HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

La evolución del Space Invaders

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

Los tiempos cambian y las cosas evolucionan, antes los celulares eran terribles ladrillos y hoy son diminutos enseres que perdemos en cualquier lado y si nos descuidamos involuntariamente nos filmamos mientras nos sacamos los mocos y el video termina recorriendo las pantallas de todas las pantallas de la región y alrededores sin que medie ni un minuto. Evolucionaron las linternas, que ahora tienen leds en vez de lamparitas, evolucionó hasta la mayonesa, que venía en frasco y ahora viene en sachet. Y así como evolucionó tanta cosa, también evolucionaron los juegos. Si cuando éramos niños nos desvelaban el Estanciero o el Juego de la Vida, o nos trenzábamos en partidas de bolitas o de espejito con las figuritas, hoy nuestros hijos y nietos también han adquirido nuevos hábitos y costumbres, juegos que para nosotros son chino básico y que para ellos significan mucho más que una bolsa de lecheritas.
Pero en el medio hay todo un camino de bemoles, por lo que pretendo internarme en senderos tan escabrosos como desconocidos, temiendo que usted, fiel lector, me abandone a mitad de camino, pero no lo voy a defraudar.
Arranquemos por algo medianamente conocido como es el Pac Man, ese bichito que se morfa los fantasmitas azules como píldoras. Dicen los que han pasado gran parte de su vida agarrados de la palanquita de ese video juego y gastado el equivalente de unas vacaciones en Tailandia all inclusive en fichines, que la máxima puntuación posible en una partida es de 3.333.360 puntos.
¿Y lo tiene a Mario, ese del jardinero azul que esquiva los toneles que le tira Donkey Kong? Parece ser que en el arcade original se llama Jumpman y era un carpintero, no plomero, dato interesante para abrir la conversa con el aprendiz de hacker de su casa. Aunque comentarle que Sony, mucho antes de ser el hada madrina que fabrica su adorada Play Station, lo primero que comercializó fue un hervidor de arroz también tiene su encanto.
Sepa, constante lector, que casi todos los juegos trae un “easter egg”, que es una especie de sorpresa sin mucho sentido que está escondida en la programación del juego y que se activa pulsando secuencialmente ciertas teclas o botones y que el jugador experimentado debe encontrar. A veces son fotos, a veces un mensaje o un pequeño jueguito dentro del principal. La gracia reside más en el descubrimiento que en el mismo “easter egg”. El primero data de 1978, hace una punta de años, cuando muchos de nosotros jugábamos con el añorado Atari, estaba en el juego “Adventure” y consistía en una habitación donde se podía ver el nombre del creador del juego. Una idiotez atómica, pero a los diez años uno no tiene tantos prejuicios a la hora de encontrarle el sentido divertido a la vida, ¿no?
Otro dato que puede servirnos para romper el hielo con nuestro retoño es contarle que una de las personalidades reales que más aparecen en los juegos es Michael Jackson, de una manera u otra, ha aparecido en Sonic the Hedgehog 3, Ready 2 Rumble Round 2, Space Channel 5 1 y 2, GTA: Vice City y, obviamente, en su propio juego, Moonwalker. Si el niño le pregunta quién es Michael Jackson, pase al siguiente dato rápidamente y sin que se le noten las lágrimas.
Una historia que sí es divertida sin dudas es la del juego FIFA, el conocido simulador de fútbol, que en su versión 2001 quiso ser el más original y sacó una versión –la primera y única en el mundo- con el agregado de “rasca y huele”. ¿Vio esos libritos para chicos con dibujos de flores que si le pasamos la uña por arriba se huelen las rosas? Bueno, este juego venía en un CD que si se rascaba olía a pasto. No fue buena idea, ni para el juego ni para el CD en cuestión.
Existe un juego, el Animal Crossing de la empresa Gamecube, que potencialmente puede ser jugado durante 29 años reales. ¡Y usted que le dice a su pequeño heredero que no pase más de dos horas en la compu!
¿La tiene a Lara Croft? ¿Esa mezcla extraña de Indiana Jones con Bettie Page? ¿Esa que fue llevada al cine en la piel de Angelina Jolie? ¿Sí? Bueno, parece ser que primero se iba a llamar Laura Cruz, pero quedó en el tintero. Lo que también quedó allí son las medidas originales de su por demás exuberante busto, ya que las actuales desproporcionadas y fetichistas se deben a que su diseñador, Toby Gard, accidentalmente en uno de los demos ajustó el modelo al 150% de su tamaño real y cuando lo fue a corregir le saltó al cuello todo el resto del equipo de diseño. ¿Le parece un dato un poco subido de tono para el diálogo parental? Ok, sigamos con algo más políticamente correcto.
Final Fantasy, uno de los juegos más famosos de todos los tiempos, no tiene ese nombre a causa de su historia, ni de un ataque de lirismo de sus creadores, todo lo contrario, se llamó así debido a que Hironobu Sakaguchi, el creador y co-fundador de Square, la empresa que lo distribuyó, usó las últimas reservas de dinero de la compañía para hacerlo, lo que se dice realmente la última fantasía. Le salió bien, indudablemente. Ya van por la versión número doce, sin contar películas animadas, anime, medios de comunicación impresos, muñequitos de acción y vaya uno a saber cuánta otra chuchería.
Querido lector, si llegó hasta acá sin abandonarme se debe a dos posibles razones, efectivamente está buscando un milagro que logre sacar a su hijo del ostracismo informático y lograr un diálogo mínimamente inteligible con él, o usted es uno más de la gran masa de adultos que, como uno, también juega a estas cosas. No se sorprenda, según la “Entertainment Software Association”, el jugador medio en Estados Unidos no tiene 12 años, sino 33, y lleva jugando la friolera de doce años. Así que no se sienta culpable, y si no puede vencerlos, únase a ellos, siéntese junto al pequeño y en vez de esperar palabras pídale un joystick, que juntos es muy probable que maten más marcianitos que por separado.

Nota del autor: Datos extraídos de la página web http://petuniadeldesierto.blogspot.com

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