HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Las fiestas tienen ese no sé qué…

¿A usted no le pasó, estimado lector, que estas fiestas lo agarraron medio como desprevenido? A mí, personalmente, es como si el calendario hubiera perdido de repente unas cuantas hojas y hubiera pasado del 17 de julio al 23 de diciembre… Es que de verdad le digo que no me lo esperaba, un día estaba acomodando los pulloveres y al otro armando el arbolito; que dicho sea de paso, muy bonito todo, pero el que inventó algo que integra en el mismo espacio bolitas de cristal, fierritos, lucecitas enchufadas a 220, guirnaldas por demás ignífugas, todo apoyado en una endeble y precaria estructura es como para al menos denunciarlo. Y una cosa es armarlo, y otra muy distinta es desarmarlo, que yo ya canté “prí” y que lo desarme la tía Gertrudis, que si no quiere lo voy a terminar guardando así como está, con alargues y todo. Porque volver a meter esas lamparitas en la caja como venían embaladas debe ser una de las tareas que le encomendaron a Hércules, prefiero enfrentarme a un Minotauro en celo que meter los dedos de nuevo en ese nudo gordiano de cables y foquitos.
El caso, para no seguir desvirtuándole la columna, es que no debo ser el único que se dio cuenta de golpe que teníamos las Navidades encima, sino jamás se entenderá esa locura galopante que nos agarra a todos en estos días y salimos a comprar cuanta media, carterita, llavero o zapatillas que se nos ponga enfrente. No me van a decir que no es muchísimo más fácil ir pensando con unos meses de anticipación qué le gustará más al abuelo, si la bufanda a cuadros o la remera con la ballenita saltando. Pero no, el día de Nochebuena nos encuentra a todos sacándonos los ojos para poder entrar a la casa de electrodomésticos, que dicho sea de paso, trabajar en estos días en un local de esos debería ser catalogado como una profesión de riesgo, “¿esta plancha puedo cambiarla si mi prima ya tiene?” debe ser una de las preguntas más accesibles que estos sufridos hombres deben enfrentar un 24 a la tarde.
Pero bueno, será que los tiempos que corren nos tienen así, medio como atolondrados, y en vez de que corran los tiempos, terminamos nosotros al trote como caballo sin sortija.
Pero no se crea, atento lector, que las cosas son así acá, no, no, no, que de locos y enloquecidos hay por todos lados, que al final de cuentas, esto de la globalización no se conforma con las recetas económicas y los dibujos animados japoneses, sino que la vorágine navideña alcanza a los rincones menos pensados.
Por ejemplo, en Rusia, si usted aún sigue sufriendo esa última porción de melón con jamón, sepa que el atiborramiento de comida es más exagerado aún. Si usted está acostumbrado a la ensalada de papas de la nona, el arrollado de la nena y la pavita de la patrona, piense que la cena de Nochebuena de estos buenos señores rusos está compuesta por 12 platos. Y usted dirá, por qué belines, y yo le responderé por cada uno de los apóstoles, que vaya uno a saber qué tiene que ver, si a esa fecha del nacimiento de Cristo, minga de apóstoles tenía, pero así son las cosas en la Siberia.
Y si desenvolver regalos en Navidad le trae colitis financiera, no quiera saber qué piensan los moscovitas, que en el día de Año Nuevo, los niños rusos reciben la visita del Abuelo de Hielo, también conocido como Maroz, que acompañado de su ayudante, la Niña de Nieve, reparten juguetes, pasteles de jengibre y Matriuskas. ¿Ya adivinó que Maroz son los padres, no?
Por su parte los italianos tampoco se quedan atrás a la hora de darse atracones navideños, pasta rellena cocida en caldo de capón, espaguetis con almejas, anguilas, verduras y turrón. En Nochevieja, las lentejas sustituyen las uvas, se supone que para atraer la buena suerte.
Pero por otra parte, en la India no están tan apurados, el Año Nuevo (Ugadi) comienza en primavera, según el calendario lunar hindú, el 2014 comenzará el 31 de marzo, con grandes hogueras y baños rituales. O sea, ellos todavía tienen un poco más de tiempo para armar la lista de regalos.
Así que, estimado lector, ya sabe, si las fiestas lo agarraron de sorpresa tiene un par de soluciones, o se muda en viaje relámpago a Nueva Delhi y espera tranquilo hasta fines de marzo o hace como todos, respira profundo, cierra los ojos y desde el fondo del corazón dice: “Feliz Año Nuevo para todos, que se les cumplan todos los deseos y este 2014 sea el mejor año de sus vidas”.

Javier Arias
javierarias@eldigito.com

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