DE CABEZA, SAMUEL UMTITI MARCÓ EL GOL DE LA VICTORIA

Francia es el primer finalista del Mundial tras vencer 1 a 0 a Bélgica

Francia venció 1-0 a Bélgica este martes en San Petersburgo y se convirtió en el primer finalista del Mundial de Rusia 2018.
Un gol de cabeza de Samuel Umtiti en el minuto 51′ dio a Francia el pase a su tercera final de un Mundial, después de Francia 1998 y Alemania 2006.
Francia se enfrentará el domingo al vencedor del partido de semifinales que jugarán hoy Inglaterra y Croacia en Moscú.
Ambos equipos conocían el poder de fuego de las delanteras rivales, como cuando en un combate de boxeo se enfrentan dos pesos pesados con puños de acero, y en la primera parte prefirieron controlar el balón y no arriesgar en el pase.
La mejor ocasión en el primer tiempo para los Diablos Rojos fue un remate desde el interior del área de Toby Alderweireld, tras un saque de esquina, que el arquero Hugo Lloris despejó con una gran estirada al palo derecho (21′).
Por parte francesa, fue el lateral Benjamin Pavard quien contó con la ocasión más clara para abrir el marcador: tras recibir de Kylian Mbappé, se plantó solo ante Thibaut Courtois y su disparo lo sacó el arquero belga con la pierna (39′).
Tras la pausa, Bélgica volvió a tomar la iniciativa y amenazó con un cabezazo fuera de Romelu Lukaku, que había pasado desapercibido hasta entonces (48′).
Pero fueron los Bleus lo que encontraron primero la manera de romper la defensa belga, en un córner lanzado desde la derecha por Griezmann y, adelantándose a Fellaini en el primer palo, Umtiti cabeceó a la red (51′).
El 1-0 francés hundió a Bélgica, que a punto estuvo de sufrir otro gol tras un delicioso pase de taco de Mbappé a Giroud, cuyo tiro fue bloqueado por Dembelé. Hazard no sólo se había diluido, sino que recibió incluso una amarilla.
De a poco, los «diablos rojos» comenzaron a absorber el golpe y a recuperar la pelota. Fellaini pudo reivindicarse a los 65′ con un cabezazo que se fue cerca del palo de Lloris. En el banco, Martínez se entusiasmaba y arengaba a sus jugadores. Ese mismo banco en el que Thierry Henry, su mano derecha, no podía sino tener sensaciones altamente extrañas: su país, el mismo con el que 20 años atrás fue campeón como compañero de Deschamps, estaba por llegar a la tercera final de su historia. Normalmente se hubiera alegrado, pero lo suyo esta vez pasaba por llevar a la final a Bélgica.
Hazard apretó los dientes para mostrar rebeldía e intentar levantar a Bélgica. El «10» sufrió una fuerte falta de Varane, pero la pelota fue a los pies de Witsel, que lanzó un misil bien despejado por un despierto Lloris.
Los hinchas franceses celebraban en la muy fresca noche sobre el Báltico y los belgas se resignaban mientras los «bleus» amenazaban con el 2-0. Treinta y dos años después de estrellarse ante la Argentina de Maradona, una nueva semifinal les daba a espalda.
Los «bleus», en cambio, tendrán el domingo una doble oportunidad. La de repetir el éxito de 1998, claro, pero también la de clausurar una historia mal cerrada 12 años atrás, cuando tenía la final ante Italia en sus manos y un cabezazo de Zinedine Zidane a Marco Materazzi cambió todo. El título se fue para la «azzurra» y nadie sabe hoy a ciencia cierta qué sucedió, qué pasó por la cabeza de Zizou. Esta semana, ante Inglaterra o Croacia, los «bleus» tienen la puerta abierta para enterrar esa vergüenza y ponerse, con dos títulos, a la altura de la Argentina.

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