Página de cuento 736

Sapoman vs Faceman – Parte 14

Por Carlos Alberto Nacher
Cnacher1@hotmail.com

¿Qué paso Sapoman? No te esperabas esta sacudida del destino. Una mujer misteriosa, hermosa y aparentemente llena de dinero te propone casamiento. ¡A ti! Justo a ti, que eres un ser despreciable, feo, lleno de traumas y odios; que pretendes esconder toda tu angustia, amargura y ansiedad tras un avatar agradable en las redes sociales, o disfrazado de superhéroe en la vida material, es decir, quieres ser bello en el software y valiente en el hardware. ¡A ti! ¿No te la esperabas eh? Esa mujer llegó a tu vida justo ahora, en una noche oscura y estrellada, en una noche que quería emular al famoso cuadro de Van Gogh. ¿Y ahora? ¿Qué le vas a decir a esta preciosidad? ¡Jajajajajajaja!
Faceman pensó, con una sonrisa: “Me gusta, Me gusta, Compartir en mi biografía, Asistiré, Asistiré”.
Y enseguida le dijo “Ven chiquita, hablemos de esto en aquel pub de luces tenues que está allí, a media cuadra en dirección sur. Seguramente llegaremos a un acuerdo.” Sapoman no lo podía creer. No veía la hora de poder tener cerca una computadora o un celular y colgar en su muro este hecho que lo catapultaba hacia otros niveles de excelencia.
A pesar de toda esta felicidad, la mente de Sapoman no paraba de preguntarse qué había querido decir Melisah con la palabra “relocateto”.
Entraron al pub y se sentaron a una mesa de cálida y confortable madera. En una esquina, iluminada apenas por un reflector rojizo, un conocido cantante de la zona, frecuentador de bares, restaurantes y otros establecimientos afines al rubro gastronómico, cantaba una sentida zamba sureña, comandando una entrañable guitarra con apenas una casi imperceptible desafinación en la tercera y en la cuarta. La zamba decía más o menos así:
“Quiero pedir disculpas
A toda la gente, a toda la gente
Que me hizo pedido de carne
No pude cumplirle, no pude cumplirle
Me hicieron una denuncia, vino Bromatología
Ahí nomás me sustrajeron, toda la mercadería
“Mira Sapoman”, prosiguió Melisah, “Estoy harta de estar sola. Tu sabes que cada 10 años que una persona vive sola le resta 3 años en su esperanza de vida (por causas, entre otras, como sufrir un accidente y que nadie pueda auxiliarte) Por otro lado quizá debamos aceptar nuestra falta de honestidad. Una persona que practica yoga u otra actividad enfocada a la meditación aprende a lidiar con el estrés que produce la soledad, el estado financiero, y en general cualquier otro problema. Pero, tal vez, sólo vamos a yoga o tai-chi porque está de moda y los demás no se cansan de decirnos que está bien. Es la ansiedad la que lleva a mucha gente a abusar de sustancias o generar malos hábitos que se reflejan en una mala salud y deterioro de su nivel de vida. Tal vez en busca de la “perfección” nos olvidamos de encontrar realmente el equilibrio. En fin, estoy cansada.”
Sapoman la tomó de la mano.
Continuará…

ÚLTIMAS NOTICIAS