Ocurrió en el paseo costero de Caleta Olivia, donde halaron el cuerpo seccionado de una ballena que arrojó el mar de fondo hacia las playas. Personas que paseaban por el lugar descendieron hasta la osta para observar de cerca los restos del cetáceo.
El cuerpo del cetáceo comenzó a apreciarse en toda su magnitud cuando fue retrocediendo la línea de rompiente de grandes olas que también trajeron toneladas de algas a la costa de la vecina localidad santacruceña.
La cabeza y gran parte del cuerpo, en una extensión de casi cuatro metros, estaban en posición invertida y también se veía una de las aletas. Otros restos ya se habían separado y mostraban enormes huesos de la columna vertebral.
Al ser consultado por este diario, el director del Museo Educativo Patagónico, Cesar Gribaudo, dijo que era un ejemplar de la familia de las Rorcual, pero debido al estado de descomposición no podía precisar a cuál especie de ese grupo correspondía.
Lo que sí pudo determinar es que era una adulta joven de unos diez metros de longitud que pudo haber muerto por enfermedad hace unos dos meses y en parte fue comida por otros ejemplares de la fauna marina hasta que la marejada la arrojó a la playa.