El movimiento de Scouts en la juventud

Ida y vuelta humano – Que los jóvenes no estén en la calle en etapas clave. Que se integren en actividades que los ayuden a ser parte, a sentirse grupo. Así como los clubes, los scouts incluyen y fomentan pertenencia en las edades de crecimiento. Un movimiento que propone, además, la puesta en práctica de valores a través de la vocación de servicio.


Pasajes a la solidaridad

Hay vivencias que marcan a fuego ciertas etapas, que dan sentido y que ayudan a entender el universo más allá de nosotros mismos. Sobre todo durante esas edades en que más se forja la personalidad, los Scouts proponen experiencias enriquecedoras y desafiantes. En el grupo de Trelew es ya clásico y anual el viaje a los parajes más remotos de nuestra provincia para celebrar el Día de la Niñez, con la particularidad de que no sólo llevan juguetes: movilizan el juego.

En un mundo que tiende hacia la concentración poblacional urbana, la aparición de aldeas habitadas por menos de cien personas parece de cuento… Con Hong Kong como bandera del “hacinamiento”, los documentales de hoy nos sorprenden con el dato: la mitad de la población de la Tierra vive en ciudades, si esas urbes se compactaran imaginariamente en una sola, ese territorio ocuparía un porcentaje ínfimo de la superficie total. ¿Qué significa esta proyección demográfica? Que cada vez la ciudad es más ciudad y el campo más campo.

Y así, en la lupa de la Patagonia aparece una serie de pueblitos tan pequeños, en formas de comunas, aldeas, parajes, que sí, se asemejan a la ficción de algún Soriano. Ante esas realidades cercanas en kilómetros, aunque lejanas en otros tantos aspectos, surgen cuestiones: ¿Cómo vivirán? ¿Cómo harán con el agua y la luz? ¿Qué actividades realizarán? ¿Y cómo se comunicarán?

Dicen que viajando…

Preguntas como esas movilizaron a Raquel Crettón, una líder scout del Grupo “Almirante Zar” de Trelew, hacia una aventura, todo un “Viaje al centro de la Tierra”. Ella detectó que en esos interrogantes había dos puntas, por un lado, la necesidad de los lugares (y sus habitantes) de ser tenidos en cuenta y por el otro, una vocación de servicio que podía expandirse (la de jóvenes scouts).

Entonces, hace diez años se le ocurrió emprender una experiencia significativa: celebrar un Día de la Niñez en esos lugares alejados. Y así se fue construyendo ese viaje solidario que consiste en ir un fin de semana a “pintar una aldea”. Sí. El grupo de chicos scouts de entre 18 y 21 años lleva los juguetes y les da vida con juegos, canciones y rituales propios de su cultura, comparte una jornada, se abre al intercambio. “El objetivo es que vean otras realidades”, reflexiona Raquel. Este año visitarán las aldeas de El Escorial y El Mirasol, la cual ha sufrido de modo severo en los temporales de abril.

El viaje, que se prepara durante todo el año, es autofinanciado con las actividades del grupo. El costo mayor lo representa el alquiler del micro que transporta a la delegación con las donaciones. Este contingente estará compuesto, en esta edición, por quince chicos correspondientes al grupo que organiza (de entre 18 y 21 años) y otros tantos del grupo de adolescentes (de entre 15 y 18), quienes asisten como preparación y para dar una mano. Además, acompañan unos cuantos padres. Entre todos, logran copar el colectivo del Ñandú.

El festejo itinerante del Día del Niño, este año, fue programado para el fin de semana del 16 y 17 de septiembre, estarán un día en cada aldea y harán noche en una escuela.

Los dos puntas

“Contribuir a construir un mundo mejor”, la frase que suena a eslogan marketinero puede llenarse de significado cuando ese “mundo” se encarna en la necesidad del otro. La solidaridad hace mejores personas a quienes dan, además de, principalmente, asistir a una demanda. Cuando dar es entregar un objeto, cuentan quienes saben, se trata del tan loable “asistencialismo”. Alguien que tiene hambre, precisa comer, no hay vuelta. El segundo nivel en esa entrega busca promover a quien recibe, que no sólo pueda satisfacer su necesidad, sino que se sienta tenido en cuenta desde un lugar más humano, más personal. ¿Y cómo? A través del encuentro, ahí, es justo donde lo solidario cobra sentido.
En el caso del Grupo “Almirante Zar”, la travesía arrancó, hace más de una década, en Tecka. Y se fueron sucediendo distintas localidades de la provincia: Cerro Cóndor, Telsen, Sepaucal, Las Plumas, Los Altares. Hay fotografías que atesoran este recorrido, hechas álbum en sus redes sociales, aunque -rescatan- el registro esencial es el aprendizaje de cada scout al cruzar la meseta con sus emociones.

La coordinadora insiste en el sentido desafiante que el viaje implica: “Acá (en Trelew) tienen todo y allá (en cada aldea) valoran muchísimo los juguetes donados que llevamos”, se refiere justamente al contraste de que aquello que a uno le sobra, a otro le hace falta. Las dos puntas de la solidaridad.

Entre el juguete y el juego

El viaje, a su vez, representa la posibilidad de generar un día de actividades para la niñez, abre el juego a que el intercambio sea real. Dos universos opuestos, en paralelo. Los chicos de la comunidad de Rovers de los Scouts (los jóvenes) organizan una serie de juegos, actividades, búsquedas, que incluyen los momentos clásicos de encuentro “fogonero”, con las canciones como guía lúdica y artística para despertar habilidades y destrezas. Todo ese ingenio es el que comparten con los chicos de cada localidad que recorren año a año.

La bienvenida siempre está envuelta del asombro mutuo, de parte de los locales por el hecho de ser sorprendidos con presencias, desafíos y juegos, con momentos de esos que no se olvidan. Y de parte de los visitantes por poder sumar sus capacidades de hacer jugar, justo allí, donde más se valora.

La sociedad ofrece variedad de juguetes y a medida que esta aumenta, sin embargo, se reduce la cantidad de jugadores. Son pocos los “grandes” que juegan con los chicos, es más cómodo delegar la responsabilidad del juego al valor material. Vaya mensaje alentador que ofrece este viaje entonces: el juego le da sentido al juguete, los chicos habitan la aldea con ese ida y vuelta a la imaginación que propone la atmósfera lúdica. Estos adolescentes-jóvenes eligen ir a jugar durante un fin de semana, hecho imposible para cualquier encomienda.

 La previa

A fin de recaudar fondos para los gastos del traslado hacia El Escorial y El Mirasol, el domingo 20 de agosto realizarán un mate-bingo solidario, para el que ya recolectaron muchos premios, aunque todavía no consiguieron sede. Con la actividad de este año esperan juntar lo suficiente para el viaje y, también, para colaborar con el campamento de fin de año.

Por todo, el Grupo Scout se encuentra en plena colecta solidaria de juguetes en buen estado, de útiles, y, también, de golosinas para llevar a las aldeas y compartir con los chicos y grandes.

“Este es el único grupo en toda la Patagonia que se manda este tremendo viaje”, rememora Raquel, es que ya es una tradición, y para sostenerlo, al tratarse de una experiencia autofinanciada, precisan del apoyo económico y afectivo de la sociedad, porque de eso se trata, de ir tomando impulso para la travesía. “Lo hacemos todo a pulmón”, rescatan desde la organización.

No soy de aquí, ni soy de allá

Hace 22 años, en Trelew, se fundó el grupo Almirante Zar, con sede en la base del mismo nombre. Allá por el 2008 quedaron sin lugar en la base, peregrinando. Justo en esa época se realizó en la zona un Encuentro Scout a nivel internacional, del que participaron 1000 scouts… Sin sede desde hace más de una década y con promesas políticas que no llegan a cumplirse, el grupo integrado por 120 chicos en total, sábado a sábado, desarrolla sus actividades en pos de suscitar en ellos la vocación de servicio, de ser mejores personas en lo concreto.

Siempre listos, cual reza el lema, a colaborar solidariamente, en este grupo, como parte del movimiento se forman en prácticas específicas muy ligadas a la sabiduría de la naturaleza. Muchas de las actividades solidarias que realizan es en conjunto con otras entidades, como el Comedor del Corazón.

Viven en carpa

Aunque todavía no cuentan con la sede, ese sueño que los ayudaría a multiplicar su trabajo formativo, sin embargo, se las ingenian para que cada ciclo lectivo cierre con el clásico Campamento de Fin de Cursada, en el que se integran los saberes de este recorrido educativo.

Para contactarse con el grupo, ya sea por donaciones o para sumar ideas, el usuario de Facebook es igual a su nombre: “Almirante Zar” y el teléfono celular de la coordinadora es el 154-324-923.

 

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