Página de cuento 741

Sapoman vs Faceman – Parte 19

Por Carlos Alberto Nacher
cnacher1@hotmail.com

Sapoman y Melisah aprovecharon este momento de caótica incertidumbre para abandonar corriendo aquel insoportable salchiencuentro donde el Operador Veloz había generado una violencia virulenta que había contagiado incluso a los pacíficos perros salchicha que a esta altura estaban fuera de sí y atacaban a mordiscones, echando espuma por la boca, a cualquiera.
Estos perros salchicha abusaban de la discontinuidad, de la divergencia y de la histéresis. Ya lo había vaticinado René Thom en su teoría de las catástrofes, respecto del cambio de estado de equilibrio a la generación de una catástrofe a partir de un cambio leve, así esto perros seguirían mordiendo y mutilando gente hasta que lograsen un estado de eliminación equilibrada del miedo y el enojo.
Al escapar, Sapoman tomó a Rubber de las orejas y lo arrastró consigo hacia la puerta. Rubber ladraba enajenado y descontrolado.
“Es muy feo todo esto Sapoman” dijo Melisah con un hilo sisal de voz, “. No me siento nada bien. ¿Sabés? Me parece que esta vez nos hemos excedido.” “¡Pero todo fue en defensa propia! Tú viste cómo fui arteramente atacado por ese salvaje malhechor cirujano de mamas pequeñas.” “Mira, amor, no es que esté en contra tuya, tú sabes que todo lo que tengo te lo doy, incluso mi fortuna en un lejano banco de Burkina Faso. Pero necesito expresarte con sinceridad mis sentimientos, ese es el verdadero amor. Y ¿sabes por qué me fui de allí? Claro, alguna vez lo escribí en el Face, fueron varios los factores que conspiraron para que yo abandonara Ouagadougou, esa paradisíaca ciudad africana del oeste. Mis quejas son varias lamentablemente, por ejemplo, ¿cómo puede ser que todavía tengamos problemas para pagar los servicios? un solo Rapipago cerrado hasta mañana a las 8 hs por estar caído el servicio; quieres hacer una queja a Claro y no hay oficinas, problemas con Telefónica, Speedy, no hay oficinas; trata de que te de bolilla por teléfono una cubana, venezolana, es decir no sabes siquiera de dónde te atienden; además, ¿Tú ves algún lugar para estacionar si vas al centro? Ni a dos cuadras de tu casa, mejor ve caminando; ¿quieres mirar un programa en TV? hazlo por internet porque la mitad son propagandas; ni entrar puedo a mi casa sin que me cascoteen; sí que es todo un desafió, no tengo el asfalto prometido hace tantos años, pero no me pueden hacer un reductor de velocidad porque justamente el proyecto es el asfalto, mientras tanto seguía pagando vidrios. Y ni hablar de querer tomar mate en el frente de mi casa. Además, pagué una factura de luz más alta de lo que pago el departamento de mi hija en pleno centro de otra ciudad, y tenía que rezar para que mi hijo vuelva a casa sano y salvo primero y principal, con su celular y la indumentaria, o sacar a mis perros a pasear intranquila de que no olfateen algo que tenga veneno; sentir la impotencia de ver que unos sí y otros no, cuando debería ser parejo para todos, lamentablemente tengo muchas más quejas y por eso abandoné la bonita Ouagadougou.” “Melisah, ¿tienes algo más para decir?” “No”
“Creo, querida Melisah, que deberías canalizar tus frustraciones en otras actividades, en otros campos más llevaderos, que te hagan pensar estupideces constantemente y así olvidar siempre y de continuo las cosas importantes, Qué se yo, supongo que deberías especializarte en geología, en mecánica, en hidrodinámica, en óptica geométrica, en fisiología, en biología, en lingüística, en dirección estratégica y en sociología. Incluso también podría ser en ciencias humanas.”
“Creo que eso es un poco arriesgado Faceman. Mejor vayámonos tú, Rubber y yo, ya mismo, a Ouagadougou. ¿Qué dices?”
“Tu ruta es también la mía”
En eso, un SMS llegaba al Blackberry XT 3.0 de Sapoman. Era Anplagued: “Ayúdame Sapoman, tengo mononucleosis.”
Continuará…

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