MARÍA KODAMA DESCRIBIÓ LOS HÁBITOS LITERARIOS DEL RECONOCIDO ESCRITOR ARGENTINO

¿Qué leía Jorge Luis Borges?

El pasado 24 de agosto se cumplieron 119 años del nacimiento de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo quien, con gran humildad, escribió en uno de sus poemas: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”.
¿Cuáles son aquellas que le dieron tanto orgullo? ¿Qué tipo de libros había en su propia biblioteca? ¿Cuáles eran sus autores preferidos? ¿A quiénes releía?
“Su gran biblioteca fue la que heredó de su padre, que venía de su abuela inglesa. Allí conoció a muchos autores. En su biblioteca personal, además, no solo había ejemplares de literatura sino, sobre todo, de filosofía, religión, astrología, matemática y ciencias. Tenía una gran curiosidad”, compartió María Kodama, especialista en literatura y mujer del escritor, quien lo acompañó hasta el último día.
A su vez, agregó: “Borges tenía la Enciclopedia Británica completa; muchas traducciones de la Divina Comedia –recorría librerías para comprar y comparar traducciones–; sagas de la literatura islandesa, y distintas obras orientales, sobre todo, japonesas como Los cuentos de Ise. Por supuesto, leía mucho a los clásicos”.

Woolf, Bradbury y Sábato, entre otros

Traducida al inglés por William Morris, la saga islandesa Völsunga –una obra anónima escrita durante el siglo XIII– fue un regalo de su padre, cuando Borges apenas era un adolescente y ya un lector excepcional. La pasión por las letras islandesas –“el latín del norte” como decía Borges– lo acompañó desde entonces. Comenzó a estudiar aquella lengua, también con María Kodama, no para hablarla, pero sí para traducirla. Y así publicó los libros Las kenningar, Literaturas germánicas medievales, y Gylfginning –este último, junto con su mujer–.
Si bien se consideraba a sí mismo un contemporáneo de los griegos, también tenía cierta predilección por otros autores, entre ellos: Virginia Woolf, William Faulkner, E. M. Forster, Kafka, André Breton, Ray Bradbury, Lovecraft, C. S. Lewis; y, de este lado de la región, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, José Bianco, Juan Rodolfo Wilkock, Ernesto Sábato, Julio Cortázar.

“Yo también soy contemporáneo”

Aún así, Borges explicaba: “En general lo contemporáneo no me interesa. Creo que habrá de parecerse bastante a mí. Después de todo, yo también soy contemporáneo. Tratándose de lo contemporáneo, estamos viviendo en el mismo mundo y no creo que podamos ser muy distintos. En cambio, si uno estudia literaturas de otras épocas puede encontrar novedades’».
Hay quienes dicen que lector no es el que lee, sino el que relee. Borges volvía siempre a las páginas que más le despertaban admiración, entre ellas: la Divina Comedia, El Quijote, los poemas homéricos.

La obra de Cervantes

A propósito, Kodama contó: “Borges releía mucho la obra de Cervantes. Era la única novela que le gustaba. Pero no era un lector del género. Decía que en las novelas, en cualquier instante, se poblaban de almohadoncitos, candelabros, comidas. Es decir, terminaban apareciendo cosas de relleno. Por eso tampoco las escribió. En cambio, con los poemas, cuentos o ensayos decía que tenía un mayor control, por su extensión, tensión y brevedad”.
Año a año, lo que sí se aleja de la brevedad es la cantidad de lectores de diferentes nacionalidades que leen y releen la obra borgeana, perpetuando la enorme huella cultural y literaria que este escritor argentino supo conseguir no solo en la historia de la literatura, sino también en lo más vivo y contemporáneo de ella.

Fuente: Ministerio de Cultura de la Nación

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