CREER O REVENTAR

Prácticas marcianas de dos ingenieras en el Planeta Rojo

La mallorquina Verónica Triviño, de 24 años, trabaja en Holanda en una futura misión a la Luna y ha decidido pasar sus vacaciones en Marte… No en el Marte real, claro, sino en uno de los lugares de la Tierra que más se le parece: el desierto de Utah, en Estados Unidos. Allí, ha simulado una misión al planeta rojo junto a otras siete personas, capitaneadas por otra española, Natalia Larrea, de 33 años, que pidió dos semanas libres en Euroconsult, la firma de consultoría especializada en el sector espacial en la que desde 2012 trabaja en Canadá, para hacer estas prácticas de astronauta.

Dos semanas en Marte

Estas dos ingenieras españolas fueron seleccionadas por la Mars Society, una organización privada que desarrolla actividades enfocadas a ayudar a las agencias espaciales a preparar un futuro viaje a Marte, para su última misión simulada.
Del 9 al 24 de febrero vivieron en la base Mars Desert Research Station (MDRS) construida en el desierto de Utah, considerado un análogo marciano por su parecido con ese planeta.
“Ha sido toda una aventura en medio del desierto. Soy una apasionada del espacio y eché la solicitud porque era una experiencia que quería vivir. Soy de la opinión de que para crecer personal y profesionalmente, uno tiene que salir de su zona de confort”, relató desde Montreal Natalia, elegida comandante de una misión que describe como «una experiencia única».

Dónde vivían

Para vivirla no ha dudado en desembolsar los 1.500 dólares que ha costado su estancia, mientras que su compañera Verónica, que tiene un contrato en prácticas en la Agencia Espacial Europea, tuvo que pagar 1.000 dólares que también da por bien invertidos.
De hecho, Verónica, que estudió ingeniería aeroespacial en Inglaterra, tiene claro que volverá a participar en la misión marciana en Utah el año que viene; esta vez ya sin abonar ninguna cuota. Natalia, en cambio, no volverá a repetir.
El módulo en el que vivían tiene forma de cilindro y consta de dos plantas. “Las habitaciones eran individuales aunque muy pequeñas, pero sólo la usábamos para dormir. La mayor parte del tiempo la pasábamos en la zona común, con un sofá, cocina y una mesa grande donde hacíamos las reuniones”, describió Verónica.

Fuera de sistema

“Estábamos bastante aislados. El pueblo más cercano, Hanksville, estaba a 20 minutos en coche”, contó desde Holanda Verónica Triviño, que se acostumbró rápido a usar Internet sólo unos instantes cada día y a tener muy poco contacto con sus familiares y amigos.
“Me apunté para poner en la práctica la teoría de todo lo que he aprendido, vivir en primera persona lo que es explorar otro planeta y no hacerlo sólo detrás de una computadora”, explicó.
La tripulación, con edades comprendidas entre los 20 y los 35 años, estaba integrada además por tres astrobiólogos de EEUU, un físico británico, una ingeniera alemana que es controladora de la Estación Espacial Internacional (ISS) y un astrofísico kuwaití.

Desayuno y planificación

“Las actividades se dividían en la operaciones diarias, como el mantenimiento de la base, cocinar, cuidar plantas en el invernadero, y los proyectos de investigación”, señalaron.
Tras planear durante el desayuno la jornada, se ponían manos a la obra: “Lo habitual es que parte del equipo saliera al exterior para hacer la parte científica y el resto se quedara dentro de la base, ayudando a preparar la actividad y realizando las tareas diarias”, mencionó Natalia.
Por ejemplo, uno de los experimentos, además de realizar observaciones astronómicas, consistió en recoger muestras del terreno en distintas zonas del desierto, las trataron e intentaron cultivar plantas, ensayando así como conseguir cultivos viables en terreno poco fértil. Parte de esas muestras se llevaron al Instituto de Tecnología de Florida y otras muestras geológicas se han entregado a la ESA.

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