Julio Flores ayudó en la tormenta de 2017. Con un carro salió a repartir comida. Cuenta que sus amigos se reían y le preguntaban con sorna cómo podía andar con un carro entregando comida. Él sabía que había gente que necesitaba un plato de comida caliente y que se lo podía ofrecer. Es que en el pasado él también había padecido necesidades en la calle y no faltó quien le tendiera una mano.

El lunes a la tarde, cuando salió a comprar para merendar junto a su mujer, delincuentes ingresaron a su vivienda del pasaje Francia al 800, casi Rivadavia, por el patio y se llevaron además de un teléfono Samsung J7 lo más preciado por la pareja: Frida, una perrita de 2 años Caniche Toy blanca.

La angustia de la pareja fue entendida por los amigos de Julio, un hombre conocido en el ámbito de la pesca deportiva, y rápidamente activaron las redes sociales.

En forma paralela, la pareja radicó la denuncia en la comisaría Primera que intervino en el hecho, y cuando ya el día se iba y estaban por acostarse devastados por la ausencia de Frida, el hombre escuchó rasguños en la puerta. Cuando abrió no pudo disimular la alegría de comprobar que se trataba de su querida perrita, que estaba sucia y que la habían dejado en el patio nuevamente. La puerta del portón del patio estaba cerrada y la caniche nunca pudo haber saltado. Julio corrió a ver si podía encontrar a quien se la restituyó, pensando que podía ser el ladrón. Cree que el delincuente se arrepintió y se la devolvió, más allá de que se le haría difícil comercializar el animal ya que en las redes su imagen era inconfundible.

Fuente: El Patagónico