UN INCREMENTO DEL 10% SE ASOCIA CON UNA MEJORA DE 0,4% EN EL PIB PER CÁPITA

Crear universidades impacta directamente en el crecimiento económico de la región

Según un estudio realizado por investigadores de la London School of Economics de Inglaterra y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) de Estados Unidos, el incremento en la cantidad de universidades está asociado de manera positiva con el crecimiento del producto interno bruto (PIB) per cápita.
El estudio, titulado “El impacto económico de las universidades: evidencia alrededor del mundo” de los investigadores Anna Valero (London School of Economics) y John Van Reenen (Instituto Tecnológico de Massachusetts), publicado en febrero en la revista especializada Economics of Education Review, analizó datos de 15.000 universidades en 78 países y concluyó que incrementar 10% la cantidad de universidades en una región se asocia con una mejora de 0,4% en el PIB per cápita de esa región.
Este efecto positivo en la economía no es solo consecuencia de mayor inversión directa en las universidades (construcción, salarios, entre otros), sino que, además, puede deberse a dos mecanismos: la generación de más y mejor capital humano contribuye al crecimiento económico y la innovación, encontraron una asociación positiva entre crecimiento de universidades y de patentes. A su vez, la cantidad de patentes se relaciona con el crecimiento del PIB per cápita.

En Argentina

En una revisión del estudio, Marcelo Rabossi, doctor en Educación y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), pone el foco en el caso de Argentina: “Cuando se toma en cuenta lo ocurrido durante los últimos 30 años en nuestro país, se advierte que mientras se duplicó la cantidad de universidades, el crecimiento económico per cápita se ha mostrado bastante errático”.
El especialista plantea que sería relevante “correlacionar crecimiento económico con el tipo y la calidad del capital humano que se está formando: si la calidad impartida es baja, el tipo de trabajo relacionado podría ser de menor calidad y, por lo tanto, daría como resultado un menor crecimiento económico”. Rabossi agrega: “Por otro lado, sería relevante incluir una variable que vinculara crecimiento y el tipo de capital humano que se ha formado. Digamos: en qué áreas del conocimiento se concentra la mayor cantidad de graduados”.
Los reportes del Observatorio Argentinos por la Educación buscan difundir las últimas tendencias de la investigación sobre temas educativos relevantes. Para ello, se relevan artículos de acceso abierto publicados en revistas académicas internacionales sobre educación.

El equipo del Observatorio analiza los artículos, contacta a los autores antes de publicar el reporte y convoca a fuentes locales para comentar el artículo. En este caso, el reporte incluye la revisión de Marcelo Rabossi (UTDT) y comentarios de Ana García Fanelli (CEDES-CONICET) y Juan Carlos del Bello (rector de la Universidad Nacional de Río Negro).

La Universidad y su vínculo con la sociedad

Por su parte, Daniel Mato, investigador del CONICET, plantea “repensar las universidades a partir de su vínculo con la sociedad”, tema que desarrolló en un estudio que aborda más de 200 experiencias de vinculación social de 39 universidades argentinas con comunidades y organizaciones sociales.
Producción agropecuaria, Odontología, Medicina, Microbiología y Parasitología, Género, Ambiente y Recursos Naturales, Inclusión Educativa y Promoción de la Salud son tan sólo algunos exponentes de toda la variedad de problemáticas que abordan equipos de trabajo multidisciplinarios de universidades de Argentina a través de lo que se denominan actividades o programas de “extensión”, o de “vinculación social”.
Son actividades que responden a necesidades de determinados actores o colectivos sociales, a veces formalizadas institucionalmente, otras gestionadas directamente por docentes e investigadores que, en muchos casos, desde hace décadas vienen trabajando desde perspectivas de colaboración con esas comunidades y que en la actualidad intentan ganar reconocimiento en el mundo académico.
“En los últimos años se ha venido planteando la necesidad de reconocer la importancia de las tres funciones institucionales de las universidades por igual, éstas son investigación, docencia y extensión, pero las visiones hegemónicas y las políticas públicas y prácticas institucionales derivadas de estas han posicionado a las labores de extensión en un lugar subalterno”, afirma Daniel Mato, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), quien analiza el fenómeno desde la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
“Mi experiencia en Venezuela y otros países latinoamericanos con universidades indígenas e interculturales, cuya currícula y estructura institucional se diseña en diálogo con organizaciones locales, me hizo tener mucho más vínculo territorial con grupos sociales. Son universidades fuertemente articuladas y comprometidas con la sociedad en la que están insertas. Esto fue un disparador para mí cuando regresé al país e ingresé al CONICET, en el 2010”, comenta el investigador.
Nuevamente arraigado a su país, Mato se interesó en ahondar sobre el lugar que ocupa la vinculación social en las universidades argentinas y los sentidos que los actores le dan a esta dimensión. En consecuencia, realizó una investigación en la cual principalmente se propuso responder: ¿contribuyen las labores de extensión en sentido amplio (abarcador de voluntariado, investigación–acción, aprendizaje servicio, u otras modalidades de vinculación) al mejoramiento de las de docencia e investigación en las universidades “convencionales”? ¿Cómo lo hacen?
Eso lo llevó a relevar y analizar más de 200 experiencias de vinculación de equipos de 39 universidades públicas argentinas con comunidades y organizaciones sociales. Como resultado, lo que pudo determinar es que “las prácticas de colaboración entre equipos universitarios y comunidades y organizaciones sociales no sólo contribuyen a mejorar la calidad de vida de sectores sociales, sino también la formación profesional ofrecida por las universidades, así como las posibilidades y calidad de investigación que realizan dichos equipos”. Además, su trabajo lo llevó a concluir que “es necesario repensar y transformar todas las universidades desde su articulación y compromiso con las sociedades de las que forman parte”.

La Vinculación como fortaleza

Hay muchas experiencias exitosas de vinculación social que demuestran que su función y relevancia va más allá de lo que puede ser visto como un “servicio” o “voluntariado”. Esto se desprende del análisis de Mato, donde la mayoría de sus entrevistados, docentes e investigadores de diversas disciplinas y responsables de programas de Extensión, afirman que los resultados de las experiencias de colaboración realizadas han sido muy auspiciosos.
“Las experiencias desarrolladas por los equipos universitarios y estudiantes con comunidades y organizaciones sociales, no solamente han contribuido de diversas maneras al mejoramiento de la calidad de vida de éstas, sino que, además, mediante su realización, los equipos han logrado asegurar un conjunto de logros académicamente significativos”, asegura Mato.
Algunos de estos logros son: adquisición de nuevos conocimientos, desarrollo de perspectivas críticas respecto de conocimientos teóricos, identificación de aspectos de la “realidad” no previstos en los programas de formación, comprensión de la complejidad de problemas que no pueden resolverse desde perspectivas unidisciplinares, formulación de nuevas preguntas de investigación, identificación y valoración de saberes no académicos que permiten enriquecer la formación profesional, identificación de la existencia entre la población de algunos prejuicios y creencias que afectan la práctica profesional propia de las disciplinas de los miembros de los equipos universitarios participantes, entre otros.

Un campo que gana terreno

El investigador es optimista respecto al lugar que está ganando la vinculación social en los ámbitos académicos. Al respecto, señala como un precedente la Ley de Educación Superior de Ecuador, el primer país latinoamericano en otorgar una jerarquía institucional privilegiada al área dado que evalúa a las universidades no solo por investigación y docencia sino también por su vinculación social.
“En la última década en nuestro país, ha habido avances importantes, entre los que sobresalen el incremento de los presupuestos destinados a extensión universitaria, la creación de la Red Nacional de Extensión Universitaria (REXUNI) en el marco del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y la incorporación, por parte de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), de las actividades de extensión como una de las dimensiones de sus protocolos de evaluación y criterios de acreditación”, señala el investigador.
Asimismo, en Argentina existen sendos proyectos en universidades públicas que han sido relevado y se pueden consultar de manera on line el “Mapa” y los “Proyectos”.
“Afortunadamente, en años recientes, la visión institucional de universidades interculturales ha venido inspirando el modelo adoptado por algunas universidades que podríamos llamar “convencionales”. Hay muchas carreras que no vienen del campo de lo social, como medicina, odontología o agronomía, que han desarrollado una importante reflexión al respecto y trabajan con un enfoque colaborativo, en espacios de aprendizaje mutuo”, reflexiona Mato.
“Los procesos de aprendizaje deben tener aplicación y bases prácticas. Es importante abrir el diálogo y construir modalidades de colaboración con los diversos sectores sociales. Esto no sólo es lo correcto en tanto se supone que las universidades deben contribuir a resolver los problemas y desafíos de las sociedades de las que forman parte, sino que además contribuye a que mejoren su calidad académica, tanto en términos de docencia como de investigación. Por eso pienso que deberíamos repensar y transformar las universidades desde las experiencias de Vinculación Social”, concluye. (Fuente: CONICET)

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