DE LOS PARQUES EÓLICOS E INDUSTRIALES A LOS PARQUES SUBMARINOS Y EL OCÉANO DE LA CONCIENCIA

Los trabajadores, entre la crisis, la dignidad y la política de siempre

Por Lazarillo de Tormes

Por estos días, el principal eje de conversación en las mesas de amigos, si se habla de la “crisis económica” que atraviesa el país, es la falta de trabajo. En concreto, la pérdida de fuentes laborales en distintos rubros y ámbitos, y la consecuencia que ello acarrea en la caída del consumo, algo que desde hace algunos años ha venido golpeando la actividad en Puerto Madryn y, últimamente, con la auténtica fuerza de un “coletazo” de ballena franca austral.
Pero, como alguna vez hemos manifestado, es en los contextos de crisis donde más personas suelen hacerse ricas, o bien, donde la mayor parte del dinero que fluye, esto es, dinero público, va a parar a pocas manos, en pos de administrar los recursos y tratar de surfear la ola, por más grande que ésta sea.
A propósito de la falta de memoria social y de la muchas veces criticada “doble moral” de los argentinos, muchos se indignaron cuando, en tiempo de vacas flacas, quedó en evidencia la operatoria de manejo corrupto de fondos públicos, devenida de la causa denominada “El Embrujo”, la causa madre y sus diferentes derivaciones, que actualmente comienzan a aflorar en esta y otras ciudades.

Trabajo de parto

Sin embargo, cuando las cosas “iban mejor”, pocas fueron las voces que condenaron, no solo desde lo político sino, desde lo moral, a quienes haciendo uso de sus facultades como funcionarios (algunos ahora ex funcionarios) públicos, desviaban fondos públicos para cumplimentar cuestiones ‘non sanctas’, desde los gastos más inverosímiles hasta la compra de descollantes propiedades, vehículos y el financiamiento de vacaciones varias veces al año en el continente europeo.
Las fechas que convocan socialmente, como lo fue el Día Internacional del Trabajador, suelen exponer más las heridas abiertas del colectivo social, indignado con un sector político que percibe salarios exorbitantes al lado de trabajadores monotributistas, que perciben sus haberes fuera de tiempo y fuera de forma y, como una cruel ironía del destino, a su vez engrosan las filas del Estado que paga los salarios de sus jerarcas, “en tiempo y forma”.

Sin retorno(s)

El Día Internacional del Trabajador debe su origen, como muchas de las efemérides traducidas en felicitaciones a cada cuál uno se cruza por la calle, a un episodio más bien triste, de esos que suelen opacar la fe que se tiene en la Humanidad; la ejecución de un grupo de sindicalistas que reclamaba condiciones laborales más justas.
Actualmente, los lamentables episodios que han sabido protagonizar trabajadores que, reclamando por sus derechos, fueron reprimidos por otros trabajadores a quien, constitucionalmente, no se les permite reclamar del mismo modo, ha dejado en evidencia que la crisis provincial no es una crisis de pobreza, sino de riqueza.
Esto último, teniendo en cuenta la riqueza de recursos, naturales y humanos, que hay en el Chubut, y cómo el producto de su capitalización no ha regresado a la sociedad en forma de servicios, de eficiencia institucional y, concretamente, de dinero, ya que hablamos de los salarios y su pago fuera de tiempo y forma.

A flote o “al fondo”

También, las crisis suelen ser de pobreza, tal vez “pobreza de espíritu” cuando se intenta sortear los obstáculos económicos “achicando” por el eslabón más vulnerable, que son los trabajadores, mientras que, por otra parte, se crean nuevas Secretarías, cargos públicos y se suman ingredientes a una receta que, de entrada, se sabe que no funcionará porque “el horno no está para bollos”.
Este tipo de escenarios obligan a una buena parte del colectivo social a plantearse si “estamos haciendo las cosas bien” y si realmente, quienes dicen tener vocación política se encuentran comandando un navío o un naufragio; es decir, si se podrá continuar a flote, o bien si Puerto Madryn, al igual que el resto de las localidades, serán finalmente un nuevo Parque Submarino.
Tal vez sería necesario analizar los ejemplos de otros países, como los nórdicos, donde los cargos públicos y de representación política son “ad honorem”, acaso haciendo eco de la famosa frase de Winston Churchill, quien hace más de seis décadas advertía que “el problema de los hombres de hoy* es que quieren ser importantes y no útiles”.

Dignidad y trabajo, ¿cuál primero?

Claro está que, teniendo las necesidades básicas resueltas, como es el caso de la mayoría de los países nórdicos, hay quienes deciden dedicarse a la función pública para mejorar la sociedad, sin esperar una retribución monetaria a cambio, excepto el solo placer de contribuir a países más justos, con menos “dobles morales” y con menos dirigentes; acaso la cantidad justa.
La pregunta es si, en virtud de aquellos trabajadores que no cobran su salario porque han perdido su fuente laboral, o bien porque aún no llega la fecha, alguno de los tripulantes del navío estaría dispuesto a trabajar, por el solo placer de contribuir a una sociedad más justa.
Dicen que el trabajo dignifica, pero, tal vez, lo que dignifique no sea más que la propia dignidad; si se la tiene, las tareas tendrán un mayor vigor y darán mejores resultados. Y, si se carece de ella, tal vez solamente se trabaje por el dinero.

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