Para mí es importante no sólo publicar artículos científicos, sino lograr que tengan una utilidad e impacto en la realidad. El trabajo no sólo ha ayudado a conservar ambientes y especies con herramientas que trascenderán nuestras vidas, sino también a generar trabajo y recursos genuinos para las economías regionales”.
García Borboroglu vive en Puerto Madryn e inició su trabajo con pingüinos y sobre conservación marina hace casi tres décadas. Utilizando un enfoque que combina ciencia, manejo y educación, promueve la conservación de pingüinos en el hemisferio sur, usándolos también como bandera para la conservación oceánica.
Más de la mitad de las 18 especies de pingüinos están amenazadas. Su trabajo ha contribuido a proteger más de tres millones de hectáreas marinas y costeras que ellos utilizan, y ha generado investigaciones útiles para la conservación y manejo de ambientes y especies en cuatro continentes. Promovió, obtuvo financiamiento y coordinó el trabajo que llevó a la creación de la Reserva de Biosfera de Unesco más grande de Argentina. Y ha llevado a más de 6000 chicos de países en desarrollo a conocer sus pingüineras cercanas, para incentivar una cultura de conservación.

Los océanos, la minería submarina y los pingüinos

”Hay 18 especies en el mundo, de las cuales más de la mitad están amenazadas», explicó durante una presentación en la Embajada argentina en Londres. «A la gente le encantan los pingüinos pero no saben sobre su frágil estado de conservación. Aumentar la conciencia es crucial para ayudar no solo a los pingüinos sino también a los océanos», argumentó.
Entre los peligros que enfrenta esta especie a nivel global según el investigador y especialista, están la contaminación, la depredación de los mares, el cambio climático y la minería submarina, sobre la cual aún no hay legislación, por lo que resulta difícil de fiscalizar.
El biólogo explicó que en las Islas Galápagos, donde está una de las especies más raras, sólo quedan 1500 parejas; y en África, donde hace 100 años había más de 1 millón de parejas, ahora quedan 21 mil. Además, aseguró que además de carismáticos y atractivos, los pingüinos son un excelente termómetro de lo que ocurre con otras especies que no se conocen.

La incansable lucha de “Popi”

A Pablo Borboroglu todos lo conocen como “Popi”. Así también lo llaman en el “mundo de los pingüinos”. En el mundo de la ciencia, al cual pertenece y que, a estas alturas, ya es su hábitat natural. Es investigador, científico, experto en biología y, hoy por hoy, es el ‘as bajo la manga’ que tienen las 18 únicas especies de pingüinos del planeta para lograr ayuda, protección y conservación que impulsa desde la Patagonia, lo que con el nuevo “Oscar Verde” suman muchísimas más chances. El chubutense ahora es el “defensor oficial” de estos animales que gozan de la ‘simpatía’ de la mayoría, pero de los cuales se conoce muy poco. Por ejemplo, que muchos están en una “lista roja”. En riesgo de desaparecer de la faz de la tierra.
Pablo es la cabeza visible del Grupo Mundial de Especialistas en Pingüinos de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza y fue el impulsor de la creación de la Reserva de Biósfera de Unesco más grande de Argentina con 3,1 millones de hectáreas en Chubut, el área marina protegida para la mayor colonia de pingüinos de Magallanes del mundo. Y también cuenta, en su extenso haber, ser parte del equipo que logró en Nueva York que la Agenda 2.030 de Naciones Unidas incorpore por primera vez la ciencia y la conservación oceánica dentro de su exclusivo temario. El esfuerzo, el tesón y el reconocimiento internacional que recibió el investigador, aún esperan su correlato provincial, no sólo en la foto política excluyente que seguramente se dará en los próximos días cuando el experto regrese a nuestras latitudes, sino en políticas de Estado que reoriente la valorización de la naturaleza y reasignen el presupuesto que corresponde a una provincia rica en naturaleza y vida, pero empobrecida en miradas.

Un apasionado de la vida

Borboroglu nació en Mar del Plata, pero ya es patagónico por adopción. Hace más de 28 años (de los 47 que tiene) vive entre los suelos áridos del sur del país e invierte su tiempo en la investigación de la fauna marina. Es licenciado en Ciencias Biológicas y realizó el Doctorado en Biología en la Universidad Nacional del Comahue Bariloche.
Su pasión por los pingüinos nació casi por casualidad. Trabajaba en una agencia de turismo cuando comenzó a adentrarse en la fauna patagónica y le tocó vivir de cerca el lado más cruel: más de 40.000 de ellos morían solo en un año en Chubut por empetrolamiento. Allí comenzó su trabajo para rehabilitarlos y defenderlos. “Luego decidí estudiar para poder ser mas útil en ese camino”, cuenta.
Durante los últimos millones de años estos animales han ido evolucionando, sin embargo a pesar de su capacidad de adaptación, cada vez más fenómenos y actividades humanas ponen en riesgo su existencia. Según el mapa elaborado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, más de la mitad de sus ejemplares está en peligro de extinción y se necesita el esfuerzo de científicos y conservacionistas para mejorar las condiciones de supervivencia. El cambio climático mundial, la contaminación, el mal manejo de pesquerías y muchos otros factores contribuyen para que esto sea así. A esto le puso el pecho, uno de los científicos que honran la vida en nuestro territorio.

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