Por Trivia Demir

La semana próxima se dará en Chubut, en la ciudad de Puerto Madryn, uno de los principales eventos empresarios que confluye en la Patagonia, como el ´EVENPa2019´. Un mitin donde participarán más de 800 grandes y medianos jugadores del sector industrial, hecho por y para el gran empresariado donde se puede mostrar fortaleza, planificación, expectativas, pero también, seguramente, espacio para la catarsis. Si eso no sucede, daría para sospechar. Porque si hay un sector que viene mostrando preocupación por el escenario macro del que responsabilizan a la política económica de Cambiemos, ese es el empresariado. Y si hay una zona absolutamente postergada en términos de políticas públicas de desarrollo, esa es la Patagonia. Es que el panorama político del 2019 ya aparece bastante peor que el del año pasado, y a derivado en claras modificaciones respecto la alianza de clases que sustenta al macrismo, tal como afirma el doctor Alejandro Piscitelli, secretario general de ADUME. Según el académico, el “círculo rojo”, tal como nombrase Macri en 2013 al empresariado en IDEA, ha modificado su posición a la luz de un renovado adversario: el sistema financiero.
La interna signada por los desplazamientos de los Aranguren por los Sicca, o los Caputo por los Sandleris marca cómo algunos CEOs pasaron a ser inconvenientes para la timba, ya que las decisiones se toman en la oficina local del FMI, el BCRA.
Según el analista, este “círculo” está compuesto por empresarios medianos, grandes y muy grandes, y ya no estarían tan contentos con el liberalismo al poder que les permitió en el arranque privilegios y ganancias considerables. Tanto que la mayoría hoy aparece más lejos que cerca de la conducción del empresario Mauricio Macri que no tendría tan en cuenta la coyuntura que todos ellos están padeciendo por culpa de las medidas de gestión. Para colmo, en plena crisis, casi al final de un mandato, con lo que se podría entender como ´la malversación del cambio´, el poder económico vernáculo todavía está sin partido ni candidato exclusivo del sector empresarial y afirman que ´debe pedir prestado un candidato´ de manera urgente. La pregunta del millón es si ¿será Lavagna, que ya criticó el negocio financiero y la política crediticia? ¿Será CFK, cuyo pasado reciente a alguno los asusta? ¿Los convencerá Vidal, que ni si quiera formaba parte de la “patria contratista”? Lo que está claro es que la reelección sin aclarar en qué condiciones se dará, no termina de convencer al poder tras el poder.

El cortocicuito liberal determinante

El tema es que la intentona de diálogo entre sordos, termina en monólogo. Y más allá de notar la desfiguración del “Círculo Rojo”, el discurso se repite. El presidente Mauricio Macri y su entorno más estrecho estaría convencido de que están haciendo las cosas necesarias para llevar a la Argentina a ser un “país normal”. Es decir, donde se respeten las instituciones, donde no se mienta, donde se trabaje para tener una macroeconomía sustentable, en una tarea que cosecha rechazo y resistencia. “No en vano en más de 70 años la Argentina anda a los tumbos”, explican.
En tanto, para la Rosada, quienes rechazan y por ende se resisten al cambio, son todos aquellos sectores tanto del ala política como pública que entienden los negocios y la política con una mirada sectorial y extractiva.
La desconfianza y el malestar general de la sociedad lo entienden, “no es fácil transitar tantos sinsabores especialmente aquellos que no llegan a fin de mes”. Sin embargo, les cuesta aceptar más la decepción y la queja que reciben por parte de los principales sectores productivos.

¿Que tienen para aportar?

Por esta evidente grieta cada vez más ampliada con el empresariado, el gobierno comenzó a preocuparse y ocuparse. Dispuestos a escuchar al sector privado, y pedirles ayuda el jefe de Gabinete, Marcos Peña comenzó a mantener reuniones con diferentes sectores como lo fue la semana pasada con los bancos y este jueves último recibió a unos varios directivos de las empresas Plus Petrol, Balanz, Farmacity, y Eduardo Constatini, entre otros.
Según un informe de Liliana Franco para Ámbito Financiero, “Sin agenda, el propósito de la invitación a la Rosada es mantener un diálogo ´abierto y sincero´ sobre la situación del país”.
La columnista afirma que “En un año electoral al Gobierno no se le escapó el malestar que impera en los sectores empresarios y por eso comenzaron a abrir las puertas de la Rosada para mantener estos encuentros informales. La idea del jefe de Gabinete es tener al menos dos reuniones por semana siempre y cuando su agenda lo permita”, afirma.
En estos encuentros la intención de Marcos Peña sería “hablar con la verdad” y pedirles que “se involucren en la solución de los problemas” porque la consigna oficial es “la salida es entre todos”. Al menos, entre aquellos que sean convocados por el gobierno.
Por su parte, en ese ida y vuelta que debería haberse dado mucho antes, y sin embargo se produce al final del mandato cuando el escenario para una posible reelección está complicado, dicen que Peña les explicará a que responden los cimbronazos del dólar, los malos datos de inflación, de pobreza, de caída de la actividad y de la inversión de manera sencilla: “Son los costos que hay que pagar para tener una economía sana”, sería el argumento central. Es el camino lleno de piedras hasta alcanzar la meta, siempre explican.
También le trasmitirá según el anticipo de Franco, que “nadie destaca que llegamos al déficit cero”. Y defenderá el accionar tanto del ministro de Hacienda, Nicolás Dujvone, como del presidente del Banco Central, Guido Sandleris. “Cambiarlos, ¿para qué y por qué?”, preguntaría el ministro.

Perspectiva propia

Bajo estos parámetros, el gobierno en realidad admite que la economía no está bien pero no creen que sean errores propios ya que lo adjudican más a los problemas ocasionados por el mundo, una táctica repetida por quienes deben administrar el país. La tasa de la Reserva Federal, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, el Brexit, la lira turca, todos son los ´culpables´ externos de los males internos. Admiten sin embargo algunos errores locales: el haber sido optimistas con las metas de inflación (aunque culpan a Alfonso Prat Gay), y el haber permitido tanto atraso en el tipo de cambio, (aquí culpan a Federico Sturzenegger).

Socializando el margen de flotación

Estas reuniones, en algunas ocasiones como fue la de este jueves pasado será con empresarios y en otros casos con cámaras sectoriales.
Con respecto a la gente en general aquí también se aplicará el “hablar con la verdad, pedir ayuda, recordarles que era necesarios ordenar el despilfarro y que este es el camino para lograr un país normal”. Es que están convencidos de que si Macri no es reelecto “la alternativa es Cristina que, para el Gobierno, es sinónimo de Venezuela”.
A su vez marcan tendencia. ¿Una tercera fuerza?, la descartan de plano. “No es posible”. Asimismo ratifican que no existe duda alguna que Macri es y será el candidato, que Cristina se presentará y que la economía se va a recuperar. No aceptan ni siquiera en la charla el pensar que algunos de estos vaticinios puedan no darse. Así es como no cuentan tampoco con un plan B en materia económica. Una baldazo informativo nada nuevo, pero que pretende poner blanco sobre negro en la multiplicidad de especulaciones sobre candidaturas posibles, alianzas inimaginables, rupturas anticipadas o cambio de rumbo. De paso, una buena forma de decir ´el resultado que se dé, depende de todos nosotros muchachos´, anoticiando a los grandes del sector privado, que les guste o no, ya están arriba del Titanic, al que se subieron solitos, y lo que queda es ´remarla sin quejarse´, parafraseando al propio Presidente. Habrá que ver…

Fuentes: NAN, Ámbito Financiero, Integración Nacional, propias