LAS GRANDES CADENAS EMPUJAN LA INFLACIÓN. CRÍTICAS A LA COMISIÓN NACIONAL DE DEFENSA DE LA COMPETENCIA

Advierten que crece la cartelización del consumo

La emergencia económica decretada en Chubut ante el cierre de más de 400 comercios y pymes en el último año, es un síntoma de un problema bastante mayor que es la gran concentración que se fue produciendo en todo el país, a partir de la política económica de la alianza Cambiemos. Y mal que pese, los numerosos cierres de bocas de expendio, sólo favorece a los grandes monopolios.
Si bien siempre fue complejo disciplinar a las grandes cadenas formadoras de precios y por ende manipuladoras concretas de la inflación, en este período particularmente hay una batalla prácticamente perdida. Distintos informes muestran que la principal causa de los sobreprecios en los supermercados no es la inflación, sino la cartelización de unas pocas empresas grandes que impiden la competencia y terminan imponiendo precios altos a los consumidores, que son los más perjudicados de toda esta historia. La disparada de precios en las góndolas de todo el país –con valores muy por encima de los reales– es la consecuencia de la falta de competencia.

Cuando menos, es más

Esto no es casual dicen los observadores, ya que se produce por los acuerdos de cartelización entre empresas y grandes cadenas de supermercados. El objetivo de estas últimas es reducir o eliminar a la competencia (las cadenas de mediano porte y comercios) poniendo cada vez más bocas de expendio para ahogar a sus rivales en la pelea comercial.
En el fondo, se elimina la diversidad de la oferta y se desata una guerra donde 10, 12 ó 15 supermercados y empresas se agrupan para monopolizar el poder de manejar los precios a su antojo. ¿De qué manera lo logran? La base de su estrategia es que haya pocos jugadores. Así, aunque ellos vendan poco y no crezcan, al competidor lo hacen vender cada vez menos sometiéndolo a una presión tal que no puede cubrir sus gastos y termina cerrando. Es una verdadera situación donde se busca ahogar a la competencia, y no ganar mercado siendo eficiente.

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Endeudados para comer

Además se produce un fuerte endeudamiento del consumidor. El 37,4% de las compras realizadas en supermercados durante noviembre último se pagaron con tarjetas de crédito, según el INDEC. Esto representa un aumento de la proporción de endeudados para conseguir artículos de primera necesidad. En agosto último, cuando el organismo de medición empezó a proporcionar datos sobre modos de pago, las tarjetas de crédito representaban el 31%. Esto también incrementa el endeudamiento familiar, siendo que las tarjetas refinancian las compras con tasas que pueden llegar al 80%. A su vez, la encuesta de supermercados del INDEC indica que las ventas con tarjetas de crédito subieron un 33,6% interanual a fines de 2018. Sobre 44.842 millones de pesos de las ventas totales de los supermercados de todo el país en noviembre, 16.772 millones se hicieron con este medio de pago. A su vez, la entidad estatal detalló que cerca del 85% de las ventas correspondieron a alimentos y bebidas, artículos para limpieza y calzado y textiles para el hogar, con ventas por 30.964 millones de pesos.

El monopolio imparable

En este sentido, el término monopolio refiere a una situación de privilegio en un mercado imperfecto en el cual existe un productor o agente económico (monopolista) que tiene un gran poder y es el único en una determinada industria que posee un producto, bien o servicio determinado. El término que mejor describe la situación en el caso de los bienes de consumo y de acceso a las góndolas es el de oligopolio, que hace referencia a una situación de mercado en la que el número de vendedores es muy reducido de manera que controlan y acaparan las ventas como si hubiera monopolio. Además de afectar a las pymes, las condiciones de monopolio dejan indefenso al consumidor que terminará pagando por los productos un precio mucho más alto del que debería.

Los precios ´no cuidados´

Hoy, por ejemplo, un paquete de fideos vale 10 pesos al costo y las grandes cadenas lo exhiben en góndola a 50. El mismo producto en una cadena media como Maxiconsumo no llega a 20 pesos cuando en un minorista se ofrece a 25 dentro de Precios Cuidados. Otro ejemplo: una lata de durazno –en algunas de las grandes cadenas– se la cobra 100 pesos al consumidor, cuando entre las primeras marcas el verdadero valor no supera los 45 o 55 pesos.
Afirman que en cadenas intermedias existen hasta 130 productos en Precios Cuidados algo que, claramente, no existe en las demás empresas que, además, son formadoras de precios que perjudican a miles de familias y consumidores.
En este escenario, el ejemplo muestra como es de duro para una cadena media competir contra los “poderosos” de este sistema imperfecto. Ni hablar en pequeños comercios que compiten en absoluta desventajas comparativas.

El abuso se estrangula

Sin embargo, el propio sistema va acotando parte del abuso, en un escenario en que la gente ya no tiene ni para consumir segundas ni terceras marcas. “Una muestra clara se dio en diciembre pasado cuando la caída del consumo en los supermercados fue de entre 8 y 10 por ciento. Los consumidores están empezando a buscar precios, a ir a las cadenas de mayoristas y a cambiar sus hábitos educándose para comprar. Lo peor que le puede pasar al ciudadano es naturalizar los abusos y terminar preso de quienes actúan como dueños del mercado”, afirma Víctor Vera, un referente nacional de una cadena intermedia.

Connivencia oficial

Este escenario, donde las grandes empresas remarcan los precios un ciento por ciento respecto a una cadena media, está lleno de vicios de índole comercial y ético. En cualquier parte del mundo esto estaría penado; pero en nuestro país la responsabilidad de cuidar los intereses de los argentinos recae en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Sin embargo, las medidas de contralor no se aplican ni se han aplicado en gestiones anteriores de la debida manera. Por el contrario, ocurren situaciones donde el Gobierno termina subsidiando a ciertos locales de grandes marcas (por ejemplo con descuentos por consumir con tarjetas, como hace el Banco Provincia en Buenos Aires) ante la amenaza de que se van a despedir empleados.
De este modo, las grandes cadenas siempre terminan recibiendo beneficios por escasos empleos, cuando en realidad están fabricando ´pobreza´ al perjudicar a los consumidores. Cabe destacar que los minoristas en Argentina mueven 1,5 millones de empleos y si crecieran los mismos bajaría la desocupación.

Fuentes: P/12, NA, CAME.

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