EL EX VOCERO DE BERGOGLIO VATICINÓ QUE LOS CATÓLICOS NO VOLVERÍAN A VOTAR A MACRI. EL PAPA MANDA UNA ESPECIE DE MENSAJE A LOS CELESTES: "NO VA MÁS EL PARTIDO CATÓLICO". EN SEMANA SANTA, FRANCISCO DIO UNA SERIE DE CONSEJOS PARA LOS CREYENTES QUE QUIEREN PARTICIPAR EN POLÍTICA. CITÓ UN DISCURSO DE MONSEÑOR ROMERO, EL ARZOBISPO MÁRTIR DE EL SALVADOR, Y ALERTÓ SOBRE LA MANIPULACIÓN DE LAS BASES

El poder de la fe

El Viernes Santo es un día de reflexión para los católicos. La Pasión de Jesús es revivida por todos los católicos en esta época del año y el presbítero Guillermo Marcó, exvocero del cardenal Jorge Bergoglio, aprovechó una entrevista radial para destrozar las políticas del presidente Mauricio Macri y vaticinar que «los católicos» no lo volverán a votar. «Macri me desilusionó. Hay responsabilidad de Marcos Peña y de Durán Barba, quienes crearon falsas ilusiones. La gente creyó el relato de que se salía fácil de la crisis. Cuando venden espejitos de colores la gente se desilusiona el doble», criticó quien estuvo junto al actual Papa durante ocho años. En el programa En la trinchera, por Led.fm, Marcó fue muy tajante con respeto al voto de los católicos en las próximas elecciones: «El gran desacierto de este Gobierno es gobernar con encuestas, que no se puede. Lo hablé personalmente con Durán Barba. ‘Con el aborto te equivocaste, la gente católica no te va a votar’, le dije». «Es un caso único. Un Gobierno que tomó la decisión de apalear a sus propios votantes, la clase media -apuntó-. Porque la pobreza siempre tiene algún recurso para ser paliada, por ejemplo tarifas especiales. Y han tenido soberbia», aseguró. Para cerrar, Marcó expresó que «la vida nos está triturando un poco» y sugirió «no quedarnos con lo triste de lo que nos pasa y usar la espiritualidad para sobrellevar las crisis, más allá de lo que nos toque vivir».

Mandato divino: Intervenir en política

En estas fechas donde la voz de la Iglesia Católica cobra fuerza, no es raro encontrar estas ´bajada de líneas´ como las del presbítero. De algún modo, su pensamiento es eco de adentro de la confesión.
Precisamente el propio Papa Francisco ha ofrecido los últimos días, un encendido planteo sobre la actividad militante. En una resonada entrevista que se derramó por todo el mundo, el Papa fue concreto: no desalienta el involucramiento de los feligreses en la vida política. Muy por el contrario, para Francisco, América Latina necesita «una nueva presencia de católicos en política». Ahora bien, «una nueva presencia no solo implica nuevos rostros en las campañas electorales, sino principalmente nuevos métodos que permitan forjar alternativas que simultáneamente sean críticas y constructivas», y que «busquen siempre el bien posible, aunque sea modesto; alternativas flexibles pero con clara identidad social cristiana», explicó el Papa.
Fue en este marco que aludió a los partidos cristianos que, en otro tiempo y en determinadas geografías, fueron una opción. «Un partido católico -reflexionó en voz alta Francisco-: quizás fue esta una primera intuición en el despertar de la Doctrina Social de la Iglesia que, con el pasar de los años, se fue ajustando a lo que realmente tiene que ser la vocación del político hoy día en la sociedad, digo (el político) cristiano. No va más el partido católico. En política es mejor tener una polifonía política inspirada en una misma fe y construida con múltiples sonidos e instrumentos, que una aburrida melodía monocorde aparentemente correcta pero homogenizadora y neutralizante –y de yapa– quieta». «No, no va», insistió, categórico.

Se encendió una llama

Las palabras del Papa, pronunciadas durante una audiencia en El Vaticano con un grupo de jóvenes con vocación por participar en política, tienen una especial resonancia en la Argentina post debate sobre la legalización del aborto. Fueron cuatro meses de activismo, compromiso, participación, movilización, exaltación y apasionamiento detrás de una causa; algo que hacía tiempo no se veía en un país acostumbrado a campañas políticas vaciadas de valores, con supremacía de la imagen sobre la idea. Ese período excepcional que se vivió hasta la votación a comienzos de agosto en el Senado, abrió en muchos el interrogante de cómo darle continuidad a la corriente de opinión que en las calles se identificó con el color celeste: en algunos, desde el genuino deseo de evitar la dispersión de una energía que había sido el combustible decisivo en la defensa de sus principios; en otros, podía intuirse cierta especulación electoral, considerando que muchos de los opositores a la legalización del aborto eran votantes decepcionados ante la actitud vacilante o tránsfuga de sus referentes en este tema.
De hecho, ya hay candidatos que se posicionan para tratar de canalizar ese descontento con la promoción de una fuerza congregada esencialmente en torno a esa reivindicación. Aunque ese tipo de iniciativa tiene también por destinatarios a los sectores evangélicos -cuya movilización fue decisiva para el rechazo del proyecto de legalización del aborto-, también a ellos les cabe el planteo de Francisco; un planteo que, por otra parte, coincide con el del presidente de Aciera, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas, que nuclea a las denominaciones evangélicas más numerosas. En una entrevista con Infobae a pocos días de la derrota del proyecto de aborto legal en el Senado, el pastor Rubén Proietti, presidente de Aciera, fue categórico: «Enfáticamente digo que de ninguna manera sostenemos un partido confesional. De ninguna manera». Tampoco él desalienta la participación de los fieles en política, incluso partidaria. Sin embargo aclara: «Ojo, por ahí se arma un partido evangélico, yo no lo puedo evitar, pero de ninguna manera va a tener la aprobación de la multitud de las iglesias».

Los dilemas de la fe

Si el aborto será o no una divisoria de aguas en las presidenciales es todavía una incógnita. El tema no estuvo presente más que marginalmente en la campaña de las legislativas de 2017. Pero la iniciativa de Mauricio Macri de habilitar el debate en el Congreso y la duración y amplitud que tuvo, instalaron el tema en primera plana. Los promotores de la legalización hablaron de emergencia nacional y sanitaria, pese a que las cifras no respaldan ese planteo. Hay muchos temas más acuciantes y prioritarios, como la pobreza, esencialmente la infantil, la desocupación y la inflación que carcome los ingresos. En el fondo, el aborto funcionó como un clivaje más, un nuevo motivo de enemistad social, en un país ya crispado. De todas maneras, cabe recordar que, con excepción de algunos partidos minoritarios de izquierda, en el resto de las fuerzas políticas no hubo una postura homogénea al respecto. El aborto partió aguas en el interior mismo de los partidos, oficialismo y oposición.
Sin embargo, es posible que, a ambos lados de la grieta que se abrió en torno al tema, haya una franja de votantes que pretenda definir su voto pura y exclusivamente de acuerdo a ese parámetro. Pero difícilmente sea un porcentaje decisivo. Lo más probable es que los grandes partidos o frentes no se definan sobre una cuestión que divide a sus electorados y traten por el contrario de cobijar a todos.

Compromiso pero con libertad

«Una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes», señaló Francisco en el mencionado discurso. «En las situaciones concretas, y teniendo en cuenta las solidaridades que cada uno vive, es necesario reconocer una legítima variedad de opciones posibles -explicó el Papa-. Por eso, los invito a que vivan su fe con gran libertad. Sin creer jamás que existe una única forma de compromiso político para los católicos.»
El riesgo del partido confesional es el de dejar en minoría una posición que demostró ser mayoritaria durante el debate del año pasado. Por eso el Papa -sin explicitarlo- alienta a dar la batalla en el interior de cada fuerza; a trabajar para instalar categorías de observación de la realidad derivadas de una mirada cristiana del mundo. Y no solo en materia de aborto. La Doctrina Social de la Iglesia que evocó el Papa abarca todos los planos de la condición humana.
«Ser católico en la política no significa ser un recluta de algún grupo, una organización o partido -dijo Francisco-, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad». Y advirtió contra el riesgo de lanzarse «un poco a solas a los desafíos del poder, de las estrategias, de la acción, y terminar en el mejor de los casos con un buen puesto político pero solo, triste y con el riesgo de ser manipulado». A continuación, el Papa citó palabras del arzobispo mártir de El Salvador, hoy santo, Óscar Arnulfo Romero, que decía: «La Iglesia no se puede identificar con ninguna organización, ni siquiera con aquellas que se califiquen y se sientan cristianas. La Iglesia no es la organización, ni la organización es la Iglesia. Si en un cristiano han crecido las dimensiones de la fe y de la vocación política, no se pueden identificar sin más las tareas de la fe y una determinada tarea política, ni mucho menos se pueden identificar Iglesia y organización. No se puede afirmar que sólo dentro de una determinada organización se puede desarrollar la exigencia de la fe. (…) Para ser buen político no se necesita ser cristiano, pero el cristiano metido en actividad política tiene obligación de confesar su fe».
Esta cita es una clara advertencia contra el sectarismo. Durante el debate del aborto, los promotores de su legalización intentaron reducir el debate a un tema de moral cristiana: la oposición al aborto derivaría de este modo pura y exclusivamente de un mandato religioso. Refugiarse en un partido confesional no haría más que darles la razón. Lo que es un claro error.

Desmitificando argumentos

En la entrevista que concedió recientemente a Jordi Évole, cuando este periodista español le preguntó por el aborto, el Papa dijo: «No discuto la ley civil de cada país, mi pregunta es antes de la ley civil, antes de la ley religiosa, mi pregunta es a lo humano: ¿es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?» Es decir, ¿hace falta creer en Dios para pensar que la vida humana es el bien más preciado? Ceñir esa convicción a fuerzas únicamente confesionales, conlleva el riesgo de hacer ver como minoritario lo que no lo es. En concreto, el Papa exhorta a evitar el sectarismo que a veces obnubila a algunas personas y les hace pensar que el mejor camino para defender sus ideas es agruparse sólo con los que las comparten, lo que los lleva a aislarse de la sociedad y ceder terreno. Algo análogo a lo que les pasa a muchos partidos de izquierda y explica sus divisiones al infinito. Aislarse de los grandes partidos puede hacer que sea más fácil, para las «clases dirigentes» que más chances tienen de ocupar posiciones de gobierno, el desoír los reclamos de sus bases. A la inversa, y como lo demostró el mismo debate del aborto, dar la lucha por la idea en el interior de esas fuerzas resultó mucho más eficaz. La modernidad, el poder, las convicciones individuales, los agrupamientos sociales, todos nuevos desafíos de la fe.

Fuentes: Infobae, Na, VN.

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