A PARTIR DE LA MILLA 201, EN AGUAS INTERNACIONALES, NO ES REGULADA POR NINGUNA AUTORIDAD

Unos 400 barcos extranjeros pescan al borde de las 200 millas

Según registros que tomaron conocimiento público en los últimos tiempos, se estima que unos 400 barcos extranjeros están pescando sin ningún tipo de control. Puntualmente, lo hacen poco más allá de la milla 200, donde las autoridades de nuestro país ya no pueden hacer nada debido a que esa zona ya no forma parte del Mar Argentino.
A través de una plataforma virtual donde la mayoría de los barcos, pese a no estar registrados, son ubicados en tiempo real de manera satelital, se registraron más de 300 embarcaciones entre el paralelo 42 y el 46 frente a las costas chubutenses, aunque los mismos se encontraban más allá de la milla 200, donde Prefectura ya no tiene la facultad de vigilar que nadie pesque sin permiso.
Al respecto de esta situación, el líder del proyecto Oceanosanos, Milko Schvartzman, precisó que “son barcos piratas porque nadie controla qué pescan y cómo pescan. Se esconden detrás de la milla 200, donde la legislación internacional no regula la explotación de los recursos pesqueros”.

Mayoría de barcos chinos

Vale recordar que en la localidad de Puerto Madryn estuvo detenido un barco chino por encontrarse pescando de manera ilegal en aguas argentinas, situación que no fue una casualidad, ya que el 40% de las embarcaciones son de la misma nacionalidad, mientras que el resto son de Corea del Sur, Taiwán y España.
La mayoría de los barcos ilegales buscan pescar calamar y desde la Organización para la Protección de los Recursos Naturales del Atlántico Sudoccidental (OPRAS) aseguraron que por año se pescan entre 200.000 y un millón de toneladas. “Preferentemente capturan calamar, pero también merluza, merluza negra y abadejo”, explicó Eduardo Pucci, el director de la ONG local que tiene el respaldo del sector pesquero argentino.
Según Oceanosanos, la pesca ilegal factura un mínimo de 800 millones de dólares al año, mientras que para OPRAS la cifra no baja de los 3.000 millones de dólares, cifra que es 1.000 millones de dólares superior a lo que representa toda la exportación pesquera argentina.

Daños imposibles de medir

La zona en la que se encuentran los centenares de barcos extranjeros tiene características particulares, ya que la plataforma continental continúa más allá de la milla 200. Debido a esto hay varias millas que se encuentran entre los límites donde Argentina tiene control y el talud, donde la pesca ya no sería redituable.
Como consecuencia de esta situación no se pueden medir los daños provocados en el ambiente y en la biodiversidad marina, ya que no hay registros de lo que se pesca. Sobre esto, Schvartzman sostuvo que el calamar está en el centro de la cadena alimenticia marina: “Si se ataca a la especie de la cual depende gran parte de los demás peces, se ataca a todo el ecosistema”.

Impacto en el mar argentino

Lo que se hace hasta la milla 200, es decir dentro del Mar Argentino, es tomar medidas que regulen la actividad pesquera. Un ejemplo de esto es tratar de evitar la pesca accidental, que a partir de la milla 201 no es regulada por ninguna autoridad. Esto trae como consecuencia que muchos barcos pesquen con redes de arrastre, que matan accidentalmente albatros o capturan peces que después son descartados sin vida debido a que no tienen valor comercial.
Esta situación no trae consecuencias sólo en el lugar donde se desarrolla, que son las aguas internacionales, sino que también tiene un impacto directo en el Mar Argentino, teniendo en cuenta que hay especies que son migratorias y que van de un lado al otro, como pueden ser las ballenas, orcas, elefantes marinos, entre otras especies.

“Trabajo esclavo”

Para que la actividad sea rentable, la flota de pesqueros extranjeros recurre a varias prácticas que internacionalmente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial del Comercio condenan.
Muchos de los barcos que pescan en alta mar, lejos de sus puertos de origen, logran ser rentables gracias a subsidios que reciben por parte de sus estados. A esa conclusión llegaron investigadores de la National Geographic Society, la Universidad de California en Santa Bárbara, Global Fishing Watch, el proyecto Sea Around Us (El mar que nos rodea), la Universidad de la Columbia Británica y la Universidad de Australia Occidental, que estudiaron en conjunto la pesca en alta mar.
“A esto hay que sumarle el trabajo esclavo. Cada barco tiene entre 35 y 40 tripulantes. Los cinco de mayor rango son del país de bandera, pero el resto suelen ser filipinos, indonesios o de países africanos. Y trabajan en condiciones a bordo que suelen ser terribles. Hemos visto en el puerto de Montevideo a tripulantes de un barco chino que tenían marcas de grilletes en los tobillos”, denunció Schvartzman.

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