San Lorenzo y Huracán armaron entre ambos un clásico empate

No, no es verano… Por más que el calendario marcara el 20 de enero y que el sol pegara fuerte en el Pedro Bidegain. Es que San Lorenzo y Huracán armaron un partido típico del fútbol veraniego, aunque en este caso por los puntos y como siempre, por el honor. Con varias situaciones que lo terminaron haciendo atractivo y convirtiendo a los arqueros en figura. Pero más como productos de errores propios de una etapa de preparación, que de virtudes propias. Los dos hicieron méritos suficientes como para alzarse con la victoria. No pudieron. Quedó la imagen de que San Lorenzo estuvo un poco más cerca, por actitud y por que se bancó jugar más de media hora con uno de menos. La igualdad terminó ajustada a la realidad aunque, a decir verdad, debió haber goles, no fue un cero a cero típico. Después de todo lo que se habló, rodó la pelota casi dos meses después (55 días) de lo previsto y lo que se vio fue mucho nervio, el impulso le ganó a la razón. Y dentro de eso, San Lorenzo fue el que se hizo cargo del protagonismo. Mostró Almirón algunas cuestiones tácticas particulares, como ubicar a Fértoli bien adelantado y un Reniero que mostró solidaridad al retrasarse unos metros en el terreno. Fue el momento del Ciclón y allí tuvo “su cuarto de hora” para abrazar la victoria. Pero tres intervenciones clave del paraguayo Silva (envió una pelota de Blandi por encima del travesaño luego de un pase entre líneas de ensueño de Reniero, se quedó con una palomita de Blandi y con una mano de Botta, lo único que aportó el sanjuanino en el partido). Pero lo más llamativo, fue que le dio un trato más que acertado al balón,. jugandolo por bajo (“hace mucho que no veíamos dos pases seguidos” tiró un plateísta) Huracán estaba desbordado, más allá de que Monetti le tapara una pelota tremenda a Barrios al principio. Pero la expulsión de Colocciini (giró y pisó a Damonte y Merlos entendió que fue con intención), cambió todo. Fue le tiempo en donde al colombiano Loaiza le tocó bancar la parada. Pero Huracán nunca profundizó. En San Lorenzo apareció el corazón de Belluschi y entonces, la emoción bordeó las dos áreas. Pero al final, ninguno de los dos se hizo de la victoria por propias errores. Típicos de un verano…

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