MUNDIAL 2018

Moscú fue la gran sorpresa

Por Marcelo González*

Es nuestro último día en Moscú. Próximos a retornar a Argentina, vamos a hablar en primer lugar del aspecto deportivo de esta Copa del Mundo 2018. Francia le ganó en la final 4-2 a Croacia y se consagró como un justo campeón. No creo que sea de los más recordados en la historia, pero sí -junto a Bélgica- el que mejor fútbol jugó. Creo que el título fue más que merecido no por lo que hizo en la final, donde los dos primeros goles llegaron sin casi haber pateado al arco, sino por el camino previo que tuvo que recorrer. Le tocó el lado más difícil, la llave de donde todos suponíamos que saldría el campeón. Venció a rivales difíciles e históricos como Argentina y Uruguay y en una final anticipada, como dije antes, al otro equipo que mejor fútbol mostró: Bélgica.
Francia se apoyó en Griezmann, Mbappé y Pogba. Croacia -y coincido con FIFA- aportó al mejor jugador, Modric. Y allí, a un pasito, Hazard, el belga. Ambos nos mostraron lo mejor, pero sin deslumbrarnos, sin un genio, sin una figura que nos haga recordar este Mundial para siempre.
Y si hablamos de un mundial raro o sorpresivo, fue porque uno a uno y por diversos motivos fueron cayendo los grandes candidatos previos. Alemania, Argentina, España y Brasil, en ese orden. La primera, desconocida. La nuestra, desorganizada y sin plan. España, desgastada. Brasil, la gran decepción. No podemos dejar de asociar esto con que las grandes figuras mundiales no aparecieron en su esplendor y no hicieron el mejor campeonato. Póngalos en el orden que usted quiera, pero Messi, Cristiano y Neymar mostraron su talento con cuentagotas.
Creo que para todos fueron una enseñanza de vida estos más de 30 días en Rusia y creo también que eso es lo más importante: traernos una imagen real de su cultura, sus ciudades, su gobierno, su gente y su historia. En notas anteriores hemos ido adelantando algo de lo que hoy podemos resumir. Moscú fue la gran sorpresa. Del primero al último día, con sus iglesias, monumentos, sus grandes avenidas, su lujoso metro, con sus ciudadanos ricos ostentando sus maravillosos autos, con el Kremlin, San Basilio, sus grandes parques, el Financial Center y tantas cosas más que me sería imposible abarcar. Decía, Moscú mostró estar a la altura de las mejores capitales del mundo. Una gran sorpresa, nada que envidiar a Londres o París. Sí, tal vez le falta marketing. La distancia y cuestiones políticas influyen en esto. San Petesburgo está al nivel de las más bellas ciudades europeas y también Sochi, el paraíso de los rusos por sus playas, sol y calor.
No me quiero quedar sólo en las ciudades. Imaginaba rusos ásperos y duros en el trato, pero me encontré un pueblo realmente amigable. Gente dispuesta a colaborar. Hicimos varios amigos y amigas que nos ayudaron y nos guiaron para hacer nuestro trabajo. El común de la gente es muy amable y gentil.
No está el comun de la gente demasiado de acuerdo con el gobierno, pero eso es un fenómeno casi mundial. Por lo bajo y a escondidas hablan de corrupción. Las ciudades son muy seguras y se puede transitar a cualquier hora por cualquier lugar. Incluso se ven mujeres solas, lo que hizo trizas la idea que en algún momento tuve de que Moscú era peligrosa: es todo lo contrario.
Para los rusos el Mundial existió hasta el momento en que su país quedó eliminado. El fútbol aquí no es pasión, ni mucho menos. Sólo sabíamos que estábamos en un Mundial si buscábamos un canal que nos informara al respecto. En las calles todo volvió a la normalidad: la ida tempranera de los equipos latinos dejó al país sin gente festejando en las calles. La fiesta futbolera fue durante los primeros quince días. Luego se fue apagando de a poco, hasta terminar sin brillo y casi sin hinchas.
Pasó Rusia 2018, habría mucho más para contarles, pero alcanzan el tiempo ni el espacio. Fue una nueva experiencia, mi sexto Mundial, diferente a todos. Me dio mucho más en lo humano y en lo cultural que en lo futbolístico, pero esto es así. El anterior, en Brasil, casi me da la Copa, que sigue siendo esquiva para Argentina. Dejamos pasar la oportunidad de tener al mejor del mundo debido a la confluencia de errores organizativos, las malas decisiones y la falta de un proyecto serio.
Somos Argentina, así estamos. No sorprende, ¿no? Lo que sí nos va a sorprender siempre es la ilusión, la locura y la pasión del hincha argentino, que será el mejor recuerdo que nos llevamos de esta Copa del Mundo. Hasta la próxima, nos vemos en Qatar 2022.

*Enviado especial

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