SEGÚN EL RANKING MUNDIAL SOLO SUPERAMOS A VENEZUELA Y MONGOLIA

La Argentina es el tercer país menos competitivo del mundo

Esta semana se conoció el Ranking Mundial de Competitividad que realiza el IMD, una prestigiosa escuela de negocios de Suiza, en la que Argentina pasó a estar en una situación más preocupante que la esperada. Puntualmente, dicho registro ubicó a nuestro país como el tercero peor de todo el mundo, cayendo cinco lugares con respecto a la anterior medición y ubicándose sólo por encima de Venezuela y Mongolia.
El ranking de IMD, que se elabora desde 1989 y en el que la Argentina es considerada desde 1994, ubica al país en el puesto 61 sobre 63 naciones.
No obstante ello, cabe aclarar que siempre se mantuvo en los últimos lugares, de hecho, entre 2002 y 2004 estuvo en el segundo peor escalón, y tras una remontada en 2012 y 2013 volvió a los últimos puestos. Luego llegó una mejora en 2016, pero la devaluación y la crisis provocaron un nuevo derrumbe.

Ineficientes

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El ranking se elabora sobre 235 indicadores, entre estadísticas “duras” como el desempleo, el Producto Bruto Interno (PBI) y el gasto gubernamental en salud y educación, y datos “blandos” que surgen de una encuesta de opinión a ejecutivos y que fueron 70 en el caso de Argentina. Esta información se divide en cuatro categorías: rendimiento económico, infraestructura, eficiencia gubernamental y eficiencia comercial, para dar una puntuación final para cada país.
Las mejores notas para el país fueron en infraestructura y eficiencia en los negocios. De hecho, el informe destacó como positivo de la Argentina la concentración de las exportaciones, los precios de los combustibles, el costo de vida y los flujos de inversión directa en relación al PBI. Mientras que los aspectos negativos más marcados fueron la inflación y la balanza de cuenta corriente, entre otras variables.

Más debilidades que fortalezas

Asimismo, en la categoría “eficiencia del gobierno”, IMD resaltó las políticas inmigratorias, el ingreso disponible, tasa efectiva del impuesto a la renta personal, ingresos fiscales recaudados e inversores extranjeros. Las debilidades principales fueron la inestabilidad del tipo de cambio y el costo del capital, la política del Banco Central de la República Argentina (BCRA), subsidios, incentivos a la inversión, finanzas públicas, el fondeo de las jubilaciones y las regulaciones laborales.
Por el lado de la eficiencia en los negocios, el estudio destaca remuneración del management –debido a que con la devaluación los salarios bajaron en dólares-, condiciones de mercado cambiantes, remuneración de los servicios profesionales, niveles de compensación, amenazas y oportunidades, mano de obra calificada y flexibilidad y adaptabilidad. Y tiene sus peores notas en crédito y necesidad de reformas económicas y sociales, donde ocupan el último lugar, servicios bancarios y financieros, imagen del país en el exterior y satisfacción del cliente, entre otras.

Sin red de seguridad social

IMD calificó positivamente la inversión en telecomunicaciones, el costo de la electricidad para las industrias y la relación entre la cantidad de maestros y alumnos, entre otros. Pero consideró baja la cantidad de los graduados en ciencias e ingeniería, y la inversión total en educación.
En tanto, la entidad le recomendó a la Argentina mantener el ritmo previsto de reducción del déficit público real, teniendo en cuenta la tasa de crecimiento económico, y reducir los costos monetarios para la creación de empleo en el sector formal. Además, el informe en cuestión sostuvo que la recuperación económica y la estabilidad deben tener en cuenta también la red de seguridad social.
En cuanto al ranking general, Singapur se ubicó por primera vez en la cima, al desplazar a Estados Unidos, que cayó al tercer lugar, ya que también lo superó Hong Kong. El ranking de los primeros cinco puestos se completa con Suiza y Emiratos Árabes Unidos.
De los vecinos de la Argentina se destaca Chile como el mejor de la región, mientras que Brasil está en el puesto 59 tras subir un escalón con respecto a 2018.

Asiáticos arriba, latinoamericanos abajo

Arturo Bris, director del centro de Competitividad Mundial de IMD, dice que no hay muchas sorpresas en el ranking de este año. “Los países asiáticos -Singapur, Hong Kong, China, Indonesia- están ganando mucha competitividad porque el centro de la economía mundial se movió para allá, pero también porque están haciendo bien las cosas en educación, infraestructura”, explica, en una conversación telefónica desde Suiza.
En cambio, otras regiones, como Europa o América latina, están decayendo en competitividad. Bris apunta que una de las razones es que “En Asia hay dictaduras o por lo menos malas democracias, y en esos regímenes es más fácil ser competitivo. Lo difícil es en una gran democracia conseguir los consensos para encarar reformas, cuando los políticos saben que los frutos de esa reforma no los verán”.

“Fracasomanía”

“Piñeira en Chile, Peña Nieto en México o Macri en Argentina fueron reformistas en papel, pero cada vez que el proceso político se pone en marcha no es posible hacer reformas. Latinoamérica siempre fracasa. Estuve en Argentina el año pasado. La prioridad era vamos a ganar las próximas elecciones y en el segundo mandato podremos hacer cosas”, cuenta.
“Es la fracasomanía de la que habla el economista Sebastián Edwards. Esta fatalidad constante de la economía de Latinoamérica, en la que no se pueden llevar a cabo reformas”.
Sin embargo, no todo es culpa de los gobiernos. Para Bris, “Los países que reforman con éxito son en los que la presión empieza desde la sociedad hacia arriba”. Sin embargo, es pesimista. “Es difícil ver en América latina por dónde empezar, existen tantos problemas -judicial, político, de instituciones, partidos populistas, sistema educativo deficiente”, afirma.
Hacia adelante, los desafíos de la Argentina son -según el trabajo del IMD- mantener el ritmo previsto de reducción del déficit público real, teniendo en cuenta cuenta la tasa de crecimiento económico. Acomodar el impacto de la creciente incertidumbre en el tipo de cambio. Apoyar la recuperación económica y la estabilidad pero teniendo en cuenta la red de seguridad social. Y reducir los costos monetarios para la creación de empleos en el sector formal.

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