UN ENTORNO DE VIOLENCIA Y QUE MUCHAS VECES NO LOGRA LA REINSERCIÓN BUSCADA

¿Cómo se resuelve la problemática carcelaria en Argentina?

El sistema carcelario, salvo muy contadas excepciones, está en crisis en todo el mundo, y en el caso de Latinomérica, dos de los países de la región están entre los cinco con más población penitenciaria del mundo.
En este marco, es destacable que, entre los 10 países con más sobrepoblación carcelaria del mundo, cuatro son latinoamericanos. En el año 2016, Haití tenía una tasa de ocupación carcelaria del 416%; El Salvador, una del 320%; Venezuela del 270%, Bolivia del 256% y en Paraguay la sobrepoblación alcanzaba el 131%, según datos del Centro Internacional de Estudios Penitenciarios de la Universidad de Essex (ICPS).
Y Argentina no tiene nada que envidiar a estos casos, más teniendo en cuenta que esta semana, en la U6 de Rawson, uno de los reclusos de nombre Alejandro Catrini recibió varios cortes de faca en el cuerpo y si bien fue trasladado de urgencia al hospital Santa Teresita, falleció minutos después. Murió un preso luego de una pelea en la U-6 de Rawson. La pelea ocurrió en el pabellón 7 de la penitenciaria de la capital provincial, al parecer por disputas de dominio del pabellón.

Desde la teoría

¿Cómo se resuelven estos cuellos de botella de las sociedades? Mauricio Manchado, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), estudia la problemática carcelaria; un mundo que transita motivado por sus estudios desde 2006, movido por su trabajo de tesis de grado de la licenciatura en Comunicación Social. Ingresó por primera vez a la Unidad Penitenciaria Nº3 de Rosario, hoy, doce años después, su compromiso con la investigación científica y la educación en la cárcel está intacto y sus proyectos siguen creciendo.
“Para quienes venimos del campo de las Ciencias Sociales, es una responsabilidad muy importante poder instalar nuestras discusiones en términos de investigación en otros escenarios, tanto en la educación, como en la universidad y en los medios de comunicación”, asegura Manchado con respecto a su labor científica, que tiene puntos de unión con su dedicación a la docencia y la extensión universitaria.
Manchado estudia actualmente una dimensión de la problemática carcelaria vinculada al funcionamiento del dispositivo religioso, particularmente el evangélico y pentecostal, como una forma de gobierno y de gestión del encierro por parte del servicio penitenciario. Además, en el marco del programa “Los científicos vuelven a la escuela” organizado por el CONICET Rosario, Manchado desarrolla desde hace cuatro años una serie de clases en escuelas secundarias de Rosario. “Lo que siempre trato de plantear es: qué cárcel estamos pensando y que cárcel estamos teniendo hoy. El título que elegí para las actividades de este año fue `Cárceles de ayer, hoy y mañana. ¿Corregir, depositar, retener, imposibilitar o qué hacer con las personas encerradas?`, para pensar en los esquemas posibles del encierro que hoy se mixturan en la comunidad carcelaria de la provincia de Santa Fe”, cuenta Manchado.
“En las clases trato de historizar sobre el modo en que las cárceles se fueron conformando, con qué objetos, bajo qué prácticas, con qué discurso, para poder pensar cómo aparecen en la actualidad. Entonces surge el cuestionamiento: si las cosas siempre fueron así, si hubo cambios a partir de la caída del Estado de bienestar, que estaba más vinculado a la idea de resocialización y de generar un sujeto que se vuelva a incorporar a los esquemas social y productivo, o si se piensa más como comienza a prevalecer desde los 70 en un esquema de cárcel mucho más depositaria, más incapacitante, con el objetivo encerrar a la persona para tenerla durante un tiempo prolongado ahí, sin brindarle ningún tipo de herramientas posibilitadoras de otras trayectorias”, señala Manchado.

La educación como un derecho, aún en el encierro

Desde 2017, Manchado tiene a su cargo, junto con la licenciada María Chiponi, la coordinación el Programa Educación en Cárceles de la Secretaria de Extensión y Vinculación de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales (UNR), que tiene como objetivo que las personas que están privadas de su libertad puedan acceder a la educación superior terciaria: “Propongo poder pensar estos espacios desde una perspectiva de los derechos, dejar de suponer que acceder a la educación es un beneficio”, señala al respecto el investigador.
Haciendo dialogar los pilares que hacen a la producción de conocimiento -la docencia, la investigación y la extensión- Manchado asevera que pueden generarse una serie de intervenciones que traten de interpelar eso, y decir: también hay otras formas de construir una cárcel posible. “Entendemos que es una forma de castigo que la sociedad moderna ya demostró que fracasó desde su propio nacimiento, pero también sabemos que la cárcel va a seguir existiendo y empíricamente todo demuestra que va por más, se construyen más prisiones y se amplían las viejas. Entonces, ¿qué otras formas de pensar la cárcel pueden haber? ¿Qué otras prácticas se pueden instalar?”. A partir de esas preguntas como disparadores Manchado explica, tomando las ideas de Michael Foucault: “Desde lo micropolítico, desde lo artesanal, desde un entramado vincular muy específico, un trabajo de muchos años, se pudo generar un vínculo con el servicio penitenciario que habilita y da lugar a prácticas que permiten este acceso a la educación”.
“Hay una interesante concurrencia y un compromiso muy fuerte de las personas que asisten a estos espacios, se logró construir un vínculo de mucho cuidado. Funciona con otra lógica que se aleja de la punitiva que predomina en la cárcel”, indica Manchado al respecto de la asistencia y participación de las personas detenidas a los espacios que ellos plantean.
“Trabajamos sobre todo en las reflexiones teóricas que venimos haciendo en el marco de proyectos de investigación, sumado a que mi procedencia es la comunicación, en los que me interesa la posibilidad de disputar sentidos. Desde el orden de lo material, participar de un taller puede significar salir del pabellón para estar en un espacio diferente y como dicen algunos: `te despeja un poco salir de ese espacio de encierro cotidiano`. Pero para nosotros el desafío estuvo siempre en trabajar en el orden de lo simbólico, en discutir los sentidos que construye la cárcel, que no surgen caprichosamente, sino que el orden social en su conjunto viene creando sobre la población carcelaria un discurso que sostiene que es `el sobrante, no van a poder hacer más que esto, van a ser ladrones toda la vida, el desperdicio social`, y la cárcel refuerza eso. Desde nuestro lugar tratamos de interpelar desde la posibilidad, desde que hay otra realidad que se puede construir y en este sentido las prácticas culturales y educativas son una herramienta potente para poder generar esos escenarios”.

El Feriante: un lugar distinto desde la prisión

El año pasado, Manchado participó en la producción de la serie documental “El Feriante”, que trata de poner en escena que en las cárceles también se construyen otras cosas, se posibilitan otros tipos de vínculos, de solidaridad, de amor, de compañerismo y de lucha. “La serie cuenta la historia de un hombre que, vinculándose en espacios culturales dentro de la cárcel, al salir puede incorporarse a un proyecto de extensión universitaria que se llama `Ferias culturales`, que le permite comercializar los productos que hacen sus ex compañeros desde la cárcel. Él puede lograr otro tipo de vínculos, otras redes, en donde lo económico es casi insignificante”, dice Manchado.
“El desafío como investigador de ciencias sociales es ocupar ese espacio y dar lugar al debate, es involucrarse en las problemáticas sociales”, cierra Manchado y cuenta, con emoción, que hace pocos días le comunicaron que “El Feriante” fue elegida como Mejor serie web documental del FIS MED, Festival Internacional de Series Web de Medellín, Colombia.

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