CREER O REVENTAR

La Estación Espacial Internacional bajo la lupa

La Estación Espacial Internacional (ISS) cumple 20 años en órbita, casi la mitad de ellos dedicados a su construcción, y de nuevo, la máquina más compleja jamás fabricada por el hombre, se encuentra ante la situación de tener que justificar su existencia en términos científicos y económicos, a pesar de que su razón de ser fue la política.
Con un coste cercano a los 100 mil millones de dólares, su vida útil, prevista hasta el 2020 se ha prolongado de acuerdo con los socios internacionales hasta 2024. Los constructores aseguran que su integridad estructural llegará hasta 2028 y su integridad física hasta mediados de los años 2030.

Sesenta años

Los orígenes de la ISS se remontan a 1958, cuando la NASA decide dar un golpe de efecto en la carrera espacial con la Unión Soviética y propone la construcción de una estación en órbita terrestre habitada.
En 1961 Kennedy descarta esta opción por falta de definición y pone la Luna como objetivo. En 1969, ya conseguido el objetivo de la Luna, la NASA propone nuevamente la construcción de una estación espacial para 100 personas que debería estar en órbita en 1980, pero todo quedó finalmente en la mini-estación Skylab (1973-1979) la cual, por problemas técnicos, sólo pudo estar habitada por tres astronautas durante 24 semanas en 1974.

20 mil trabajadores en el proyecto

En 1984 Reagan aprobó definitivamente la construcción de la «Estación Espacial Freedom». En 1992 nombraron a D. Goldin administrador de la NASA; a su llegada la estación seguía sin estar aún definida pese a llevar gastados ya 8.000 millones de euros y tener trabajando a 20.000 personas en el proyecto. Todavía no habían conseguido poner en órbita nada. Mientras tanto, la estación espacial rusa MIR (1986 – 2001) ya llevaba años en pleno funcionamiento. La situación era calamitosa para la NASA.
En 1993 la recién llegada Administración Clinton decidió reducir un 20 por ciento el presupuesto de la NASA, lo que implicaba la muerte de la estación, pero Goldin consigue salvar el programa reduciendo alcance de ocho a cuatro astronautas y el tamaño. No había recursos para más.

Un enorme presupuesto anual

El presupuesto anual de la NASA para la ISS es de 3.700 millones de dólares, y los demás socios aportan otros 1.500 millones (Rusia, Europa, Japón y Canadá). Es un enorme gasto anual difícil de justificar frente los 300 millones de dólares anuales dedicados a la investigación y ciencia y los 100 millones en operaciones comerciales. Para reducir estos altos costes anuales y poder abordar nuevos programas de vuelos habitados, la NASA trata de compartir los gastos con el sector privado buscando actividades comerciales económicamente rentables, pero todos los estudios realizados hasta la fecha no han dado resultado.
La Estación Espacial Internacional debe su existencia básicamente a razones políticas de liderazgo en la exploración humana del espacio de EEUU y Rusia. No hubo en sus orígenes criterio económico alguno sobre su explotación, pues de haber sido así, no hubiera existido. Es por esto que no parece razonable que su futuro pueda depender de una imposible rentabilidad económica.

Superando los límites del universo

La ISS y en general la actividad espacial han demostrado ser una herramienta política de primer nivel que ha tenido un papel muy importante en periodos difíciles con muy buenos resultados. Con ella se ha permitido consensuar criterios muy dispares en conflictos internacionales, unir pueblos y empujar al ser humano a continuar explorando el universo superando barreras que hace no mucho parecían imposibles. Los 15 países y los astronautas que han participado en la ISS están orgullosos de ello y son un activo que también hay que valorar.

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