CAPÍTULO 3: REINVENTARSE DESPUÉS DEL DOLOR

Una vez más

Por Alejandro Lodes

Junté todas las botellas vacías en cajas y las tiré sin que nadie me viera. Agarré los recortes que estaban desparramados por toda la habitación, les puse pegamento y los coloqué ordenadamente en ‘el cuaderno de los viejos recuerdos’, allí las cosas van a durar por siempre. Me lavé la cara porque ya era de mañana, y me decidí afrontar todos mis problemas uno por uno. “Por fin quiero estar vivo”.

– “Mamá, papá, sé que soy joven y arrebatado, que hace un tiempo perdí mi lugar y no tengo trabajo. Anoche tuve un sueño del que no quiero despertar”.
– “Sé que hace tiempo debería haber ido a la universidad y no lo hice, pero tengo todo planeado. ¡Ya sé que voy a estudiar!”.

Les conté de mis nuevos objetivos, lloraron de alegría, me abrazaron, y me dieron sus bendiciones. Armé mi valija, los miré, dije que los amaba y les prometí regresar con la frente en alto. “Es en el dolor donde nos encontramos con nosotros mismos”, me dijo mi amiga dándome un fuerte abrazo de despedida. Les juré reconstruirme. Ya sabía lo que era y lo que no, pero por sobre todo, ya sabía lo que podía ser.

Con el tiempo dejé las muletas, unos amigos del nuevo gimnasio me enseñaron que tenía que aprender una nueva forma para caminar y, luego de meses y mucho esfuerzo, lo pude lograr. Me prometí nunca más ir a ese rincón obscuro. “Si no soy el rey de mi propia mente alguien más lo será”.

Una vez más la amistad ponía fuerzas en mi destino. Un día aparecí de sorpresa sin apoyarme en nada y con una sonrisa les dije a mis amigos “¡Miren! ¿Cuando empezamos a trotar?”. Ya estaba listo y empecé a estudiar, mis padres siempre me dieron su apoyo. Descubrí que no importa lo que hagamos, hay una blanca luz que nos ilumina por todo el camino.

La tristeza a veces me mira, me siento adicto a ella; la miro de reojo y en voz baja pronuncio “No me volverás a arrastrar a ese lugar”. Busco dentro de mi nueva colección de música rockera y le pongo ‘play’ a un par de discos mientras estudio. Si se me dificulta, miro una foto en la que estoy con mi amiga y recuerdo cuando dijo: “Vean a éste chico, va a ser famoso una vez más”, y me vuelvo a concentrar.

Los fines de semana eran los permitidos, no voy a mentir y decir que no íbamos a los boliches. Si me agradaba una chica lo primero que le preguntaba era si le gustaba el fútbol. Si se iba no era la correcta, aunque si se quedaba nos poníamos a charlar y quizás luego a bailar. Es importante mantener las cosas en claro desde un principio, tarde o temprano volveré a mi ciudad, aquí vine a estudiar.

Hay noches en las que deseaba no haberme ido de casa, pero solo tenía que madurar, todos pierden algo en la vida o simplemente se les cae al caminar. Otra vez pienso en las palabras de mi amiga, si no fuera por ella no estaría en este lugar. Voy a cerrar los ojos porque mañana debo estudiar temprano, las pruebas finales se acercan y necesito descansar para dar lo mejor de mí.

Practico la forma de derrotar a un enemigo imaginario y qué cosas haría yo en su lugar, aprender de los errores para convertirlos en su debilidad. Me enseñan las diferentes estrategias de contraataque y la manera que el mismo equipo se puede posicionar, dependiendo de qué tan rápido intentemos ganar. Como todo en la vida siempre hay un manual, del cual tenés que saber la teoría y luego se debe practicar.

Me siento seguro para mi examen final. Mañana es el gran momento, el profesor nos mira y nos dice “Chicos, ya no hay nada que les pueda enseñar. Esto depende de que tan bien me hayan escuchado estos meses, que tanto hayan estudiado, y cuánto de ello puedan aplicarlo con un poco de stress en sus mentes. Dos más dos no siempre son cuatro, solo depende de que tan buenos sean al sumar”.

El día que recibí mi título, me sentí muy alegre y agradecido por tener tantos amigos y conocidos. Ese día llegaron muchas llamadas y mensajes a mi celular. Si no respondí alguno sepan disculparme, fue un día muy especial y estaba nervioso, solo pensaba en volver a casa y mostrarles a todos que podía triunfar otra vez en mi vida personal. “Los quiero a todos, gracias por estar”.

Luego de dos difíciles años en la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino, y con mi título en mano sentí que ya era tiempo de volver a mi ciudad. Veo al sol ocultarse en el horizonte y estoy ansioso por llegar, contarles mis nuevas anécdotas y que me vean caminar bien una vez más. Bajé del avión, pero antes de ir a casa, volví a mi antiguo club, y les dejé mi CV para expresarles mis deseos de regresar.

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