Página de cuento 706

Caminata binaria – Parte 1

Por Carlos Alberto Nacher

De noche me gusta salir a caminar por las veredas.
Pero no llevando adelante una caminata indeterminada y sin planificar, sino siguiendo un plan preciso que consiste en lo siguiente:
Comienzo el recorrido en una esquina céntrica cualquiera, digamos en Zar y 28 de Julio, en la plaza, en el extremo opuesto a la municipalidad, mirando para la vereda de enfrente. Desde allí, puede ser que vaya para la izquierda, cruzando la Zar y yendo por 28 de Julio hasta San Martín, o bien que vaya a la derecha y así llegue por la plaza a la parada de taxis del centro. Tomar uno u otro recorrido depende pura y exclusivamente del azar, ya que al partir arrojo una moneda al aire. Si «cara», voy a la izquierda; si sale «seca», a la derecha. Luego, parado en la esquina siguiente, nuevamente tiro la moneda, respetando el giro a izquierda o derecha, según sea cara o seca.
Este método presenta algunas restricciones: nunca voy a poder hacer dos cuadras seguidas por la misma calle, a pesar de que lo que vea unos metros adelante me resulte interesante, y nunca voy a poder retroceder en mis pasos recientes. Por ejemplo, el camino más corto para llegar a un punto que está, digamos a cuatro cuadras en línea recta del origen, será de 8 cuadras; eso si salen cara, seca, seca, cara, cara, seca, seca, cara, o todo lo contrario. También la posibilidad de retornar al punto de partida es del 12.5 por ciento al comenzar y luego se va haciendo cada vez menor, a medida que me voy alejando del origen. Tomando en cuenta esto último, es una linda forma de andar por cuadras nuevas siempre, ya que la probabilidad de retorno, cuando más se extiende el recorrido, es aún más remota. No hay vuelta atrás en esta caminata binaria, y si uno determina una esquina de llegada, es preciso tener mucha suerte para lograr el objetivo. Por ejemplo, pensar «me voy a tomar un café a Barbarians», estando a dos cuadras, en estas condiciones puede demandar varias horas, días y quizá uno nunca llegue en toda la vida, a menos que de entrada salga, por ejemplo, cara, seca, seca, cara o lo contrario. Si no se da esta sucesión en el comienzo, mejor llevar el termo y algunas provisiones porque el camino puede ser largo.
A pesar de que solamente hay dos caminos a seguir en cada punto de detención, la variación del recorrido aumenta en potencia de dos en cada esquina, vale decir que se pueden experimentar distintas rutas y así transformar una ciudad de 60.000 habitantes en un mundo de infinitas posibilidades.
Gracias a este método simple de caminar, he podido conocer y observar lugares de la ciudad que hubiera podría omitir si adoptara la insensata manera de caminar derecho. En los últimos meses, la Providencia me llevó a pasar por la puerta del cine varias veces, lo cual me permitió observar las carteleras de películas nuevas que estuvieron dando. Éste es uno de los puntos de inflexión que establezco en las mitades de cuadra; son sólo unos pocos para no complicar la booleana metodología de andar así, pero en este caso, parado en la puerta del cine, vuelvo a arrojar la moneda: si sale cara entro, sino no. Ésta es una forma simple de ir al cine sin preocuparme por si la película es buena o mala, ya que esto no es lo que determina el ingreso, aunque durante un tiempo anduve con bastante mala suerte y tuve que entrar a ver «Las aventuras de Pantriste» cuatro veces (cada vez que daban Pantriste salía cara) y me perdí «Gladiador», que me dijeron que estaba buenísima. Pero no podía eludir mis principios de caminante binario.

Continuará…

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