HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Reciclando la lengua

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

¿Nunca se puso a pensar cómo un chico de 5 años canadiense habla mucho mejor que usted, grandulón de treinta y pico, el francés? Si, ya sé, ya sé, que es más natural el aprendizaje de los idiomas desde la cuna, que forzarlos a través de tediosos cursos. Kissinger, dicen, habla más de siete idiomas, toda una proeza; y encima ganó un premio Nobel de la Paz, y eso más que proeza es un milagro.
Pero no nos desviemos del tema de los idiomas, que venía interesante, ¿sabe cuántos idiomas existen en nuestro planeta? Aproximadamente 6.700. Ahora entiendo por qué la profesión de traductor está tan bien paga.
Igualmente, la repartija de las lenguas vivas está bastante poco distribuida; por ejemplo, en Europa es donde se hablan menos idiomas, con sólo el 3 por ciento; por el contrario, en Asia es donde existe mayor riqueza lingüística. Sólo en ella se localiza el 32 por ciento de las lenguas habladas en el mundo. Además, entre ellas, está la más hablada del mundo: el chino mandarín, utilizado por 885 millones de personas. ¿A que pensaba que era el español el idioma más hablado? Nones, que en cuestión de números, siempre, pero siempre, no hay con qué darles a los chinos.
Igualmente, África también tiene lo suyo y muestra mucha riqueza en sus lenguas, aproximándose a los asiáticos con un 30 por ciento.
¿Y por casa cómo andamos? América y el Pacífico aglutinan respectivamente el 19 por ciento y el 15 por ciento de las lenguas.
De todas formas, y previniendo una catarata de mails, cuando hablamos de idiomas, resta añadir que es muy difícil determinar una cifra exacta de idiomas, dada la cantidad no sólo de lenguas, sino de dialectos.
Y después queremos entendernos… Más de seis mil idiomas, no sé si alguien se acuerda que hace una pila de años quisieron implantar, con forceps, un idioma universal, el esperanto. Según dicen, es muy fácil de aprender y tiene una gramática muy simple, pero viendo textos en este idioma me parece que resulta más fácil la matemática cuántica que hablar esperanto. Tolkien, el autor de “El señor de los anillos”, era uno de los grandes propulsores de este idioma, y para que tengan un ejemplo de esta lengua, les dejo una frase de este genial autor: “Mia konsilo al ĉiuj, kiuj disponas tempon aŭ inklinon okupiĝi pri la internacilingva movado, estus: Subtenu lojale Esperanton”. (*) ¿Qué tal? ¿Fácil? ¿Comprensible? ¡Dejate de jorobar!
Y ya que estamos hablando de lenguajes, una historia curiosa es la de la letra Ñ, esa N con palito que existe sólo en el castellano. Si bien su sonido aparece en otros idiomas, siempre se realiza con la unión de por lo menos dos caractéres.
Proviene de la contracción de la antigua doble “n” del latín (“nn”); un ejemplo muy claro está en la palabra “annus” (no se me espante, tan maleducado no me levanté esta mañana, siga leyendo), que al pasar al castellano se convirtió en “año” (¿vio, malpensado?). Igualmente, su procedencia data del paso de la latina “mn” a “nn”, que, aplicando la transformación del párrafo anterior, se convierte en “ñ”; por ejemplo, “damnun”, que se transformó en “dannun” y, en castellano, “daño”. Para evitar escribir dos “n”, se eliminó la segunda “n”, dejando un trazo que se tumbaba sobre la primera “n” y que ahora se llama vírgula.
Lo de las transformaciones es interesante: tomar una cosa que ya no se usa y convertirla en otra cosa que necesitemos, una especie de reciclaje cultural. Creo que el último ejemplo más destacado sobre este tipo de reciclaje es la arroba.
La arroba, este símbolo que hoy está completamente asociado a Internet, que no sólo se utiliza para evocar la posmodernidad y la era digital, sino que también se le dan otros usos más literarios, siendo frecuente que lo utilicen para identificar a grupos de ambos sexos, por ejemplo: “Somos necesari@s”.
¿Y de dónde sale esta arrobamanía o arrobitis? Obviamente, viene de Internet y las direcciones de correo electrónico. Cuando Ray Tomlinson creó el sistema de correo electrónico en 1971, necesitó buscar alguna fórmula que combinase el identificativo de usuario con el identificativo del servidor que alojaba la cuenta de ese usuario. Para separar y distinguir ambas partes, Tomlinson usó este caracter ya en su primera dirección “tomlinson@bbn-tenexa”, que en inglés se lee habitualmente como “tomlinson AT bbn-tenexa”. Una traducción literal, en español, sería “tomlinson EN bbn-tenexa”, cosa totalmente adecuada porque indica la cuenta y el servidor en que esa cuenta está alojada (la palabra inglesa AT también puede traducirse por “a, de, por o sobre”).
En castellano se dice “arroba”, pero otros idiomas utilizan expresiones mucho más descriptivas y divertidas, que hacen referencia a la espiral final o a su supuesta semejanza con la cola de algún animal: así, en Sueco se dice “alfa-manguera” (alfaslang); en danés, “a-con-rama” (snabel-a); en holandés, “cola-de-mono” (apestaartje); en francés, “caracol” (scargot); en italiano, “caracola” (chiocciola) y en noruego, ésta es la mejor, “bollo espiral” (kanel-bolle).
Pero, para redondear, ¿por qué este buen señor eligió este caracter? Porque ya nadie lo usaba, se habían olvidado de él. Como dijimos, hizo un reciclaje cultural.
Así que guarda con lo que no usa, que cualquiera puede venir y reciclarlo, y los tiempos no están para ir abandonando cosas, no vaya a ser que un día nos preguntemos dónde está nuestra esposa y nos desayunemos con que vive en Dinamarca con un tal Olsen y para escribirle, tengamos que mandarle un mail a amadaperdida@olsen.

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