ENTREVISTA A OSVALDO GIRARDIN, ECONOMISTA ESPECIALIZADO EN MEDIO AMBIENTE Y CAMBIO CLIMÁTICO

“El impacto del cambio climático podría tener un alto costo económico para el país”

1“Los impactos económicos del cambio climático en diversos sectores, sistemas y regiones de la Argentina pueden llegar a ser importantes.” Esas palabras pertenecen a Osvaldo Girardin, economista y coodinador del reciente informe “La economía del cambio climático”, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Girardin ocupa varios roles: es director del departamento de Medio Ambiente y Desarrollo de la Fundación Bariloche, investigador del CONICET y único miembro argentino del Grupo de Tareas sobre Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero (TFI, por sus siglas en inglés), que depende del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

Por Mauro Fernándes

P: -A nivel global, ¿cuál es el porcentaje de emisión de gases de efecto invernadero por parte de la Argentina? ¿Es ínfimo?
O.G.:-Es difícil dar un número preciso porque depende de la información que presentan los países. En general hay datos a nivel global. Argentina se ubica entre el 0,5 y el 0,8 por ciento. Es decir, menos del 1 por ciento a nivel global. Pero si se compara ese valor a nivel latinoamericano, Argentina ocupa el cuarto lugar, después de México, Brasil y Venezuela. A nivel global no es un país que mueva mucho el perímetro. No obstante, debe ocupar aproximadamente el trigésimo puesto a nivel mundial.

-“La economía del cambio climático”, es el nombre del informe que usted coordinó. ¿Es la primera vez que se hace un estudio de estas características?
-Es la primera vez que se hace un estudio en el que se pretende asignarle un valor económico a los diferentes impactos del cambio climático. Hay algunos estudios en los que se trata de determinar el impacto físico y, en algunos casos, hubo algunos intentos de evaluar, por ejemplo, el daño provocado en materia de infraestructura. Con relación a los trabajos que se han hecho, este informe posiblemente sea el de mayor alcance en términos de sistematizar el impacto económico. Es un trabajo que se hizo, fundamentalmente, durante 2009 y 2010. Los procesos de revisión llevaron mucho tiempo. Por eso, se presentó este año.

-¿Cómo evalúa el impacto?
-Primero, si hay una característica que tiene el impacto en la Argentina es la heterogeneidad. O sea, por un lado hay algunas zonas donde se espera que no haya muchos problemas de falta de agua porque va a llover lo mismo o más de lo habitual. Ese caso corresponde a las regiones pampeana y chaqueña y responde a una tendencia presente desde hace bastante tiempo. Sin embargo, ese escenario es totalmente distinto al de Cuyo y Comahue, ya sea desde un análisis presente como futuro. En esas zonas los caudales de los ríos son menores que hace cuarenta o cincuenta años y, por lo tanto, se cree que puede llegar a haber un estrés hídrico creciente si la temperatura sigue aumentando y las precipitaciones continúan en los niveles actuales o incluso inferiores. Eso último no quiere decir que no se puedan llegar a producir fenómenos como los que ocurrieron este año en Neuquén o en la línea sur, por ejemplo en Ingeniero Jacobacci. En general la población y las actividades económicas se adaptan o adecuan a las cosas que van pasando. Cuando ocurren eventos que escapan al promedio o a la media es más difícil adaptarse. En general se observa que en la Argentina algunos impactos pueden ser importantes. Un tema fundamental es el horizonte temporal que se tome para el análisis. Es decir, cuanto mayor sea el horizonte temporal, mayores serán las incertidumbres y, a su vez, el impacto previsto podría ser mayor. Además, se podrían modificar los signos de algunos impactos.

-¿Por ejemplo?
-Hoy en día en aquellas regiones que está lloviendo más o por lo menos de forma suficiente, es posible la actividad agrícola de una manera tal que en otras épocas no se podía. Esto implica que a corto plazo se pueda llegar a tener un aumento en los rendimientos de algunos cultivos, fundamentalmente la soja. ¿Implica una tendencia a largo plazo? Los modelos que se utilizan para determinar cómo puede llegar a ser el clima y cómo pueden llegar a ser los rendimientos marcan que en algunos casos puede haber un aumento de ciertos rendimientos propios de algunas actividades. Según los modelos, también puede haber un corrimiento de algunas zonas que antes eran aptas para la agricultura y ahora ya no lo son. Por lo tanto, hay que diferenciar el impacto que se tiene en promedio y el impacto para una determinada zona durante un tiempo. Por ejemplo, por el impacto puede ocurrir que en promedio el rendimiento alcanzado en la actividad agrícola sea mayor; pero al mismo tiempo puede pasar que en las zonas donde se obtenían altos rendimientos, estos ya no se adquieran en el futuro, y que, contrariamente, se puedan conseguir altos rendimientos en zonas que quizá actualmente ni siquiera estén siendo utilizadas para el cultivo. En ese sentido, hay un nivel de incertidumbre importante porque todo depende del propio desarrollo de las actividades. Por ejemplo, la sequía de 2007 y 2008 fue mucho más notoria en lugares que en otras épocas no eran destinados para usos agrícolas. Allí radica la discusión. Avanzar con actividades en zonas que hoy aparecen apetecibles, ya sea porque tienen mayor humedad o mayor disponibilidad de agua, ¿no significa aumentar el riesgo?

-Allí entra en juego la expansión de la frontera agrícola en el país, ¿no?
-Claro. Hay un corrimiento hacia el oeste y hacia el sur debido a mayores precipitaciones, mientras que hacia el norte se registran cambios en el uso del suelo. La frontera se expandió en algunos ecosistemas que necesariamente no eran agrícolas, lo cual implica un riesgo.

-Entonces, las regiones de Cuyo y Comahue, ¿podrían ser una de las más afectadas?
-A partir de los datos obtenidos hasta el momento, esas zonas aparecen como vulnerables.

-¿La zona cordillerana de Chubut no está incluida?
-Hay allí un tema. En la “Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático” se van a hacer incluir nuevos modelos climáticos. El inconveniente que se tuvo en el proyecto de CEPAL (“La economía del cambio climático”) fue que para hacer los estudios y poder bajar regionalmente los modelos globales utilizados, la única información disponible era del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales de Brasil (INPE), organismo que tenía información climática hasta el paralelo 40. Por lo tanto, parte de la Patagonia quedó afuera, ya que el paralelo 42 marca el límite entre Río Negro y Chubut. A partir de la información que se está generando desde el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) de la Universidad de Buenos Aires, creo que se va a poder contar con datos para conocer lo que sucede en la zona cordillerana de Chubut. Por lo menos para hacer un estudio detallado. Solo hay datos referidos a la región del Comahue. En la “Segunda Comunicación Nacional” hay un estudio sobre el norte de la Patagonia y otro general sobre la región, pero son datos correspondientes a 2006 o 2007.

-¿Qué impacto tendría el cambio climático en las poblaciones de Cuyo y el Comahue?
-Hay dos cuestiones a tener en cuenta. Por un lado, por la densidad de la población la disponibilidad del agua no es crítica. El 90 por ciento de la demanda de agua es para riego, sobre todo en el Alto Valle. Ante la posibilidad de un pico en la demanda energética, muchas de las centrales de la cuenca del Limay sirven como embalses y reservorios de energía sobre todo para el verano. Hoy en día, en general allí el consumo humano no es un determinante potencial de la escasez de agua. El tema es que evidentemente hay un impacto en los caudales. La población se puede ver afectada de diversas formas. Por ejemplo, puede existir un impacto en cuanto a la calidad de agua. Por ahora no se ha observado un impacto crítico en cuanto a la generación de electricidad, pero sí podría darse un replanteo de algunas actividades o con relación a la ubicación de determinadas centrales, sobre todo en la cuenca del río Negro. Los principales impactos se van a percibir en las cuencas que no son tan conocidas, como en toda la línea sur donde hay una mayor dependencia de aguas subterráneas. Faltan estudios sobre la posibilidad de disponer de agua en los lugares donde tradicionalmente se ha hecho explotación agropecuaria, como Jacobacci y Maquinchao.

-¿Y la zona donde se encuentra el yacimiento Vaca Muerta?
-Se está realizando un estudio en las cuencas de los ríos Negro, Limay y Neuquén. La demanda de agua para hidrocarburos allí es pequeña en relación a la que se utiliza para la actividad agrícola. Por lo tanto, hay un tema de calidad y no tanto de cantidad. La principal demanda de agua allí es para riego. En cuanto a la explotación hidrocarburífera hay que evaluar más que nada la calidad del agua, lo cual tiene que ver con el manejo que se haga. Me refiero a la calidad del agua que se vuelca al sistema.

-¿Qué datos hay sobre el aumento de la temperatura en el país?
-Depende de los modelos climáticos que se utilicen. A su vez, los modelos climáticos dependen de las hipótesis planteadas en relación con los modelos de emisiones de gases de efecto invernadero. Los escenarios de emisiones que se usaron para el estudio son dos: un escenario de emisiones altas y otro de emisiones más bajas. Dentro de los escenarios del IPCC, por un lado se trataría de un escenario A2 (si se siguiera la tendencia actual, sin tomar demasiadas acciones de mitigación) y el B2 (donde se hacen algunos esfuerzos en términos de sustituir energías por otros emisores menores, por dar un ejemplo). En un escenario de emisiones altas, el aumento de la temperatura en el país podría ser importante. Hay cierta heterogeneidad. Por ejemplo, un aumento esperado de dos grados de la temperatura en promedio para la Patagonia sería muy alto.

-¿Cómo impacta el aumento de la temperatura en la acumulación de nieve?
-En la Patagonia y Cuyo se registra un aumento altitudinal de la isoterma de cero grado, que marca el límite de altitud en el cual se va tener nieve durante todo el año, por el efecto del aumento de la temperatura. Es decir, cada vez hay que ir más hacia arriba para encontrar nieve durante todo el año, lo que da cuenta que, más allá del registro menor de precipitación nieval y de la acumulación de nieve en algunos lugares, si aumenta la temperatura y cada vez hay que ir más hacia arriba para encontrar la nieve durante todo el año, hay también un mayor derretimiento.

-¿Hay una estrategia nacional para combatir el cambio climático?
-Hay más que nada estrategias sectoriales. A nivel gubernamental y privado, hay sectores que tienen estrategias. Por ejemplo, el sector agrícola se viene adaptando a la variabilidad climática, pero no al cambio climático estrictamente. Es decir, allí se analiza cómo los cambios cada vez más cortos van determinando el aumento o la reducción de beneficios. Hay que articular medidas entre los distintos sectores argentinos, para evitar que una acción aplicada por un sector vaya en desmedro de otro.

-¿Se debe tomar una estrategia?
-Sería lo más indicado, sobre todo en aquellos países donde hay un uso intensivo de recursos naturales o donde las poblaciones podrían verse afectadas a partir de los potenciales impactos del cambio climático en las diversas actividades.

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